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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 20 Enero-Marzo 1986 | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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FONAIAP DIVULGA No. 20 Enero-Marzo 1986 |
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Pedro Mago Navarrete,
Investigador de FONAIAP Estación Experimental Yaracuy |
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La Caña de Azúcar es un cultivo poco exigente en cuanto a suelos, tolera bien y se ha cultivado económicamente tanto en suelos muy pesados o arcillosos, como en muy ligeros o arenosos. Sus exigencias respecto a suelos se limitan a profundidad, la necesaria para desarrollar su sistema radicular, alrededor de un metro; aireación suficiente, por lo que deben evitarse los problemas de drenaje tanto interno como superficial; pH, valores que no se alejen demasiado de la neutralidad, aunque suele tolerar desde 4 hasta 10; salinidad y/o alcalinidad, no muy elevada, aún cuando hay diferencias bastantes marcadas entre variedades. Lo más importante en relación al suelo cañero, el su manejo; el cual debe adecuarse a las condiciones requeridas por el cultivo ya las características físicas químicas y biológicas que cada suelo presenta, y que lo hacen un complejo activo, al cual hay que considerar más como material viviente que como materia inerte. Ese manejo, en consecuencia, debe orientarse básicamente hacia el logro de cambios favorables a desarrollo y productividad del cultivo ya la conservación y posible mejora de las propiedades del suelo mediante:
Preparación del Suelo La adaptación de cada suelo en particular, a los requerimientos de la caña de azúcar, se logra mediante una adecuada preparación, en la cual se deben satisfacer al menos, los siguientes objetivos:
No hay la menor duda, acerca de las ventajas que se obtienen cuando se ejecutan las labores de labranza; que tanto el suelo como el cultivo requieren. Para alcanzar o al menos acercarse a ese objetivo, es muy importante que esa labranza se aproxime lo más posible a los requerimientos del cultivo, causando el menor daño posible al suelo; lo que se logra mediante la consideración de 3 aspectos muy importantes en la ejecución de la labor:
ARADURA Operación de labranza, que persigue romper y descompactar el suelo, a la vez de destruir e incorporar las malezas y los residuos de cosechas, anteriores. Con ella se incrementa la porosidad y el movimiento del agua a través del perfil, lo que representa una importante labor de saneamiento, mediante el descenso del grado de saturación y el incremento de aireación. El saneamiento a su vez, determina un mayor desarrollo radicular y producción del cultivo, mediante un mejor aprovechamiento del agua y de los nutrientes del suelo por las plantas. RASTREO El objetivo de esta labor, es romper los grandes
terrones que deja la aradura y que obstaculizan las posteriores labores de
labranza, siembra y cultivo Lo más recomendable es labrar lo menos posible después de la aradura, sólo lo suficiente para asentar y tapar
adecuadamente los esquejes a la siembra y para que no se interfiera el efecto de los herbicidas. El excesivo
laboreo después de la aradura, sólo sirve para mejorar la apariencia de los terrenos y encarecer los costos de producción, pues el efecto de la excesiva
desmenuzación o pulverización alcanzada, es detrimental para el suelo, causando el
desmejoramiento de su estructura; la formación de estratos duros ("pisos de arado"), por el abusivo empleo de la maquinaria, y la
formación de costras superficiales al mojarse y secarse el suelo, por efecto de los primeros riegos o de las
lluvias; efectos contrarios a los objetivos perseguidos con las operaciones de labranza y
que incidirán negativamente sobre la germinación de los esquejes y posterior desarrollo del cultivo. NIVELACIÓN Operación cuyo objetivo es acondicionar el relieve o topografía del terreno, para mejorar la eficiencia del riego al cultivo, el drenaje de los excesos de lluvias o de riego y el diseño de las unidades operativas o tablones de la finca, a fin de adaptarlos a las labores de mecanización del cultivo. Hay que distinguir entre: Primero, nivelación liviana o micro nivelación, en la que sólo se requiere eliminar pequeñas irregularidades del terreno o las dejadas por los implementos agrícolas en las labores de labranza del suelo; operación que puede efectuar el cañicultor sin mayores complicaciones. Segundo, nivelación mayor o macro nivelación, en la que hay que efectuar cortes y rellenos de consideración en el terreno, por lo que es recomendable el asesoramiento con un especialista en la materia, pues para ella se requieren conocimientos edáficos y topográficos. Para la ejecución de esta labor, el