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  FONAIAP   DIVULGA  No.  42                                                                                                                          Enero-Abril    1993


El cultivo de la Arveja en los Andes venezolanos

Manuel Monsalve.  Investigador FONAIAP CIAE M�rida

Se tratan aspectos agron�micos como las condiciones y manejo que favorecen altos rendimientos de esta leguminosa de gran producci�n mundial y consumo masivo, la producci�n de semilla y variedades apropiadas seg�n destino postcosecha.


La arveja (Pisum sativum L.) es una leguminosa herb�cea anual que vegeta normalmente en climas templados, templado fr�o y h�medo. Como planta cultivada es muy antigua, y su empleo en la alimentaci�n humana y animal se remonta a 6000 - 7000 a�os antes de Cristo. La arveja es originaria de Asia Central, Cercano Oriente y Mediterr�neo.

El cultivo de la arveja seca se efect�a en alrededor de 8 millones de hect�reas, se ubica en el tercer lugar dentro de la superficie destinada a las legumbres secas en el mundo, luego de la caraota y el garbanzo. Rusia es el primer pa�s productor, le siguen China, India, Estados Unidos, Canad� y otros.

Requerimientos clim�ticos

La planta se comporta muy bien en clima templado y templado-fr�o, con buena adaptaci�n a per�odos de bajas temperaturas durante la germinaci�n y primeros estados de la planta. Esto favorece su enraizamiento y macollaje.

Su per�odo cr�tico a bajas temperaturas ocurre, por lo general, a partir de la floraci�n de las vainas. En estas condiciones pueden ocurrir da�os por heladas de cierta intensidad. En general, las variedades de grano liso presentan mayor resistencia al fr�o que las rugosas. Tambi�n, las de hojas verde oscuro tienen mayor tolerancia que las claras.

Requerimientos ed�ficos

La arveja es una especie que requiere suelos de buena estructura, profundos, bien drenados, ricos en nutrimentos asimilables y de reacci�n levemente �cida a neutra. Los mejores resultados se logran en suelos con buen drenaje, que aseguren una adecuada aireaci�n, y, a su vez, tengan la suficiente capacidad de captaci�n y almacenaje de agua para permitir su normal abastecimiento, en especial durante su fase cr�tica (per�odo de floraci�n y llenado de vainas).

Un drenaje deficiente que favorezca el "encharcamiento", inclusive durante un breve per�odo despu�s de las  lluvias o el riego, es determinante para provocar un escaso desarrollo y, en muchos casos, p�rdidas por ataque de enfermedades.

Elecci�n y preparaci�n del terreno

Deben elegirse lotes bien drenados (buena infiltraci�n y/o escurrimiento superficial). En caso de suelos con infiltraci�n lenta, se deben buscar aquellos bien estructurados, con alto contenido de materia org�nica y con moderada pendiente, donde el exceso de agua de lluvia puede escurrir, sin provocar da�os por erosi�n.

Los campos bajos o planos, de dif�cil escurrimiento y lenta infiltraci�n, no conviene destinarlos a la siembra de arveja; en estas situaciones dif�cilmente se logran cultivos rentables. Los mejores rendimientos se obtienen cuando se siembra en campos altos, descansados, de buena estructura, como los que provienen de uno a dos a�os de agricultura, luego de un per�odo de pastura. Los de potrero, por lo general, no son convenientes debido a la alta infestaci�n de malezas, salvo en casos de roturaci�n temprana y control de las mismas.

Para lograr una buena implantaci�n del cultivo se requiere una adecuada "cama" de siembra. Suelo mullido, sin grandes terrones ni rastrojos sin descomponer, sin capas densificadas que dificulten el desarrollo de ra�ces y con una adecuada humedad que permita una r�pida emergencia de las pl�ntulas. Las labores de implantaci�n dependen de las caracter�sticas del suelo y de la sucesi�n de cultivos a que est� sometido el lote. Cuando el cultivo anterior permite efectuar barbecho (ma�z, trigo, etc.) debe semiincorporarse el rastrojo con rastra lo antes posible despu�s de efectuada la cosecha. En el caso de aprovechar el rastrojo para pastoreo, el mismo debe llevarse a cabo en forma intensiva; es decir, muchas "cabezas" por unidad de superficie y en un lapso relativamente breve. Una vez retirado el ganado, efectuar el rastreo, iniciando el per�odo de barbecho.

