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FONAIAP DIVULGA No. 41 Julio-Diciembre 1992 |
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El Guacuco Tivela mactroides , su
explotaci�n pesquera Este articulo expone aspectos acerca de pesquer�a del guacuco, molusco conocido por su valor nutricional; a su vez, constituye el avance de un estudio emprendido por la Estaci�n Experimental Sucre, con el objetivo de evaluar su potencial pesquero, estado de explotaci�n y din�mica poblacional. Grabiel G�mez G. Investigador FONAIAP. EE
Sucre, Cuman� |
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El guacuco, Tivela mactroides (Born, 1978), es un molusco bivalvo perteneciente a la familia Veneridae, que junto con el chipichipi Donax denticulatus, conforme un recurso de gran importancia en las pesquer�as comerciales de regi�n oriental del pa�s, por su inter�s socioecon�mico y alto valor nutricional. Este molusco normalmente encuentra por debajo de la l�nea de la baja marea y prefiere. Los sedimentos fango-arenosos, siendo t�pico de playas sujetas a acci�n intensa de las olas. Los guacucos pueden alcanza una talla superior a los 3 cm, son filtradores y utilizan el fitoplancton como principal alimento. La fertilizaci�n es externa y poseen larvas planct�nicas (Fig. 1 ). Distribuci�n El guacuco tiene un amplio rango de distribuci�n geogr�fica en la Costa Atl�ntica del Continente Americano, comprendiendo desde M�xico hasta Brasil (Warmke Abbott, 1961). Venezuela dispone de ricos bancos de T. mactroides distribuidos en su mayor�a en playas arenosas expuestas acci�n intensa del oleaje, entre Ias que podemos citar: ensenada de La Guardia y playa La Restinga, en Margarita; bah�a de G�iria, Playa Grande, Playa Copey y Playa Patilla, en el estado Sucre; Tucacas y Boca de Aroa, en el Litoral Central, entre otras.
�rea de pesca La bah�a de G�iria se encuentra ubicada en la costa norte del estado Sucre, aproximadamente a 10 km de la ciudad de Car�pano, donde el guacuco se ha venido explotando comercialmente desde hace muchos a�os (Fig. 2). A pesar de ello, s�lo se tiene informaci�n de la producci�n pesquera del �rea desde el a�o 1986. Es a partir del a�o 1989 cuando, por resoluci�n de pesca No.488 del MAC, se establece una talla m�nima de captura de 21 mm (2,1 cm) de longitud dorsoventral (altura) como talla comercial (Fig.3). La intensidad de pesca de este recurso en el �rea, es relativamente baja y est� restringida a los pescadores de escasos recursos, los cuales realizan su explotaci�n con fines comerciales. Mano de obra Actualmente existe un promedio de 30 pescadores debidamente permisados por la Inspector�a de Pesca de Car�pano, dedicados a la extracci�n de este molusco. Estos faenan diariamente durante un per�odo aproximado de tres horas, obteniendo rendimientos promedios de 3 sacos/pescador (150 Kg. aproximadamente); estando sujeto a las condiciones ambientales, �poca del a�o y r�gimen mareal. Arte de pesca Hasta hace 20 a�os, la extracci�n de guacucos en el �rea se hac�a manualmente. Es a partir de los a�os 70 cuando se comienza a utilizar la rastra "guacuquera" (Foto 1, la cual est� formada por un esqueleto de metal (hierro) con dimensiones de 40 cm de largo por 37 cm de ancho y una altura de 12 cm. Este esqueleto est� cubierto por una malla pl�stica cuya luz es de 15 x 15 mm, que cumple la funci�n de saco, donde quedan atrapados los guacucos. La boca de la rastra tiene un largo de 37 x 12 cm de altura lleva soldada a su parte inferior una cuchilla o pala angular de 35 cm por lado y en la parte superior lleva inserto un palo o mango de aproximadamente 2 m de longitud, por medio del cual el pescador tira de ella durante la faena de pesca. Modo de operaci�n Los pescadores que se dedican a la extracci�n del guacuco operan la rastra manualmente, a distancias que van desde los 2 a 40 m a partir de la zona de socavaci�n, arrastr�ndola paralelamente a la costa.
Durante esta faena el pescador tira de la rastra (Foto 2), cuya pala penetra en el substrato unos 15 cm; profundidad aproximada hasta la cual se encuentra este bivalvo. Los guacucos as� extra�dos son depositados en un saco (Foto 3 y 4) y una vez terminada la faena de pesca son trasladados a la zona de desbullamiento. Proceso de desbullamiento Para la extracci�n de la pulpa (desbullamiento) de los guacucos, �stos son sometidos a un proceso de cocci�n (Foto 5). Luego son vaciados en un cedazo, agitado continuamente por un pescador para facilitar que la pulpa se desprenda de la concha (Foto 6), seguidamente esta pulpa es lavada y recogida en bolsas pl�stica para el posterior proceso de comercializaci�n. Comercializaci�n En su mayor�a, las capturas de guacuco provenientes de la pesca comercial son absorbidas en los mercados locales de la regi�n nororiental y centro occidental del pa�s. Actualmente el precio de la pulpa, a nivel del pescador, oscila entre 60 y 80 bol�vares por kilogramo; el precio incluyendo la concha Tras la faena de arrastre, se deposita el guacuco en sacos. El rendimiento aproximado es de 150 kg diarios. oscila entre 10 y 20 bol�vares por kilogramo. Investigaci�n pesquera En Venezuela, los estudios sobre el guacuco (T. mactroides) se han limitado a investigaciones sobre la ecolog�a y abundancia de poblaciones de la especie, desconoci�ndose hasta ahora aspectos biol�gicos y pesqueros importantes que son b�sicos para el conocimiento de la din�mica poblacional de este bivalvo y de sus posibilidades futuras como recurso pesquero.
Actualmente la Estaci�n Experimental Sucre est� desarrollando un programa de investigaci�n en Playa G�iria, con miras a evaluar el potencial pesquero de guacucos. conocer su estado de explotaci�n y aspectos de su din�mica poblacional. Esto permitir� emitir un diagn�stico bien fundamentado sobre este importante recurso, que a la vez servir� como marco referencial para las pol�ticas de manejo y administraci�n del mismo por parte de la Direcci�n General de Pesca y Acuicultura del Ministerio de Agricultura y Cr�a. Referencias Bibliogr�ficas NAACHI, W. 1972. Comparative study of functional morphology of Anamalocardia brasiliana (Gmlin, 1871) and Tivela mactroides (Born, 1778). Bull. Mar. Sci., 22 (3): 643-670. WAAMKE, G. L. & ABBOT, A. T. 1961. Caribbean Seashells. Dover Publications, Inc. New York. 348 p. 31 |