contenido de humedad del suelo debe ser el adecuado, si se ara con el suelo muy seco, se requiere más fuerza para la roturación y los terrones cortados serán más grandes, duros y difíciles de romper en las posteriores labores de labranza. Con el suelo muy húmedo, se requiere menos fuerza, pero el corte no desmenuza y si no se desterrona a tiempo, los terrones se endurecen y también se dificulta ésta operación. Por otra parte, en los terrenos preparados muy húmedos, debajo del corte, el suelo se apelmasa formando una capa o estrato compacto, denominada "piso de arado", que inhibe la percolación y la penetración de las raíces. En ocasiones, cuando las malezas y/o los residuos de cosecha son tan abundantes, que obstaculizan la labor de los arados, es conveniente despejar un poco el campo con un pase de Big-Rome antes de arar. arado. Es una operación costosa, por requerir gran fuerza de tracción, pero que está plenamente justificada, si realmente existen esos estratos duros, que restringen la penetración profunda del agua y de las raíces del cultivo. En suelos donde la experiencia indica que se infiltran láminas superiores a los 80 mm. por riego, o donde se moja el suelo a unos 80 cms. o más, ésta labor es innecesaria. Cuando el subsolado se hace en suelos húmedos, requiere menos fuerza, pero su efecto es de corta duración. En suelos secos, requiere más fuerza, pero si es seguido de un laboreo superficial mínimo, su efecto puede ser bastante prolongado. SUBSOLADO Es una labor de labranza, cuyo objetivo es romper estratos o capas compactas del suelo, situadas por el arado . Es una operación costosa, por requerir gran fuerza de tracción, pero que está plenamente justificada, si realmente existen esos estratos duros, que restringen la penetración profunda del agua y de las raíces del cultivo. En suelos donde la experiencia indica que se infiltran láminas superiores a los 80 mm. por riego, o donde se moja el suelo a unos 80 cms. o más, ésta labor es innecesaria. Cuando el subsolado se hace en suelos
húmedos, requiere más fuerza, pero si es seguido de un laboreo
superficial mínimo, su efecto puede ser bastante prolongado.
SURCADO Es la última labor de la preparación del suelo para la siembra. El trazado de la surquería y el diseño de las unidades operativas o tablones de la finca, se hace en función del riego, del drenaje y de la mecanización del cultivo, especialmente la de la cosecha. En donde la topografía del terreno, no permite una buena labor de nivelación, se sigue utilizando el diseño tradicional, en el que la unidad operativa se confunde con la de riego. Pero donde si se puede lograr una buena nivelación del terreno, que permita el trazado de surcos rectos y largos y una más eficiente labor de los equipos de cosecha mecanizada, se pueden rediseñar las unidades operativas, las cuales constarán de varios canteros o unidades de riego sucesivos, deslindados por separaciones de unos tres a cuatro metros de ancho; y bordeados por una acequia recolectora de los excedentes de agua de riego o de lluvia del cantero superior y otra que funcionará como regadera del cantero inferior. La longitud de cada cantero, la misma de los surcos, dependerá de las características físicas del suelo. El número de canteros por unidad operativa, serán los requeridos para conformarla de unos 250 a 350 metros de largo, suficientes para operar eficientemente los equipos de cosecha mecanizada. Para las separaciones entre canteros, se trazan rasantes con pendientes entre 0,2 y 0,3 %. Con esta pendiente, uniforme en regaderas y colectores, se logra una perfecta distribución del agua de riego en los canteros, mejorando la eficiencia del riego y aumentando el volumen de agua manejada y el área cubierta por cada regador; a la vez que se garantiza la eliminación de los excedentes de agua de riego o de lluvia. En cuanto a la surquería propiamente, los aspectos más importantes a considerar en su trazado son:
MANEJO DEL SUELO EN FUNCIÓN DEL CICLO DE PLANTILLA SIEMBRA Las semillas son esquejes o trozos de tallo con 2 o más yemas. La longitud de los esquejes depende del número de yemas, generalmente 3 yemas, y de la
longitud de los entrenudos, que varía con la variedad de caña y con el tratamiento recibido por el cultivo de donde proviene. La siembra es una de las operaciones más importantes del cultivo, pues el carácter
semipermanente de la caña de azúcar, determina que cualquier falla cometida en la ejecución de esta labor, afectará la germinación y en consecuencia, la
producción y la rentabilidad de la explotación durante todo el período de varios años, que transcurre entre una
siembra y otra en el mismo terreno. No deben escatimarse gastos y/o esfuerzos necesarios para el logro de una buena siembra y en consecuencia, de una buena germinación.
