FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 11  Julio-Agosto 1983

  FONAIAP   DIVULGA  No.  11                                                                                                     Julio-Agosto    1983


IMPORTANCIA DE LA PREPARACIÓN DE TIERRAS
EN LA PRODUCCIÓN DE MAÍZ Y SORGO

Audberto Millán
Ing. Agr. (M.S.). Estación Experimental Maturín. FONAIAP - Región Nor - Orlental.



La producción de maíz y sorgo en el Estado Monagas, ya sea en condiciones de vega o de sabana, está afectada por una serie de factores, entre los cuales se pueden mencionar: siembras tardías, malezas, plagas, fertilización, reabonamiento deficiente, etc.

La preparación de la tierra es una de las prácticas agronómicas más importantes Que incide sobre el comportamiento y rendimiento de los materiales sembrados: Por lo generar fa preparación se hace precipitadamente, casi al momento de la siembra, en forma inadecuada en relación a las exigencias del cultivo, lo cual conlleva a:

  1. Desuniformidad en la profundidad de siembra.

  2. Germinación de la semilla y emergencia de las plántulas, no uniforme.

  3. Control deficiente de malezas.

  4. Incidencia temprana de plagas y enfermedades.

Lo anterior trae como consecuencia:

  1. Una baja densidad poblacional.

  2. Un alto porcentaje de plantas débiles y con baja capacidad productiva.

  3. Una alta proliferación de malezas en la etapa inicial del cultivo (etapa crítica), las cuales compiten por espacio. agua, luz y nutrientes.

  4. Incidencia temprana de plagas y enfermedades. Esto ocasiona que se requiera un mayor número de aplicaciones de productos químicos.

  5. La cosecha, tanto manual como consecuencia de la alta población de malezas existentes, al mismo tiempo que se incrementa el porcentaje de impurezas en el producto comercial.

Esto demuestra que la preparación de tierra afecta el comportamiento de los cultivares sembrados, siendo responsable de manera directa, en alta proporción, de la baja productividad obtenida en las zonas productoras.

PREPARAR TIERRA ¿CON QUE FINALIDAD?

Si la preparación de la tierra se realiza con el único propósito de acondicionar un lecho o cama para sembrar la semilla, se puede realizar como tradicionalmente se hace, en un tiempo relativamente corto, (de tres días a una semana) previo a la siembra, pero ateniéndose a las consecuencias adversas que esto acarreará sobre el comportamiento del material sembrado y su posterior rendimiento.

Tierra preparada en forma convencional, ya invadida por las malezas.

Ahora, si se desea manejar un cultivo eficientemente, acorde con sus exigencias, la preparación de la tierra, deberá hacerse con la finalidad de que además de acondicionar un lecho para la siembra, deberá contribuir a realizar un control inicial de malezas, plagas y enfermedades, proporcionando condiciones para que estas anomalías aparezcan en forma tardía, con lo cual disminuirá el efecto que las mismas puedan tener sobre el rendimiento.

Teniendo esto presente, la preparación de la tierra debe iniciarse luego de la cosecha de invierno, aproximadamente en los meses de septiembre u octubre, con la destrucción de la soca, y su incorporación al suelo mediante labores de rastreo o de aradura. Así, estamos eliminando reservorios de plagas y enfermedades, al mismo tiempo que se llevan a la superficie del suelo larvas y pupas de insectos que serán eliminados por los pájaros y por la exposición directa al sol. La preparación debe continuar con un pase de rastra a mediados o finales de febrero, cuando todavía hay humedad suficiente en el suelo, así continuamos disminuyendo las poblaciones de: malezas, larvas y pupas de insectos alojados en el suelo. A mediados de mayo, con la entrada de las primeras lluvias, se culmina la preparación de tierras con dos o tres pases de rastra según sea necesario.

Con el cumplimiento de estas etapas del proceso de preparación de la tierra, se garantiza que se habrán reducido al mínimo las malezas, plagas y pupas de insectos del suelo, igualmente la profundidad de siembra, y la emergencia de las plántulas será más uniforme. De esta manera, se logra una densidad poblacional adecuada y uniforme y un cultivo poco afectado en su etapa crítica (primer mes) por las malezas, donde la incidencia de plagas y enfermedades también será menor y tardía.

Finalmente, la preparación de la tierra, unida a una fertilización adecuada, a un control químico de malezas complementario y un oportuno y eficiente control de plagas, así como, el uso de los cultivares recomendados para la siembra en la zona, dará como resultado un rendimiento satisfactorio, muy superior a los que tradicionalmente se obtienen.