Durante este tiempo debe trabajarse peri�dicamente el suelo para evitar la proliferaci�n de malezas ya su vez favorecer la descomposici�n gradual de los restos vegetales. Esta descomposici�n permite el reciclaje de nutrientes y la incorporaci�n de materia org�nica que da estabilidad a los agregados del suelo.

Antes de la siembra debe refinarse el suelo, operaci�n realizada generalmente con rastra. En caso de que el suelo quede muy suelto, se pasa el rolo para dar firmeza a la "cama" y lograr una mayor uniformidad de siembra.

Fertilizaci�n

Dado que la arveja es de ciclo relativamente corto y posee un sistema radical poco extendido y no alcanza a explorar exhaustivamente el suelo, requiere una alta dotaci�n de nutrientes asimilables para desarrollar y producir altos rendimientos.

En sus estados iniciales, la planta de arveja debe absorber el nitr�geno del suelo mientras no est� disponible el aporte que efect�an las bacterias simbi�ticas. A partir de este momento, por lo general, no es necesaria su aplicaci�n por medio de la fertilizaci�n. El suelo debe proveer los dem�s nutrientes, de all� que la necesidad de fertilizar y el fertilizante a aplicar, est�n determinados por la disponibilidad de nutrientes del mismo y por las exigencias de la plana; es decir, debe adecuarse a cada situaci�n en particular.

En la regi�n andina es com�n encontrar suelos deficientes en f�sforo. Los trabajos de arveja conducidos por la Estaci�n Experimental M�rida, determinaron que se pueden obtener incrementos significativos de rendimiento cuando la disponibilidad del suelo es mayor de 15 ppm de f�sforo (partes de mill�n de P205).

El muestreo de suelos con fines de diagn�stico debe realizarse cuidadosamente y siguiendo estrictas normas de muestreo, dado que constituye la llave del �xito o fracaso del an�lisis del suelo como herramienta para diagnosticar la fertilizaci�n. Para el caso que nos ocupa deben efectuarse las siguientes recomendaciones:

  • Tomar muestras superficiales (O -15 cm) con suficiente antelaci�n a la siembra para permitir su remisi�n, secado, preparaci�n y an�lisis del suelo.

  • Tomar tantas muestras compuestas como situaciones diferentes se tengan; situaciones determinadas por topograf�a, sucesiones de cultivos, labores, etc.

  • Si en el lote existiera alg�n sector bajo o que haya tenido una explotaci�n o manejo diferente al resto, �se se muestrear� separadamente.

  • Cada muestra compuesta deber� estar conformada por 25-30 muestras simples tomadas del lote, al azar, evitando los bordes. Conviene recorrer el cuadro en zig-zag o en diagonal.

  • Se considera que por cada 30 ha es necesario tomar una muestra compuesta.

Las muestras as� obtenidas deben colocarse en bolsitas de polietileno, limpias y debidamente identificadas. Al atar la bolsita colocar por fuera la etiqueta y remitir al laboratorio a la mayor brevedad. Adjuntar informaci�n complementaria referida a la identificaci�n de la muestra, nombre del productor, localidad, fecha del muestreo, lote o cuadro, antecedentes culturales, cultivos precedentes, laboreo, especies a sembrar, etc.

Momento, forma de aplicaci�n del fertilizante

El f�sforo es un nutriente muy poco m�vil y reacciona gradualmente con los componentes del suelo, torn�ndose no asimilable para las plantas. Esta reacci�n depende de las caracter�sticas del suelo y del producto aplicado. Todo ello debe tomarse en consideraci�n para lograr la mayor eficiencia en la fertilizaci�n fosfatada.

Conviene aplicar los fertilizantes fosfatados solubles, en forma localizada a unos 15 d�as despu�s de la siembra, cuando la planta tenga ra�ces algo desarrolladas, para evitar el no abastecimiento por fijaci�n. El producto debe quedar colocado en una o dos bandas al costado y por debajo de la l�nea de siembra o bien en una banda por debajo de las semillas.