RIEGO La caña de azúcar es un cultivo que permanecen en el campo durante los 12 meses del año, por consiguiente, requiere la aplicación complementaria de agua, al menos durante el período seco. La demanda de agua del cultivo varía mucho, según su edad y su estado o fase del ciclo de desarrollo. El suministro de agua de riego, por lo tanto debe ajustarse a los requerimientos de la planta ya los objetivos perseguidos con el cultivo: la mayor producción de azúcar al menor costo posible. En plantilla, la demanda de agua varía mucho, de acuerdo a 3 etapas bien definidas del cultivo. GERMINACIÓN Inmediatamente después de la siembra, se aplica el primer riego o "riego de asiento", cuyo objetivo es humedecer y poner el suelo en íntimo contacto con el esqueje, para que aproveche al máximo la humedad y temperatura del medio. Con el primer riego siempre hay arrastre de suelo, especialmente, si el trazo del fondo del surco de siembra es muy pendiente e irregular y si el suelo quedó muy desmenuzado debido a una excesiva labor de labranza. Si hay mucho arrastre, los esquejes pueden quedar descubiertos en las partes altas de los surcos y "tapiados", con una costra de espesor variable de suelo, en las bajas. No obstante, que la demanda de agua del cultivo durante el período de germinación es muy baja, debido a que las plantas apenas inician su desarrollo y que su capacidad transpirante y zona de exploración radicular son muy reducidas; el riego hay que hacerlo a intervalos muy cortos, 8 a 10 días según el suelo, a fin de mantener con un alto contenido de humedad la capa o costra de suelo que cubre el esqueje, evitando así, su excesivo endurecimiento y su efecto obstaculizador de la emergencia del brote. Durante este período, a menos de que se tenga un dispositivo que permita la aplicación de pequeñas láminas de agua, como un sistema de riego por aspersión, hará un gran desperdicio de agua de riego; pues como ya se señaló, los riegos son muy frecuentes y las demandas del cultivo muy bajas. CRECIMIENTO Después de los 40 días de la siembra, el cultivo ya prácticamente ha completado la fase de germinación o brotación y ha entrado en la de encepamiento y de rápido crecimiento, incrementando su demanda de agua, a medida que aumenta su cobertura y su capacidad transpirante con el número de tallos y el mayor tamaño de los mismos. El período de crecimiento se extiende hasta aproximadamente los 9 meses de edad del cultivo y la de unos 5-6 mm. por día. No es posible establecer en forma general, ni la lámina de agua aplicada en cada riego, ni el intervalo entre riegos. La lámina aplicable, dependerá de la capacidad de almacenamiento de agua en el suelo, según sus características físicas; del contenido de humedad del suelo al momento de regar y de la profundidad a mojar, según la zona de exploración radicular: unos 70-90 cms. con el cultivo a pleno desarrollo. El intervalo de riego, dependerá de la capacidad de agua útil del suelo y de la demanda diaria del cultivo, según su grado de desarrollo y las condiciones climáticas del medio. MADURACIÓN Después de los 9 meses de edad, debe iniciarse el período de preparación del cultivo para la cosecha, a fin de llevar a la factoría una materia prima de óptima calidad azucarera, sin detrimento del tonelaje de caña; lo cual es posible, mediante el manipuleo de ciertos factores, como son: sequía moderada y hambre de nitrógeno, que obligan a la planta a restringir su proceso de crecimiento o de formación de tejidos ya favorecer el de maduración o de acumulación de los azúcares producidos. El hambre de nitrógeno, se consigue aplicando la totalidad de este nutriente antes de los 4 meses de edad del cultivo. La sequía moderada, se logra mediante control de riego a través de:
