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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 41 Julio-Diciembre 1992 |
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FONAIAP DIVULGA No. 41 Julio-Diciembre 1992 |
La necesidad de garantizar la eficiencia de los cultivos y la estabilidad de los agroecosistemas mediante el empleo racional de los controles, se evidencia en los frutales, en los cuales las moscas de las frutas pueden ocasionar daños de considerable magnitud. Esta primera entrega destaca la descripción del insecto y su captura, así como las reglas y recomendaciones que requieren de la acción conjunta del técnico y el productor, con el fin de mantener las plagas en límites tolerables. Nancy Boscán de Martínez |
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La creciente importancia económica que tienen las pérdidas ocasionadas por las plagas de los cultivos, ha sido preocupación permanente y justificada de los organismos encargados de proteger la agricultura del país. Hoy, más que nunca, estos problemas requieren de la atención y sobre todo de acciones enérgicas y bien articuladas. Los factores climáticos y el relieve topográfico existentes en Venezuela se combinan para formar una gran diversidad de medios ecológicos, proporcionando así condiciones favorables para una agricultura próspera y diversificada en la que los frutales juegan un papel sumamente importante. Pero como todos los cultivos, los frutos también son dañados por un gran número de plagas que si no se controlan o se previenen oportunamente, pueden llegar a constituir el factor limitante en la producción y ocasionar grandes pérdidas a la fruticultura. Los frutales en Venezuela, como en muchos otros países, son atacados por insectos que causan el agusanamiento de sus frutos y por esta razón se les conoce como gusanos de los frutos o moscas de las frutas. Las moscas de las frutas son insectos-plagas que afectan prácticamente a todos los cultivos frutales en el mundo. Los daños directos causados por las larvas en el fruto o indirectos por las limitantes en la comercialización de los productos, ocasionan pérdidas millonarias e incluso pueden provocar la desaparición de zonas frutícolas enteras. Las moscas de las frutas son insectos que pertenecen al orden Díptera y a la familia Tephritidae. Algunas especies tienen una extraordinaria capacidad de adaptación al ambiente, que les permite proliferar prácticamente en cualquier tipo de clima: frío, templado, semitropical y desértico. Algunos autores reportan alrededor de 1000 especies de estos insectos, señalándose en Venezuela más de 40. Destacan, por su importancia económica y cuarentenaria, los géneros Anastrepha, Toxotrypana y Ceratitis. Es muy importante comprender que se trata de un complejo y que generalmente son varias especies las que afectan nuestros frutos; sin embargo, muchas de las especies reportadas son de poca o ninguna importancia económica, ya que atacan frutos silvestres únicamente y no frutales comerciales. Los huertos frutales permiten la aplicación de un manejo agronómico avanzado y además se prestan perfectamente a la conformación de un sistema integrado de manejo de plagas. Dentro de sus limitantes permiten mantener un agroecosistema estable y el control integrado de las moscas de las frutas es perfectamente factible. A pesar de que el problema directo observado en el campo, son las moscas de las frutas (larvas dañando al fruto) y de que todos nuestros esfuerzos de control se encaminan a evitar este daño, la solución del problema involucra un marco mucho más amplio. El punto básico de cualquier programa de control 10 debe constituir una sólida organización de productores a nivel local, regional y nacional. Se parte de la premisa que el productor mismo será el ejecutor de las medidas de control y las entidades gubernamentales deben limitarse a desempeñar un papel de asesoría, apoyo y orientación. La organización debe ser la base de los elementos que mantengan una saludable explotación frutícola. Es importante considerar la permanente participación de los comerciantes y transportistas, ya que ellos contribuyen directamente en la comercialización de los frutos. Hay que considerar los factores socioeconómicos, geográficos y políticos de cada región (ejemplo: muchas veces lo que es útil en un lugar no lo es en otro). El técnico y el productor deben adaptarse a las condiciones locales y mantener una constante vigilancia para desarrollar nuevas estrategias.