Cuando no se cuenta con la m�quina adecuada puede aplicarse al voleo e incorporarlo con rastra previo a la siembra. Esta forma es menos eficiente que la localizada.

Fertilizantes, dosis recomendadas

Como fuente fosfatada puede utilizarse el superfosfato triple de calcio (0-46-0) o en su defecto, fosfato diam�nico (18-46-0). El nitr�geno es aprovechado por las plantas de arveja en sus primeras instancias de desarrollo. Las cantidades recomendadas var�an seg�n la disponibilidad de f�sforo del suelo y la forma de aplicaci�n. En el Cuadro 1 se presenta informaci�n sobre la fertilizaci�n fosforada.

La fertilizaci�n en el cultivo de arveja, en las situaciones preestablecidas, es una tecnolog�a que contribuye al incremento del rendimiento, siempre y cuando se adopten otras que permitan a las plantas manifestar su real potencial productivo. De otra manera y bajo determinadas circunstancias, pueden no incrementar el rendimiento e incluso tener efectos depresivos. La aplicaci�n de f�sforo induce a un mayor crecimiento de las plantas, por ello debe disminuirse la densidad de siembra para evitar excesivo follaje que no contribuye al logro de mayores rendimientos y s� puede favorecer el desarrollo de enfermedades, al hacer un uso menos eficiente de la luz, agua y nutrientes del suelo, etc. Adem�s, el excesivo follaje ampl�a la relaci�n follaje/grano, dificulta las operaciones de cosecha, en particular cuando se trata de variedades de grano verde.

Fertilizaci�n Fosforada- Forma de Aplicaci�n (Kg./ha)

contenido de f�sforo del suelo

Forma de aplicaci�n

Localizada  Voleo

Fertilizante

N  -  P-   K

Menos de 10 ppm P

Entre 10 y 15 ppm P

70                   100

50                     80

0-46-0 o 18-46-0

0-45-0 o 18-46-0

Las malezas en los lotes fertilizados constituye uno de los factores que m�s debe preocupar, dada su incidencia decisiva en los resultados. Estas, en especial, nabo, quinoa, etc., al tener un sistema radical m�s desarrollado que el de arveja, aprovechan mejor el agua y nutrientes del suelo y fundamentalmente los aportados por medio de la fertilizaci�n. Alcanzan un crecimiento exuberante y con ello un mejor aprovechamiento de la luz en detrimento de la planta de arveja, la cual se desarrolla "ahogada". En esas condiciones, como se ha determinado experimentalmente, la fertilizaci�n resulta depresiva para los rendimientos de arveja.

Rotaci�n

En todos los suelos conviene evitar el monocultivo. La repetici�n de un cultivo, a�o tras a�o, disminuye paulatinamente los rendimientos. En el caso de la arveja, es fundamental no repetir el cultivo en el lapso de tres o m�s a�os, con el fin de evitar la p�rdida de la producci�n por la aparici�n de enfermedades, que perduran en el rastrojo y se manifiestan con toda su intensidad en a�os h�medos y de temperatura superior a lo normal.

La experiencia indica que el cultivo de arveja, siguiendo al de ma�z en lotes con buena fertilidad da resultados satisfactorios, siempre y cuando el rastrojo sea incorporado temprano, de manera que al momento de la siembra se cuente con una buena "cama". Tambi�n se logran buenos resultados sobre rastrojos de trigo barbechados, con labores complementarias para el control de malezas.

La siembra de arveja a continuaci�n de papa le favorece, ya que aprovecha todos los nutrientes aplicados a ese �ltimo y rompe el ciclo de muchos insectos-plagas que atacan a la papa.

 Otra alternativa de rotaci�n consiste en la utilizaci�n de potreros de reciente rotura, si bien es lo ideal por su fertilidad, el problema de las malezas en a�os h�medos ser� de dif�cil control a pesar de los buenos herbicidas a disposici�n en la actualidad. La inclusi�n de la arveja en un plan de rotaci�n de cultivos, resulta muy beneficioso, ya que inoculada con bacterias espec�ficas, enriquece el suelo al fijar nitr�geno del aire.

