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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 25 Julio-Septiembre 1987 | ||||||
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FONAIAP DIVULGA No. 25 Julio-Septiembre 1987 |
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"Esta enfermedad parasitaria, causada por el Trypanosoma vivax, se encuentra ampliamente difundida en todo el país, presentando un índice de prevalencia cercana al 25%, y afectando por igual animales jóvenes y adultos, tanto de carne como de leche." Manuel
Toro Benítez,
Médico Veterinario. |
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La tripanosomiasis es una enfermedad parasitaria crónica caracterizada clínicamente por anemia, caquexia y trastornos de locomoción, que afecta a una amplia variedad de animales domésticos y salvajes, produciendo considerables pérdidas económicas en la industria ganadera de países tropicales y subtropicales. En Venezuela, tanto la tripanosomiasis bovina como la equina están ampliamente difundidas en todo el territorio nacional, siendo la causa de daños directos e indirectos en la ganadería del país. La tripanosomiasis equina, conocida en Venezuela desde principios del siglo IX, fue reseñada por primera vez en 1856, en Calabozo, en un informe del Doctor Llamozas. Posteriormente, en 1898, en el estado Apure el doctor Ignacio Oropeza observa un parásito en la sangre de caballos enfermos, denominándolo "hematozoarios del paludismo del caballo". En 1905 se logra finalmente la identificación del agente causal, cuando Rafael Rangel observa unos hemoparásitos flagelados en la sangre de caballos enfermos, relacionándolos con el tripanosoma de Evans, y en base a frotis enviados a Francia, Mesnil establece la identidad del parásito, el cual fue denominado Trypanosoma venezuelense (1910). En 1939, Kubes escribe una extensa monografía sobre la tripanosomiasis equina y hace una diferenciación entre ésta y la peste boba (anemia infecciosa equina). Actualmente, la tripanosomiasis equina aparece diseminada por todo el territorio nacional, siendo notorios sus efectos en la población caballar de los Llanos venezolanos. El Trypanosoma vivax, agente causal de la tripanosomiasis bovina, es señalado por primera vez en Venezuela por el doctor Enrique Tejerá (1920), quien lo denomina T. cazalboui. Su introducción en América se cree relacionada con una importación de bovinos cebú, provenientes de Senegal en 1830, traídos a la Guayana Francesa y las islas de Guadalupe y Martinica. Esta especie se adaptó, en ausencia de su transmisor natural: las moscas tse-tse, a un tipo de transmisión mecánica y, actualmente, su presencia ha sido señalada en muchos países de Centro América, Sur América y las Antillas.
En Venezuela, la tripanosomiasis bovina está ampliamente difundida en las diferentes regiones del país y su transmisión se atribuye a insectos hematófagos (tábanos, moscas bravas, etc.). Una encuesta serológica realizada en 1980, la cual abarcó rebaños bovinos ubicados en diferentes estados del país, mostró un índice de prevalecía del 25,5% no habiendo diferencias marcadas entre los grupos etarios del rebaño ni entre los diferentes tipos de explotación (leche y carne). La obtención de un diagnóstico positivo es
importante, tanto para el tratamiento individual como para el control y/o prevención de la enfermedad. Los
síntomas clínicos, por otra parte, no son característicos, por lo cual es siempre necesario recurrir a las técnicas de laboratorio o métodos parasitológicos directos que hacen posible la detección e identificación de las
especies de Trypanosoma presentes. La infección por Trypanosoma presenta, además, un curso crónico durante el cual el número de parásitos en sangre varía notablemente, originando oleajes parasitarios periódicos en cuyos intervalos de intensidad muy baja o casi nula, la mayoría de las técnicas directas de
diagnóstico no permiten la detección de los agentes infectan tes. Los métodos parasitológicos presentan, así,
ventajas y desventajas, dependiendo de la fase infecciosa y de la especie de
Trypanosoma actuante en un
momento determinado. Entre los métodos más utilizados podemos señalar: el frotis fresco, el frotis delgado o extendido, la gota gruesa, la punción ganglionar, la inoculación de animales de laboratorio (caso
particular del T. evansi), el cultivo (idem del T.
theileri) y la microcentrifugación o técnica de Woo. En los últimos años se ha venido desarrollando y aplicando con mayor énfasis la técnica de
Woo, la cual se basa en la similitud de peso específico existente entre los
tripanosomas y las células blancas de la sangre. Así que en una sangre centrifugada, los tripanosomas tienden a concentrarse en la misma zona en que lo hacen los glóbulos blancos y, al observar esta parte al
microscopio, se puede constatar la presencia de los organismos flagelados. La técnica mejora notablemente las posibilidades del diagnóstico y se recomienda su
utilización junto al frotis extendido que, además, permite la identificación del parásito.
El control y/o prevención de la tripanosomiasis por métodos inmuno-profilácticos (vacunas) es sumamente difícil como consecuencia de un fenómeno conocido como "variación antigénica", o sea, la particularidad que tienen los tripanosomas para variar su constitución antigénica, correspondiendo cada oleaje parasitario a una población diferente de tripanosomas. Esta capacidad de variación de los tripanosomas dificulta en sumo grado el desarrollo de vacunas contra la tripanosomiasis y, en consecuencia, el único método disponible hasta la fecha es la profilaxis mediante drogas. Existen en el mercado diversas drogas que se usan con tal fin. En el Instituto de
Investigaciones Veterinarias se ha ensayado con una droga conocida como Isometamidium
(SamorinR, TrypamidiumR), la cual ha mostrado tener un efecto profiláctico adecuado contra las infecciones causadas por el
T. vivax en bovinos. Los ensayos citados han
mostrado que el Isometamidium actúa eficiente mente tanto terapéutica como profilácticamente frente a esta
especie de Trypanosoma, dando una protección que osciló entre 4 y 6 meses. Por otro lado,
el lsometamidium no mostró ningún efecto curativo ni protectivo contra la infección causada por
T. evansi (=
venezuelense) en ratas y yeguas infectadas en forma experimental. Así, su uso como método preventivo estaría indicado solamente contra la tripanosomiasis bovina causada por
T. vivax. La dosis a utilizar sería entre 1 y 2 mg/kg de peso vivo y sería aplicada dos veces al año de acuerdo a la aparición de los brotes de
tripanosomiasis en los rebaños bovinos, hecho que generalmente se reporta a la entrada y salida de agua en las regiones seriamente afectadas por esta
enfermedad. |
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