FONAIAP DIVULGA > Colecci�n > N�mero  27   Enero-Marzo  1988

  FONAIAP   DIVULGA  No.  27                                                                                                                       Enero-Marzo    1988


La investigaci�n  desarrollo del cultivo en el fomento integral de la producci�n arrocera

En este trabajo se propone un plan integral  de fomento de la producci�n arrocera, basado en premisas b�sicas que deber�n  cumplirse, mediante la contribuci�n de los sectores de investigaci�n,  transparencia de tecnolog�a y productivo,  y a trav�s de la  integraci�n  de las  acciones instituciones planificadas y programadas bajo un enfoque de an�lisis y desarrollo de sistema.

Luis  Fernando Arias
Ingeniero Agr�nomo. M.Sc. Investigador V. FONAIAP-Estaci�n Experimental Guarico Calabozo. 


  El arroz parece constituir la �nica posibilidad cierta en los pa�ses tropicales para satisfacer las demandas crecientes de alimentos y morigerar el continuo descenso del consumo energ�tico de los estratos de bajos ingresos de la poblaci�n. Este cereal originario del piso basal tropical es el �nico para el cual pueden esperarse altos rendimientos promedios en grandes superficies en nuestras condiciones. Las condiciones ecol�gicas para el ma�z y a�n menos para el trigo permitir�an esperar resultados similares. El sorgo, por no constituir hasta ahora, en los pa�ses americanos, un cereal de consumo directo, no puede cumplir sino muy limitadamente el rol del arroz. 

  Las ra�ces y tub�rculos que constituir�an una alternativa importante para la suplencia de las necesidades energ�ticas se vinculan a sistemas de producci�n cuya posibilidad de ampliaci�n est� limitada por factores pol�ticos, sociales y econ�micos que no es el caso analizar en este trabajo. Estos cultivos, sin embargo, deber�n ser fomentados igualmente en la peque�a agricultura para que contribuyan tambi�n al abastecimiento energ�tico de la poblaci�n. 

  Por otra parte, las estructuras poblacionales actuales y las tendencias, se perfilan en la mayor�a de los pa�ses subdesarrollados latinoamericanos, hacia un crecimiento desmesurado de la poblaci�n urbana en comparaci�n con la rural, cuyo ejemplo m�s conspicuo es el venezolano que ha llegado a la cifra de 82% de poblaci�n urbana y 18% de poblaci�n rural. Esta situaci�n demanda una alta productividad de la agricultura y un patr�n mecanizado que presiona hacia la producci�n en monocultivo. Tal situaci�n, indeseable desde todo punto de vista, presionar�a tambi�n hacia el cultivo del arroz, puesto que es el �nico cereal que hist�ricamente ha mantenido su producci�n bajo formas tradicionales de monocultivo durante milenios, sin deterioro de los recursos naturales de base, sin uso de mecanizaci�n, agroqu�micos y escasos fertilizantes qu�micos. 

  No obstante, parece tambi�n posible producir arroz con alto rendimiento y bajos insumos en sistemas mecanizados, con bajo impacto ecol�gico. Tal b�squeda ser�a indispensable para que realmente el arroz pueda llegar a constituirse en la base de la alimentaci�n energ�tica de las clases populares. 

  Hasta ahora ning�n pa�s tropical ha podido superar su d�ficit agroalimentario, sin la participaci�n mayoritaria del arroz en la dieta, y, por ende, en la producci�n de alimentos. 

  En Venezuela, a pesar que su producci�n ha disminuido considerablemente en los �ltimos a�os, hasta el punto de haber llegado a ser deficitaria, una serie de indicios parecen obligar hacia una ampliaci�n y est�mulo de su producci�n. El consumo tambi�n ha disminuido notoriamente, se ha contra�do desde 27 Kg. per c�pita a�o de arroz pulido en el a�o 1980 hasta 17 Kg. per c�pita en 1986, y posiblemente a mucho menos en 1988, debido a los �ltimos aumentos de precio al consumidor y por la marcada escasez que se ha registrado. 