La alternativa más viable para permitir la libre comercialización de los frutos, es el manejo intregado de moscas de las frutas. Identificación y ciclo biológico de las moscas de las frutas Uno de los puntos básicos de cualquier programa de manejo integrado de moscas de las frutas como de cualquier otro insecto-plaga, es la identificación exacta del mismo. Aunque en todos los casos, el daño es el mismo (larvas dentro del fruto), cada especie tiene características particulares y diferentes comportamientos. Una certera identificación nos permitirá partir de una base sólida que coadyuvará grandemente para lograr diseñar una adecuada estrategia de control. Por ejemplo, si se desea aplicar la técnica del insecto estéril (TIE), liberando grandes cantidades de insectos estériles de cierta especie que no existe, los esfuerzos serán inútiles. Para fines de protección cuarentenaria la identificación correcta de las especies exóticas es vital, ya que éstas pueden invadir nuestro país afectando gravemente regiones frutícolas de importancia.
Descripción de los diferentes estados biológicos Huevos: pueden diferir en forma y tamaño en las distintas especies. Por lo general, son de color blanco cremoso, de forma alargada y ahusada en los extremos, su tamaño es menor de 2 milímetros. Larva: la longitud de las larvas varía de 2 a 15 mm. Muestran una forma vermiforme; es decir, ancha en la parte caudal y adelgazándose en la cabeza; de color blanco a amarillento. Pupa: es una cápsula de forma cilíndrica con 11 segmentos; el color varía en las distintas especies presentándose diversas tonalidades entre ellas que varían entre las combinaciones de color café, rojo y amarillo; su longitud es de 3-10 m m y su diámetro de 1,25 a 3,25 milímetros. Adulto: el color del cuerpo es amarillo, anaranjado, café o negro y combinaciones de estos colores; se encuentran cubiertos de pelos o cerdas, llegando a medir de 1,5 a 6 mm de longitud. La cabeza es grande y ancha; la cara recta o inclinada hacia atrás, frente ancha, ojos grandes; generalmente de color verde luminoso violeta, antenas formadas por tres segmentos cortos y presentan aristas. El tórax presenta bandas o manchas que difieren en distintas especies. Las alas son grandes, con bandas y manchas de color negro, café, naranja y/o amarillo, formando patrones de coloración. Para identificar un adulto de moscas de las frutas los caracteres morfológicos básicos que se toman en cuenta son:
Biología y ecología de las moscas de las frutas Se trata de organismos muy dinámicos, algunas especies bajo condiciones tropicales, pueden completar hasta diez generaciones al año. Presentan una gran adaptabilidad en los agroecosistemas frutícolas con condiciones óptimas para su desarrollo y su grado de infestación y multiplicación es masiva. De acuerdo con las exigencias del ambiente y la época del año, se desplazan de una planta a otra, manteniendo niveles de población muy elevados. Cuando una hospedera preferida (planta en la que pueden terminar su ciclo) termina su fructificación emigran a otra, lo que les permite completar una nueva generación. A veces atacan simultáneamente tres o cuatro hospederos. Cada especie se caracteriza por preferir cierto tipo de fruto o familia de frutos y es por ello que sus nombres comunes se relacionan con su hospedero preferido: mosca del níspero (Anastrepha serpentina), mosca de la guayaba (Anastrepha striata), mosca del mango (Anastrepha obligua), mosca de la lechosa (Toxotrypana curvicauda). En algunas especies, el hospedero en una zona, área o lugar no es el mismo para otra región. Ejemplo, la mosca del mediterráneo (Ceratitis capitata Wied.), en Nicaragua, prefiere el almendrón (Terminalia catappa), en cambio, en Guatemala, prefiere el café (Caffea arabiga), aunque el almendrón es muy abundante. Lo anterior es un principio básico de la ecología de estos insectos; constantemente están ampliando su rango de hospederos y sufriendo procesos de especiación. Cuando son introducidos en un nuevo lugar amplían poco a poco el número de especies frutales atacadas. Para comprender mejor estos fenómenos de comportamiento, describiremos en detalle el ciclo biológico de estos insectos. Aunque se insiste en que la duración de cada estado biológico depende directamente de la especie que se trate y de las condiciones