Cualquiera que sea el método de control de riego utilizado para madurar la caña, es muy importante conocer el comportamiento de las variedades de que se dispone y de las condiciones ambientales que las rodean. Las variedades de caña por su contenido de humedad antes de iniciar el período de maduración, se clasifican como: de alta, de media y de baja humedad; las de alta humedad maduran bien, pero requieren mayor castigo de sequía; las de baja, pueden fácilmente sobre madurarse y deteriorarse, si se tratan como las de altos niveles de humedad. Lo que ha sido comprobado en Yaritagua con las variedades: B.4362, H.382915 y B. 49119. En las épocas de clima más fuerte, de mayor evapotranspiración, la maduración se incrementa y el período de maduración se acorta, iniciándose violentamente los procesos de fermentación y deterioro de la caña. Para estas épocas es indispensable el uso de las variedades de alta humedad, más difíciles de madurar y el establecimiento de un eficiente programa de maduración y de cosecha. En conclusión, el riego durante este período, debe encajar dentro de un programa general de maduración y de cosecha escalonado de los diferentes tablones de la finca; el cual debe considerar: variedades, épocas de siembra y lo de cosecha, variaciones climáticas (evapotranspiración), topografía y tipo de suelo, fertilización, etc. APORQUES Es una práctica cultural de poco uso en el país, a pesar de las muchas ventajas que representa, entre ellas: menos caña caída, reducción del número de chupones o brotes tardíos que llegan inmaduros a la cosecha; restricción de la excesiva brotación de tallos superfluos durante el período de gran encepamiento, los cuales no llegan a cosecha pero que compiten por luz, agua y nutrientes en la época de mayor demanda del cultivo; reducción en las caídas de producción entres ciclos, lo que permite una mayor persistencia o duración del período productivo de cada reposición del cultivo; mayor eficiencia del riego, etc. Por otra parte, está demostrado el efecto beneficioso del aporque, en relación a los problemas del excesivo encharcamiento al pie de la planta en zonas de alta precipitación y/o de limitaciones en el drenaje superficial. Al igual que su efecto sobre la cosecha mecanizada, con cañas menos acamadas, menos caídas, de tamaño más uniforme y de más fácil corte a ras de tierra, debido a la eliminación del surco de siembra. La oportunidad de efectuar el aporque, depende del desarrollo y el encepamiento alcanzado por el cultivo: unos 50 a 60 cms. de altura y de 15 a 20 brotes por metro lineal de surco; lo que se consigue en la plantilla, entre los 60 y 90 días después de la siembra, dependiendo de la variedad utilizada. El aporque debe ser seguido por un riego. Con el aporque deben evitarse los entresurcos profundos, solo lo necesario para conducir bien el agua de riego y/o de drenaje y para facilitar el corte a ras de tierra de los tallos con las cuchillas de los equipos de cosecha mecanizada. Esta profundidad no debe sobrepasar los 25 cms., la cual llega considerablemente reducida al momento de la cosecha, de acuerdo al tipo de suelo, precipitación, riego, etc. Para efectuar esta labor, pueden utilizarse discos aporcadores o también "charrugas" surcadoras, similares a las utilizadas para los surcos de siembra." ABONAMIENTO El abonamiento de la plantilla puede fraccionarse en 2 ó en 3 aplicaciones. La primera se hace al momento de la siembra, aplicando la totalidad de la dosis del fósforo y una parte de la del nitrógeno. Si se di tribuye solo en 2 partes, la segunda y última porción se aplicará entre los 2 y 3 meses, aproximadamente con el octavo riego según el programa de labores propuesto. En esta oportunidad iría la totalidad del potasio y el remanente del nitrógeno. Si la distribución es en 3 partes, entre 1.5 y 2 meses se aplicaría la segunda porción: la mitad del potasio y la mitad de lo que resta del nitrógeno. La tercera y última aplicación se haría entre los 3 y 3.5 meses. La última aplicación