  Este estado de cosas ha sido causado principalmente por el alto precio relativo que presenta el producto en relaci�n a sus suced�neos (pastas, pan, harina precocida de ma�z, etc.). Puede asegurarse que esta situaci�n va a cambiar en los pr�ximos a�os, debido a la fuerte imposibilidad de seguir importando trigo por la creciente escasez de divisas y la tendencia a la devaluaci�n del bol�var. Un indicio reciente de los cambios que se perfilan es la reciente medida de eliminaci�n del d�lar de Bs. 7,50 para las importaciones de trigo y el aumento coyuntural del trigo en el mercado internacional. De estas evidencias y la necesidad de sentar las bases para enfrentar los problemas que se avecinan, es como surge la necesidad perentoria de formular un plan integral de fomento de la producci�n arrocera, a cuya formulaci�n deber�n contribuir el Estado, los productores, la agroindustria y los dem�s sectores sociales y econ�micos implicados. Ese plan deber� formar parte de una pol�tica global del sector agr�cola en particular y de la pol�tica agroalimentaria en general.

  Nuestro papel aqu� ser� apenas el contribuir con algunos conceptos generales para su formulaci�n yen lo relativo al rol que jugar�an en el plan, los aspectos de investigaci�n-desarrollo. 

  Premisas que deben dar base al Plan Integral de Fomento de la Producci�n Arrocera 

  Para que la producci�n arrocera pueda cumplir con el objetivo de ser la base principal de la alimentaci�n energ�tica nacional y, por tanto, para que se de un alto consumo de arroz, deben cumplirse dos condiciones b�sicas: 

Una alta oferta permanente del producto 

Un bajo precio relativo al consumidor 

  Para que ambas condiciones puedan ser satisfechas es obligatorio que haya un alto est�mulo a la producci�n de arroz. Ello s�lo resultar� de una arm�nica combinaci�n de la pol�tica de precios del producto y de sus suced�neos y una garant�a de alta rentabilidad para el productor, en primer lugar, y para los otros agentes de la cadena (agroindustria procesadora y comerciantes), en segundo lugar. 

  La �nica forma como el productor puede obtener, bajo la situaci�n de alto consumo, alta producci�n nacional y bajos precios del producto y una buena rentabilidad, es, produciendo con una alta productividad y bajos costos de producci�n. Bajos costos de producci�n s�lo podr�n derivar de una racionalizaci�n y econom�a del uso de los insumos y de una serie de medidas que se analizar�n posteriormente. 

  Contribuci�n de la investigaci�n, la transferencia de tecnolog�a y del sector productivo al cumplimiento de tales premisas 

  El logro de una alta productividad con bajos insumos necesita del concurso de varios factores de importancia muy similar, como son: 

a. Suplencia peri�dica y sistem�tica de variedades de altos rendimientos resistentes a plagas y enfermedades. Es menester un fuerte apoyo material a las investigaciones del FONAIAP para poder realizar en el pa�s programas de hibridaci�n con l�neas promisorias y contar as� con la posibilidad de una mayor amplitud de selecci�n de cultivares desde las primeras generaciones; utilizar m�todos de propagaci�n y presi�n de selecci�n que permitan varias generaciones por a�o; usar m�todos de la biotecnolog�a para aspectos del mejoramiento, donde es factible su aplicaci�n y continuar, pero en forma intensiva, con los programas que han sido los responsables de la producci�n de las variedades actuales. 

b. Producci�n de semilla de alta calidad de los actuales y de los nuevos cultivares que produzcan los programas de mejoramiento. Ello supone una supervisi�n estricta y permanente de su producci�n y mecanismos cada vez m�s eficientes de control de calidad. En estas materias es necesario innovar, utilizando y desarrollando m�todos cada vez m�s adaptados a nuestras condiciones y equipamiento adecuado para la vigilancia del proceso. 

