FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 46   Julio-Diciembre  1994

  FONAIAP   DIVULGA  No.  46                                                                                                                   Julio-Diciembre   1994

 

La Producción de semilla de Caraota a nivel de pequeños productores en Mérida y Trujillo

Luis Lacruz L 

TAI- FONAIAP. EE Trujillo.
Estado Trujillo.

Ante la escasa producción de esta leguminosa y el empleo indiscriminado de semillas de dudosa calidad, surge la necesidad de crear y conservar colecciones de leguminosas comestibles locales, tradicionales entre los pequeños productores de la zona andina. Estas colecciones servirán en un futuro cercano como base para los programas de mejoramiento que sea necesario realizar ante la necesidad de producir fuentes proteicas vegetales. El FONAIAP- Trujillo presenta resultados y conclusiones del diagnóstico sobre la tecnología y las prácticas agronómicas más frecuentes, realizado en 16 localidades de los estados Mérida y Trujillo.


La caraota (Phaseolus vulgaris L.), originaria de Centroamérica: entre México y Guatemala (6), se cultiva en casi todo el territorio nacional (8) en zonas comprendidas desde 500 a 1.800 msnm, temperaturas de 25 a 30°C, precipitaciones de 600 a 2.000 mm anuales y suelos franco-arenosos o franco-limosos, profundos, fértiles, con pH entre 5,5 y 7,5 (2). La productividad de este rubro en el país sigue siendo muy baja, promediando cerca de 485 kg/ha; sin embargo, a nivel empresarial se pueden tener rendimientos de 2.000 kg/ha (6). Esta situación hace que la actividad no satisfaga la demanda, teniéndose que recurrir año tras año, a la importación, con las consecuencias económicas y sociales que esto acarrea a la economía agrícola venezolana. El encarecimiento de otros productos alimenticios, como es el caso de las carnes de bovino, cerdo, pollo, pescado, etc., tienden a ocasionar un incremento en la demanda de esta leguminosa, por considerarse una fuente de proteína económica y rendidora a nivel culinario.

Las diferentes instituciones del sector agrícola conocen muy bien que la mayoría de los agricultores siembran lo que tengan a la mano. En general, el pequeño agricultor mantiene y selecciona la semilla mediante prácticas tradicionales heredadas de sus antepasados o la compran en el mercado del pueblo, justo antes de la siembra. La utilización de esa semilla constituye un riesgo, puesto que su identidad y calidad casi nunca se puede garantizar (1 ). A esto se suma el hecho de que comerciantes inescrupulosos, a menudo, venden semilla de mala calidad; el agricultor, por demás desprevenido la acepta, creyendo que compró no sólo lo que deseaba, sino lo que le conviene a su parcela; pero cuando la semilla germina y las plántulas comienzan a crecer y desarrollarse, se da cuenta que le han vendido un tipo que no se adapta a las condiciones de su finca.

La conservación de germoplasma o banco de semillas de especies cultivadas, es muy importante y lo pudiéramos comparar con los ahorros (que los utilizamos en los momentos críticos). Para el caso de la caraota, sabemos que existe tradición de generaciones en la zona andina, donde el uso de semillas mejoradas prácticamente es limitada; de allí la importancia de implantar un programa de colección de semillas de leguminosas alimenticias, con la finalidad de rescatar materiales locales y evitar el riesgo de extinción de estos cultivares que han demostrado ser altamente tolerantes a factores adversos de clima, suelo, plagas y manejo dado por el productor. Además, es una semilla que refleja la aceptación cultural y socioeconómica de la población.

El doctor Masarú Iwanaga, Jefe de la Unidad de Recursos Genéticos del CIAT, afirma: "La tasa de erosión genética, es decir, la desaparición de especies vegetales es alarmante en América Latina. Es necesario rescatar plantas silvestres y conservarlas en sitios seguros, si queremos desarrollar una agricultura ambiental sana". (9) El Centro Internacional de Agricultura Tropical, en 1988, introdujo un total de 105 especies de leguminosas a su banco de germoplasma, de las cuales el 81% corresponde a Phaseolus vulgaris L., 2% a otras especies cultivadas y el 17% a especies silvestres (4). Tomando en consideración el argumento inicial y como una muestra de la labor que se hace en cuanto a conservación y evaluación de germoplasma, el FONAIAP- Trujillo se planteó en 1990, la necesidad de comenzar a desarrollar un plan de trabajo en este sentido, partiendo de un diagnóstico que permitiese conocer la situación del cultivo en áreas productoras de los estados Mérida y Trujillo, teniendo presente los siguientes objetivos:

  1. Colectar muestras de caraota en las áreas don de tradicionalmente se explota este rubro en estas entidades.

  2. Conocer el manejo agronómico que el pequeño y mediano productor proporciona al cultivo y detectar las bondades y limitaciones de los materiales.