puede hacerse en forma mecanizada con la operación de aporque. MANEJO DEL SUELO EN FUNCIÓN DE LAS SOCAS COSECHA Es una labor costosa y difícil. De la oportunidad de su ejecución, depende el aprovechamiento o el desperdicio de azúcar producido durante todo un ciclo del cultivo. Ella comprende: el corte, el alza y el acarreo de la caña hasta el patio del central o factoría, operaciones que deben efectuarse en forma muy sincronizada, para que la caña sea cortada y entregada para su beneficio, antes de que inicie los procesos de deterioro o degradación de los azúcares. La cosecha hay que hacerla cuando la planta alcance su óptimo estado de madurez, su máximo contenido de azúcar recuperable y su mínimo de humedad, sin que este secado llegue a producir el desdoblamiento del azúcar almacenado en la planta, ni a afectar la brotación del próximo ciclo del cultivo. Estos objetivos se alcanzan, con la preparación del cultivo para la cosecha, a través de un eficiente control del riego durante el período de maduración. Las razones con que se destacó la importancia de una eficiente operación de siembra, sobre la producción y la rentabilidad del cultivo de la caña de azúcar, son válidos para justificar la ejecución de una eficiente labor de cosecha, en la que se reduzca al mínimo los daños a la cepa y así garantizar una buena geminación o brotación de la próxima soca. RIEGO A diferencia de las plantillas, las socas inician su crecimiento con un sistema radicular desarrollado y en completa capacidad de funcionamiento, lo que les garantiza desde su brotación, una amplia zona de exploración radicular y de captación del agua y nutrientes del suelo. Esto permite efectuar los riegos con intervalos largos desde el inicio del cultivo, dada su baja demanda hídrica por su reducida capacidad transpirante y su amplia zona de captación. El primer riego de la soca, debe efectuarse inmediatamente después de sacada la caña del campo, pues la cepa durante el período de maduración, fue sometida a un régimen de sequía y en la cosecha, fue fuertemente maltratada con los equipos de corte, alza y transporte. El segundo, un día después de efectuada la labor de tratamiento de socas, unos 10 a 12 días después de concluida la cosecha. Aparte de las diferencias señaladas para el periodo inicial del desarrollo del cultivo, el riego de las socas es similar al descrito para las plantillas. TRATAMIENTO DE SOCAS Un día antes del segundo riego, de 10 a 12 días después de la cosecha, debe efectuarse el tratamiento de socas, operación que se realiza con los discos desaporcadores, retirando tierra por ambos lados del hilo de caña, para colocarla en la calle o separación entre hileras. Con esta labor se podan las cepas, se remodela el camellón o calle para facilitar el riego por gravedad y por surco, y puede aplicarse en forma mecanizada el primer abonamiento. También, si el suelo lo requiere, puede combinarse con una labor de subsolado en la misma operación. Entre 1,5 y 2 meses de edad y un día antes de un riego, debe efectuarse el aporque, siguiendo las mismas consideraciones y recomendaciones que se dieron para la plantilla. Con el aporque, puede hacerse la aplicación mecanizada del segundo y último abonamiento de la soca. ABONAMIENTO En las socas el abonamiento debe fraccionarse en 2 aplicaciones. La primera, se efectúa en forma mecanizada, entre los 10 y 12 días después de la cosecha; combinada con la labor de tratamiento de socas. En esta oportunidad, se aplica la totalidad del fósforo (si es necesaria la aplicación de este, elemento), la mitad del nitrógeno y la mitad del potasio. El segundo y último abonamiento, también puede hacerse en forma mecanizada con la operación de aporque, alrededor de los 2 meses después del corte, aplicando el remanente de la dosis de nitrógeno y de potasio requerido.
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