c. Racionalizaci�n del uso de los fertilizantes. Varias medidas son posibles con este objetivo. En primer lugar se necesita calibrar los m�todos de an�lisis de suelos para condiciones particulares. En segundo lugar, el productor deber� enviar anualmente muestras de laboratorio para ajustar la dosis de fertilizantes en funci�n de las recomendaciones; en este mismo sentido y con el prop�sito de disminuir los riesgos de plagas y enfermedades, deber� disminuir el uso de nitr�geno en invierno. En tercer lugar, se deber� propender al uso de fuentes primarias de elementos para evitar los desperdicios que casi siempre implican las f�rmulas. La racionalizaci�n del uso de los fertilizantes se justifica en la actualidad por una disminuci�n del impacto ecol�gico ya mediano plazo, por el casi seguro aumento de sus costos. 

d. De especial importancia ser� el control estricto del proceso productivo por parte del productor con el apoyo de la asistencia t�cnica oficial o privada. La presencia del productor o de un encargado capacitado, resulta insustituible para lograr niveles crecientes de control del proceso y realizar oportunamente las labores de controlar la l�mina de agua, mantener vigilancia sobre las plagas, malezas y enfermedades; as� como realizar controles sobre la base de los niveles de da�os, evitando las aplicaciones de pesticidas de tipo preventivo o calendarios que contribuyen, tanto a aumentar los costos como a producir da�os ambientales al equilibrio ecol�gico que impidan la acci�n y proliferaci�n de organismos ben�ficos. 

e. En materia de plagas y enfermedades la investigaci�n deber� contribuir con la puesta a punto de mecanismos para el control integrado de plagas y enfermedades, a trav�s de medidas culturales, determinaci�n de umbrales econ�micos de da�os, control biol�gico, medidas de sanidad vegetal y con estudio de la biolog�a y condiciones ecol�gicas para el desarrollo y enriquecimiento paulatino de predatores y enemigos naturales, tanto de los insectos-plagas como de los vertebrados-plagas (roedores, patos, gallitos, etc.). 

f. La investigaci�n sobre laboreo y formas alternativas de mecanizaci�n de las labores resulta indispensable dado los deterioros que se est�n produciendo sobre los suelos y el alto costo que representan la preparaci�n de tierra y el uso de aplicaciones por avi�n. 

g. Otra necesidad importante, tanto para contribuir a una alta productividad con bajos costos ya una alta producci�n permanente, es localizar aquellas tierras ecol�gicamente aptas que con un m�nimo costo de desarrollo puedan dar base a una agricultura de arroz bajo riego. Como la agricultura de secano no resultar�a econ�mica bajo las premisas establecidas y la dotaci�n de agua a trav�s de sistemas de riego tradicionales tan costosa en la actualidad, lo que tampoco cumplir�a con las premisas, ser� necesario localizar, a trav�s de un estudio interdisciplinario el conjunto de tierras, que adem�s de poseer condiciones ecol�gicas propicias para la producci�n de arroz, puedan acondicionarse con bajos costos de desarrollo, aprovechando las ventajas de localizaci�n de esas tierras con relaci�n a fuentes de agua de f�cil bombeo (orillas de drenajes, ca�os, r�os). Este tipo de tierra abunda por ejemplo al sur del Sistema de Riego R�o Guarico, en Guariquito, Camagu�n, al sur de Portuguesa y Cojedes, al sur del distrito Arismendi del estado Barinas y en alguna proporci�n en el medio y bajo Apure. Unas 200-300 mil hect�reas puedan responder a estas exigencias. Ser�a necesario constituir con el apoyo de las instituciones oficiales y el respaldo del sector privado, un equipo de evaluaci�n de tierras que defina y localice tales recursos en un plazo breve para contribuir a ampliar la superficie bajo producci�n de arroz. 

  Ser� necesario, en este mismo sentido, hacer un aprovechamiento m�s eficiente de los sistemas de riego, especialmente del Sistema de Riego R�o Gu�rico, donde es posible producir durante todo el a�o y por tanto, cada agricultor puede cultivar arroz dos veces al a�o. 