ambientales en que se encuentra. La hembra grávida inserta su ovipositor en el fruto y deposita una serie de huevecillos por debajo de la cáscara o en la pulpa. De los huevecillos emergen las larvas o gusanos las cuales se alimentan de la pulpa hasta completar tres etapas de desarrollo en la misma. La maduración de la larva generalmente coincide con la maduración del fruto y la caída del mismo. Una vez madura, la larva abandona el fruto y se entierra a pocos centímetros de profundidad (4-8 cm), se convierte en pupa; después de algún tiempo, emerge el adulto que iniciará un nuevo ciclo de vida. Cuando el adulto emerge de la pupa se moviliza por entre el sustrato de pupación, si es tierra toma ventaja de los espacios de la estructura del suelo. Las moscas, recién emergidas, están blandas y húmedas por lo que buscan un refugio (hojas secas caídas, troncos, etc.) donde permanecen estáticas, secándose y extendiéndo las alas. Sus alas aún no adquieren la coloración típica y su vuelo es corto. Una vez secas, se activan y vuelan a la parte superior de algún árbol (generalmente el mismo que está cubriéndolas) donde buscan alimento. Este lo encuentran en néctares, frutos maduros que presentan heridas (aunque estén tirado sobre el suelo), en secreciones de troncos y hojas y en las secreciones de áfidos y otros insectos chupadores. De tres a diez días después, llegan a su madurez sexual, la cópula tiene lugar y el ciclo se repite. Mecanismo de detección Muestreo El objetivo principal del muestreo es detectar la presencia de la plaga y observar el grado de infestación, para tal fin debe extenderse a hospederos silvestres para prever una posible infestación en huertos comerciales en el momento de la fructificación. Se debe contar con datos fidedignos sobre la época de fructificación de los hospederos reales y potenciales (cultivados y silvestres), aun cuando no se pueda tener datos exactos sobre fenología, es importante conocer la época de la floración y fructificación de cada frutal. A su vez, es necesario tener la ubicación exacta de todos los huertos comerciales y los hospederos silvestres en mapas donde se indiquen las vías de comunicación. En un programa de manejo integrado de moscas de las frutas los objetivos básicos del muestreo son:
Un buen sistema consiste en muestrear una parte significativa de los frutos caídos (el 25% por ejemplo), posibilitando la obtención de un buen indicador de la presencia de larvas. Es importante mencionar que debe hacerse también en frutos que todavía están en el árbol. El tamaño de la muestra será de acuerdo con la extensión del terreno y al número de árboles en producción: pero deberá procurarse que sea lo más significativa posible, realizando esta actividad semanalmente. Se recomienda:
Trampeo El trampeo es un factor importante en el sistema de monitoreo del insecto-plaga. Para especies del género Anastrepha está basado únicamente en la utilización de atrayentes alimenticios, pues hasta la fecha, no ha sido posible desarrollar un atrayente sexual de mayor eficacia. Para la mosca del mediterráneo Ceratitis capitata la feromona sexual sintética se conoce como Trimedlure. El tipo de trampa más efectivo para el estudio de poblaciones de moscas del género Anastrepha es la llamada Mc Phail y el cebo alimenticio más eficiente es la proteína hidrolizada, adicionándole un conservador del material biológico capturado, tal como el bórax. Otro cebo que puede ser utilizado es la melaza o productos de fermentación. Para C. capitata la trampa Jackson ha resultado muy eficaz, utilizando la feromona sexual como atrayente y una sustancia adhesiva como dispositivo de captura. El trampeo es una actividad esencial para detectar la presencia de la plaga y seguir su población; además, proporciona la información necesaria, junto con el muestreo, para diseñar las estrategias de control dentro de un programa de manejo integrado. Reglas Generales
Recomendaciones
Una vez obtenida la Información básica se procede a estructurar las rutas de trampeo Una ruta de trampeo consiste de 50-80 trampas diarias que pueden ser revisadas por una persona en un día de trabajo, dependiendo de las distancias o de la topografía del terreno. Si es un huerto comercial una persona puede revisar hasta 100 trampas
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