Variedades a cultivar

El inter�s econ�mico que representa el cultivo de arveja en el mundo por sus m�ltiples aplicaciones, ya sean en la alimentaci�n humana o animal, elevado contenido de prote�nas (22-24%), palatabilidad y f�cil digestibilidad, ha hecho que el hombre la utilice desde hace a�os en diferentes estados de maduraci�n del grano, por lo cual, la labor de mejoramiento fitot�cnico se ha orientado a desarrollar variedades para diferentes destinos de producci�n.

Actualmente no se puede realizar una siembra de arveja sin tener un concepto claro para el cual se va a utilizar, ya que deben sembrarse variedades de acuerdo con el destino de su producci�n, como:

  • Grano seco

  • Industria de congelado

  • Vaina fresca para mercado

  • Consumo vaina y grano (come-todo)

  • Grano forrajero 

Actualmente, en el pa�s, se cultiva un reducido n�mero de variedades para los diferentes destinos, a pesar del esfuerzo realizado por distintos organismos oficiales y privados por introducir nuevos materiales que se adapten a cada regi�n. Producci�n de grano seco debemos considerar dos aspectos, uno es producir grano seco para la industria del "partido" o de harina de empleo en el consumo humano y en la producci�n de alimentos. Para este uso se requieren variedades de alta capacidad productiva, grano liso, grande y de color verde intenso. El otro se refiere a la producci�n de grano para la industria del rehidratado (remojado) en el cual el grano debe ser liso, verde, de tama�o mediano a chico y de buena uniformidad.

Producci�n de semilla

La agricultura venezolana no ha solucionado el problema de abastecimiento de semilla de buena calidad. Su principal causa es la falta de regularidad en las �reas de siembra de un a�o a otro, lo que no permite el desarrollo de semilleros especializados en la producci�n de semilla de arveja.

Normalmente el abastecimiento de semilla tiene los siguientes or�genes:

a. Importada (alto volumen)
b. Hija o nieta de importada
c. Producida por el productor

Mientras no se resuelva el problema de abastecimiento de semilla, el productor debe:

Sembrar lotes destinados para tal fin, partiendo de semilla importada o hija de importada. 
Eliminar aquellas plantas fuera de tipo, es decir, que se apartan de la variedad: plantas altas, de diferente color, enanas, distinto tipo de flor y, en especial, de color violeta o p�rpura, etc. 
Extremar los cuidados sanitarios, controlando insectos tales como pulgones, isocas, bruchos, etc. y enfermedades, especialmente oidio. 
Evitar la mezcla de cultivares, especialmente cuando se trata de grano mediano liso y tegumento verde.

Con bastante anticipaci�n debe conocerse la procedencia y el poder germinativo de la semilla, el �xito o el fracaso de una buena implantaci�n depende en gran parte de ello. Una semilla puede considerarse de buena calidad cuando re�ne las siguientes condiciones:

  • Los granos deben ser uniformes en tama�o y color, de acuerdo con la variedad.

  • No debe poseer material extra�o ni estar da�ado por insectos.

  • El tegumento debe estar sano en un alto porcentaje.

  • No debe tener olor fuerte, ya que es signo de mala conservaci�n.

  • El poder germinativo debe ser superior al 90%.

Una forma pr�ctica de conocer el poder germinativo, consiste en sembrar en recipientes con tierra, 100 semillas tomadas al azar y despu�s de 12 a 15 d�as determinar el porcentaje de plantas emergidas, o sea, el poder germinativo de la muestra. Los recipientes deben dejarse al aire libre y tener la precauci�n de mantener la humedad adecuada,  realizando riegos con poca cantidad de agua.

Experiencias realizadas en el FONAIAP-M�rida relacionadas con el poder germinativo de la semilla a trav�s de los a�os, indican que semillas hasta de dos a�os no tienen problemas, pero s� a partir del tercer a�o, en el cual la energ�a germinativa comienza a decrecer, raz�n por la cual es fundamental conocer el poder germinativo. Estos valores son v�lidos para semillas conservadas en galpones bien ventilados, secos y Con temperatura inferior a 10�C. A trav�s de los a�os, la experiencia con semilla importada nos indica que si bien no se soluciona el problema de abastecimiento, se puede contar con material gen�tico renovado y con alto grado de pureza varietal.