  3. Almacenar a mediano y largo plazo los cultivares adquiridos, con su identificación correspondiente.

  4. Conocer la preferencia de los productores en cuanto al material que se siembra o se desea sembrar.

  5. Multiplicar los cultivares más promisorios, con el fin de equipar a los agricultores de semilla de buena calidad.

  6. Ofrecer información a organismos nacionales e internacionales que ejecutan este tipo de actividad.

Para recabar la información que permitiera cumplir con los objetivos propuestos, se preparó una encuesta sencilla donde se solicitaba la ubicación político-territorial de la finca, algunas características climáticas del área, aspectos morfológicos de las plantas de caraota sembradas, preferencias de tipo de plantas usadas por el productor, manejo agronómico utilizado y algunas observaciones adicionales. Esto se realizó en 16 unidades de producción (finca). Durante la fase del diagnóstico situacional del cultivo de la caraota, se colectaron ocho muestras en zonas productoras del Estado Trujillo y ocho en el Estado Mérida. Para cada colecta se aplicó la encuesta mencionada. Otro de los aspectos considerados fue tratar de tomar las muestras distantes unas de otras, para evitar que el emparentamiento fuese mayor, aunque por el intercambio de semillas que los productores mantienen durante la época de siembra, es difícil la inexistencia de consanguinidad entre los mismos tipos de caraota.

En los cuadros 1 y 2 se observa la información resumida para cada aspecto consultado a productores trujillanos. La siembra es realizada principalmente a salidas de lluvias (agosto-septiembre) yen febrero, cuando se suceden algunas lluvias. En cuanto a la relación kg sembrado/kg cosechados, el promedio fue de 1 :29, si consideramos la utilización de 30 kg/ha de semilla, el rendimiento promedio se ubica en 870 kg/ha, el cual supera el promedio nacional. Casi la totalidad de los productores prefieren caraota tipo "arbolito o matica" (erecto-determinado) y algunos comentan que a la caraota "rabuda" (erecto-indeterminado) se le pudren mucho las vainas inferiores y cuando cosechan, las vainas superiores no están bien secas; es decir, hay maduración desuniforme. Solamente un productor ha utilizado semilla certificada (localidad El Rincón-Carache) y aplica más tecnología. Sus rendimientos están en segundo lugar.

En los Cuadros 3 y 4 se observa el resumen de la información suministrada por los productores del Estado Mérida. La colecta de germoplasma se realizó desde 950 hasta 2.630 msnm. Las fechas de siembra son muy parecidas a las del Estado Trujillo (febrero-marzo y agosto-octubre). La relación promedio de kg de semilla sembrada/kg de granos cosechados, fue de 1 :48 y, si suponemos que se siembran unos 30 kg/ha, el rendimiento estuvo alrededor de 1.440 kg/ha, muy superior a lo obtenido en el Estado Trujillo. Aunque es valedero destacar que existen algunas cifras de rendimiento un tanto abultadas, pero fue la información suministrada por los productores.

Por lo accidentado de la topografía, la mayoría de los productores preparan la tierra con bueyes. Esta situación hace que no resulte bien preparada y generalmente queda con muchos terrones. El número de semillas por hoyo, varió de 2 a 4 y la distancia entre hoyos de 15 a 50 cm. Este último aspecto tiene mucha variación. Se puede decir que la mitad de los productores fertiliza y solamente 2/8 ha realizado análisis de suelo. Los pocos que utilizan plaguicidas lo hacen para controlar insectos, aunque la mayoría coincide que el principal problema fitosanitario lo constituyen las pudriciones radicales.

Dos de los ocho agricultores consultados han utilizado semilla certificada y todos prefieren caraota porte "arbolito o matica". La preparación del terreno es similar a la que se realiza en el Estado Trujillo.

Es importante subrayar que existe más uniformidad en cuanto a la disposición del número de semillas por hoyo (3 a 4) y la distancia entre hoyos (30 - 40 cm). Un 38% de los productores utiliza fertilizantes y el uso de plaguicidas es más generalizado que en el Estado Trujillo.

Conclusiones

No hay duda que de iniciarse un programa de mejoramiento gen ético, debe hacerse con cultiva- res erecto-determinados (tipo arbolito), ya que es la preferencia de los agricultores. Este trabajo se debe realizar bajo las condiciones de explotación del pequeño y mediano productor, haciendo énfasis en la selección para rendimiento y resistencia a enfermedades fungosas.

Se recomienda instalar ensayos para determinar la mejor época de siembra y para conocer el efecto de la altitud sobre el rendimiento y ciclo del cultivo. Asimismo, evaluar otros materiales para comparar los resultados obtenidos con los materiales locales.

Tomando en cuenta la distancia entre hoyos, el número de plantas por hoyo y, si estimamos una separación entre surcos de 70 cm, la densidad de plantas que están usando los productores es baja y no llega a 200.000 plantas por hectárea.

El nivel tecnológico utilizado en los dos estados es bajo; sin embargo, la tecnología aplicada en Mérida supera a la de Trujillo.

Se impone para el agricultor la necesidad de producir mas y mejor, mediante el empleo de semillas de calidad, entre otros aspectos . Sin embargo, surge  igualmente la necesidad de conservar y evaluar materiales que en determinadas circunstancias reserven potenciales como tolerancia a condiciones adversas de suelos y plagas. Por otro lado, el cultivo de las leguminosas de granos constituyen hoy una alternativa en la obtención de proteínas ante el encarecimiento de los productos de origen animal.

Bibliografía

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