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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 41 Julio-Diciembre 1992 |
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FONAIAP DIVULGA No. 41 Julio-Diciembre 1992 |
En el campo Experimental de Quibor (Lara), se condujeron dos ensayos con la variedad " Río Grande p.s" cuyos objetivos fueron reducir las malezas y plagas que afectan el tomate, mediante la incorporación al suelo de diversas coberturas que previenen la erosión y conservan la humedad superficial. los resultados obtenidos demuestran las bondades de estas practicas, tal como se presenta en este trabajo. Augusto Aponte. Investigador FONAIAP EE El
Cují. Estado Lara. |
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Introducción Aun cuando resulta contradictorio, los productores de hortalizas del Valle de Quibor no; autoabastecen las necesidades vitales de, sus núcleos familiares en materia alimenticia y, al igual que los habitantes de sectores urbanos, se surten en mercados y bodegas. La siembra de hortalizas en Quibor se viene realizando principalmente a base de tomate y cebolla, con el enfoque de la política de zonificación y monocultivo en grandes extensiones, lo cual conduce a la contaminación de las fuentes esenciales para la vida, como son: aire, agua y suelo. En consecuencia, existe una amenaza severa para los usuarios directos del referencial tecnológico actual, que son los productores rurales y para la masa creciente: de consumidores; que no tienen forma de escapar de los residuos de los plaguicidas que se van acumulando en los tejidos grasos de todos los integrantes de las cadenas biológicas. El proyecto de investigación titulado "Recuperación de Suelos mediante Residuos de cosecha y Franjas de Policultivos." que ahora se conduce en la Estación Experimental Lara, intenta contribuir a reducir la contaminación de los suelos a través de técnicas de control de malezas basadas en la competencia biológica de la copa y la raíces, de cultivos acompañantes y en la situación del área entre los callejones con material orgánica que prácticamente inhibe el desarrollo de las especies indeseables. El modelo de asociación y rotación elegido incluyen: frutales, plantas rastreras y leguminosas, fue planificado para uso racional de tierra, de tal manera, que al mismo tiempo que toda el área intervenida se encuentra en distintas fases del proceso productivo, se están ejecutando tareas de conservación de suelos con adición de materia orgánica que tradicionalmente se quema. Las practica reseñada en este articulo tuvieron como objetivo: implantar un modelo de asociación y sus equivalentes de rotación de cultivos con desechos que permita conservar la humedad, mejorar las condiciones fisicoquímicas del suelo, controlar malezas y promover el autoabastecimiento familiar; así como también reducir las malezas y plagas principales que afectan al tomate, mediante la incorporación al suelo de diversa coberturas orgánicas que previenen la erosión y conservan la humedad superficial del mismo. El semillero para este trabajo se sembró con la variedad tomate " Río Grande p.s" en el Campo Experimental de Quibor, estado Lara, donde los suelos son arcillo- limosos, con buena capacidad de retención de humedad, bajo en fósforo y potasio, mediano en calcio, alto en aluminio intercambiable, bajo en materia orgánica, bajo en conductividad eléctrica pH entre 7,5 y 7,9. El clima presenta temperaturas promedio diaria de 27°C, precipitación promedio de 500 mm y evaporación de 1 600 mm de promedio materia anual. La pendiente es inferior al 1%. Esta actividad se ejecutó con dos ensayos adyacentes: uno, amarrado en estacas con mecatillo y otro, sin amarrar. Los tratamientos se organizaron entre las calles del tomate, de la forma siguiente:
En los dos ensayos se tomó la información siguiente: plantas en la hilera, racimos frutales, frutos sanos, frutos dañados por diversas causas, frutos dañados por el perforador del tomate, frutos con escaldadura, lombrices de tierra, pupas del perforador debajo de las coberturas, temperatura del suelo debajo de las coberturas, análisis de suelo y de microorganismos en el suelo y en los tejidos vegetales de las diferentes. coberturas y finalmente, diámetro de los frutos. Para los efectos de la siembra se trasplantó el día 20-11-1990 una densidad de tres plantas por metro, en hileras de 5 m; en el caso del tomate amarrado se dejó una separación entre hileras de 1,20 m y en el tomate sin amarre, la separación fue de 1,00 m. Después del trasplante se efectuaron 11 riegos por surco con el sistema de tapado del surco y dejarlo rebosar. Para eliminar las malezas al pie de las plantas, no protegidas por la materia orgánica, se efectuaron tres raleos manuales. Al inicio del ensayo se efectuó una sola aplicación de Metasistox a razón de 1 I/ha para controlar áfidos. Resultado obtenidos En el Cuadro 1 se observa el contaje de malezas a los 60 días después de la siembra, donde se destaca que el plástico de polietileno negro y la cobertura de caña de azúcar a razón de 90 t/ha ejercieron un control total de las malezas gramíneas, ciperáceas y hojas anchas, en las condiciones de los dos ensayos en discusión. Las coberturas de maíz, pino y caraota también ejercieron un excelente control de malezas al aplicarse en forma fraccionada cada 10 días después del trasplante del tomate. En el Cuadro 2 se observan los datos de la proporción de frutos dañados por el perforador del tomate Neoleucinodes elegantalis en cuatro cortes del ensayo. En el tratamiento con tela de mosquitero no se encontró ningún fruto dañado en la información tomada en el tercero y cuarto corte. Todas las medias de los tratamientos con cobertura estuvieron por debajo del testigo, pero los valores más bajos se identificaron en los tratamientos con cobertura de caraota, caña de azúcar y caraota más ceniza. En el Cuadro 3 se presentan los datos del número de frutos de tomate dañados por N. elegantalis en diversos tratamientos con coberturas orgánicas en el ensayo de tomate sin empalar. El valor más bajo de frutos dañados se presentó en el tratamiento con tela de mosquitero. De nuevo todas las medias de los tratamientos con cobertura fueron inferiores al valor de la media del testigo. En el Cuadro 4 se observa que el daño por escaldadura o de exposición solar fue mayor en los frutos sin empalar que en los frutos empalados, tal vez estos últimos frutos se protegen por la semisombra de las plantas levantadas y amarradas; en cambio, los que están encima de los tamos reciben la acción directa del sol. En ninguno de los dos ensayos bajo discusión se localizaron lombrices de tierra, lo cual evidencia el tratamiento inapropiado con plaguicidas que se viene practicando en forma genérica en el Valle de Quibor. Específicamente, en el sitio del ensayo se había aplicado Eptán y Sután para controlar corocillo, tres y cuatro años antes de esta experiencia. En el Cuadro 5 se presentan los datos del número de frutos sanos, el número y el porcentaje de frutos de tomate dañados por el perforador. De nuevo, en todos los tratamientos con diferentes coberturas el número y porcentaje de frutos dañados por el perforador (N. elegantalis) fue inferior al tratamiento testigo en los dos ensayos, en consideración. El valor más bajo y sin daño por perforador se observó en el tratamiento con tela de mosquitero como podía esperarse por su condición de aislamiento, casi completo. Pero conviene señalar que todos los tratamientos con cobertura vegetal presentaron promedios de daño por el perforador inferiores a los observados en el tratamiento con polietileno negro, en los dos ensayos.
En el Cuadro 6 se presentan los resultados del rendimiento del tomate 'Río Grande p.s.' expresado en gramos y su equivalencia en kilogramos por hectárea en los dos ensayos. En cuanto al tomate empalado, los rendimientos promedio más elevados en kg/ha lo presentaron los tratamientos con las coberturas siguientes: 1) pino (41611); 2) caraota (38983) y 3) caraota más ceniza (37433). Con relación al tomate sin empalar, los tratamientos con rendimientos sobre- salientes en kg/ha fueron los siguientes: 1) cobertura de caraota (32983); 2) cobertura de maíz (31066) y 3) cobertura de pino (30040). A estos rendimientos equivalentes en kilogramos por hectárea se le aplicaron ajustes hasta del 20% en rebajas para compensar por la pérdida efectiva de superficie sembrada que hay que dejar para los caminos de inspección. Conclusiones
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