La semilla, pocos  d�as antes de la siembra, debe ser tratada con fungicidas, recomend�ndose productos formulados con Thiram, Vitavax, etc., en las dosis indicadas en las etiquetas y en especial ajustarse a las precauciones referidas a su toxicidad.

�poca de siembra

En Zonas altas mayores de 2500 msnm se recomienda sembrar entre marzo y julio. En las zonas bajas menores de 2500 msnm pueden realizarse dos ciclos al a�o, si se cuenta con riego para la �poca seca.

Densidad del cultivo

Es importante prestar atenci�n a la densidad o n�mero de plantas del cultivo, ya que el rendimiento est� muy relacionado con este factor controlable en el manejo agron�mico.

Evaluaciones realizadas por t�cnicos del FONAIAP- M�rida en lotes de productores, han permitido constatar el uso de una baja densidad de plantas y se considera que son debidas a la mala calidad de la semilla empleada.

Durante los �ltimos a�os, en el pa�s, se ha observado la tendencia a incrementar la densidad de siembra en diferentes cultivos, causa l�gica, si se considera la intensidad con que se est�n usando los suelos donde el barbecho pr�cticamente ha desaparecido y el escaso tiempo de cosecha a siembra, s�lo permite una preparaci�n deficiente del suelo. Lo anterior trae como consecuencia escaso desarrollo de las plantas, lo que trata de compensarse con una mayor intensidad de siembra. Otro factor a considerarse es, que en toda siembra atrasada, la planta no alcanza su desarrollo normal, por lo cual debe incrementarse la densidad.

No resulta posible dar recomendaciones fijas sobre la densidad a sembrar por parte del productor, quien adem�s conoce la extensi�n del �rea y las condiciones del suelo. Sin embargo, �l deber� ajustarse a las siguientes consideraciones:

  • En lotes con m�s de cinco a�os de agricultura continua, para variedades de grano peque�o, deber� oscilar entre 850.000 a 900.000 plantas por hect�rea.


  • En lotes similares al anterior, pero fertilizados, la densidad deber� reducirse a 750.000- 800.000 plantas por hect�rea.

Estas densidades son para siembras normales. Por la importancia de una buena implantaci�n de cultivo, se requiere destacar los principales puntos a los cuales debe prestarse atenci�n para lograr el �xito.

  • Conocer el poder germinativo de la semilla para ajustar la cantidad a emplear en la siembra.

  •  
    Reconocer que lo correcto es calcular la semilla a utilizar por cantidad de granos y no en Kg./ha; el tama�o depende de la variedad y la clasificaci�n que se dio a la misma.


  • Preparaci�n esmerada del suelo y con la debida anticipaci�n, con el fin de obtener una buena cama de siembra.


  • Por p�rdida natural de semilla en la germinaci�n, una vez calculada la cantidad a emplear por hect�reas, se debe incrementar de 5 a 8% en peso.

Labores posteriores a la siembra

Despu�s de su implantaci�n, el cultivo de la arveja, en siembra de 17 -18 cm, requiere por lo general, pocas tareas culturales; pero pueden presentarse ciertos problemas que oportunamente deber�n resolverse para lograr buenos rendimientos.

El apretado del suelo, por ejemplo, debido a lluvias intensas despu�s de las siembras, dificulta el nacimiento de las plantas. En estos casos, debe aplicarse la rotativa apenas la humedad del suelo lo permita; si con una pasada no se logra tierra suelta, debe volverse a pasar cruzando la anterior para mejorar la uniformidad de la emergencia de las plantas. El mismo problema del "apretado" del suelo puede presentarse despu�s del nacimiento del cultivo; en este caso, debe pasarse la rotativa antes de que las plantas superen los 4 -8 cm de altura.

Bibliograf�a

BRAOY, w. C. 1984. The natural and properties of soils. Cornell University. USA.

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MART�NEZ P., M. y L. TICO R. 1974. Agricultura pr�ctica.

TAMARO, O. 1969. Manual de Horticultura. Versi�n de Arturo Caballero. Universidad de Madrid.