  Dado que los cultivares en los dos per�odos son y ser�an distintos, que las plagas y enfermedades, yen menor grado las malezas, son diferentes y que adem�s una disminuci�n del uso de agroqu�micos permitir�a un mejor equilibrio entre plagas y sus enemigos naturales, se garantizar�a una situaci�n de impacto ecol�gico bajo y por tanto, condiciones permanentes para la producci�n de arroz. Se requiere del respaldo de la investigaci�n y la transferencia de tecnolog�a; el apoyo material del Estado, de los productores y de la agroindustria ser� indispensable. 

  En el Sistema de Riego R�o Gu�rico, ser� menester coordinar los esfuerzos del Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Agricultura y Cr�a, los entes financieros privados y del Estado, los abastecedores de insumos, etc., para garantizar una siembra de verano temprana en septiembre y octubre; una siembra de invierno cuya primera fase pudiera ser realizada bajo riego y con la lluvia completar el segundo ciclo anual. Se est� consciente que para lograrlo se necesitar�an carreteras bien mantenidas, tanto fuera como dentro de las parcelas y un mejor control de la l�mina para disminuir los vol�menes unitarios de agua y poder ampliar la superficie bajo riego en ambas �pocas. Por supuesto, en el Sistema de Riego R�o Gu�rico, existen numerosas parcelas con pozos profundos que es necesario rescatar (especialmente en el sector campesino) y aliviar as� el papel del agua proveniente de la represa. 

  Condiciones indispensables para garantizar el aporte de la investigaci�n al Plan Integral de Fomento 

  Como podr� deducirse, todos estos aspectos relativos a la investigaci�n y transferencia de tecnolog�a, ser�n posibles en la medida en que se les d� un fuerte respaldo a estas labores por parte de los productores y sus organizaciones, por la agroindustria y el propio Estado. Con su colaboraci�n y aporte deber� crearse un Fondo de Apoyo a Proyectos de Investigaci�n que est�n dirigidos a sustentar el Plan Integral de Fomento.

  La asistencia t�cnica p�blica y privada deber� apoyar al productor en sus esfuerzos de control eficiente del proceso y aquella deber� sustentarse y alimentarse de los resultados permanentes de la investigaci�n.

  Condiciones sine qua non son la garant�a de cr�dito suficiente y temprano, la presencia permanente del productor o de un encargado capacitado, entrega oportuna del agua en los sistemas de riego y una asistencia t�cnica fuertemente respaldada por la investigaci�n para que el Plan opere. 

  Un plan como �ste no es ut�pico, en Colombia han apuntado hacia esa direcci�n y han conseguido mejorar ostensiblemente la producci�n, productividad y eficiencia econ�mica a trav�s de la racionalizaci�n en el uso de los insumos.  

   En vista que las bases actuales del FONAIAP para emprender y dar base a un plan como el propuesto son precarias en este momento, se requieren costos iniciales de cierta magnitud para dotar a las Estaciones Experimentales del Gu�rico y Portuguesa, del personal, de la infraestructura necesaria, de los equipos y de las facilidades indispensables. 

  Se piensa que una inversi�n inicial de unos 10 millones realizables en dos a�os y una cuota de mantenimiento de 3 millones por a�o, ser�an suficientes para dar inicio a los estudios propuestos, las instalaciones, etc. y conducir un programa s�lido de investigaci�n y transferencia. Con el aporte de las asociaciones, la industria, un cr�dito adicional del gobierno y el apoyo de organismos internacionales se puede hacer viable este programa. 

  Se requieren iniciativas conjuntas de los implicados en el proceso para la realizaci�n del Plan y/o la coordinaci�n y est�mulo de alguna instituci�n como el ILDIS o la Fundaci�n Polar, a quienes se propondr� un programa de acci�n para que respalden su formulaci�n.

Figura 1. La Investigaci�n y transferencia tecnol�gica dentro de un plan integral de fomento del cultivo de Arroz.