FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 46   Julio-Diciembre  1994


  FONAIAP   DIVULGA  No.  46                                                                                                                   Julio-Diciembre   1994

 

La Varroasis, diagnóstico y Control

Antonio José Manrique. 

Investigador FONAIAP

En este artículo se informa sobre una enfermedad parasitaria que afecta las abejas: la varroasis, su agente causal y los daños que ocasiona como huésped de las colmenas, las consecuencias del empleo de controles no idóneos y los pasos para efectuar su diagnóstico precoz. Seguidamente, se presentan los métodos de contención biológica y los tratamientos químicos de la enfermedad.


Generalidades

La varroasis es una enfermedad que afecta a las abejas, causada por el ácaro Varroa jacobsoni Oudemans, el cual, prácticamente arruina a la apicultura comercial cuando no está debidamente controlado. Este ácaro fue descubierto por E. Jacobson en la Isla de Java (Indonesia), en 1904. Este ácaro es de fácil identificación, debido a su tamaño (1,7 a 1 ,8 m m de ancho x 1, 1 a 1 ,2 m m de largo) y por su color marrón rojizo. Tiene cierto parecido con una garrapata y se adhiere en las placas ventrales de las abejas. Su acción parasitaria directa consiste en la succión de la hemolinfa (sangre) de larvas y abejas adultas, preferiblemente los machos (zánganos) por su mayor tamaño. Produce daños visibles tales como: abdomen de menor tamaño y deforme, alas deformadas y hasta ausencia de las mismas. Igualmente actúa debilitando a las larvas, las cuales mueren en el interior de la celda por acción de virus, hongos o bacterias transmitidas por los ácaros. Últimamente se ha detectado que la varroa transmite los virus de parálisis aguda (APV) y de la cría ensacada (SBV), así como las bacterias de los y otras enfermedades conocidas. En casos de parasitosis elevada (más de 25% de las abejas) la población disminuye drásticamente, el peso promedio cae hasta en un 25% y la longevidad se acorta en 20 días.

Origen y diseminación

Esta enfermedad se encontraba sólo en la abeja asiática (Apis cerana) en Indonesia, pero con el desplazamiento de las abejas por el hombre en Asia, este parásito entró en contacto con la Apis mellifera, siendo llevadas éstas a Siberia y el norte de China, pasando a Europa Occidental a través de Rusia y hacia América desde Japón. Se detectó por primera vez en Paragüay (Suramérica) en 1969, donde se diseminó por todo el continente, debido al aumento del comercio de abejas (reinas, paquetes y núcleos) sin garantía de estar libre de enfermedades. Su presencia se detecta en Venezuela en 1991, en apiarios del Estado Barinas, notándose una pérdida importante de colmenas, cuyo número ha descendido a menos de la mitad con la consiguiente pérdida de ingresos para los apicultores.

Problemática del control

La varroasis ha sido poco estudiada y atendida en Venezuela, a pesar de haber afectado a más de 5.000 apicultores, de los cuales cerca del 60% dependen directamente de esta actividad como única fuente de ingresos. Sin embargo, los programas oficiales de Sanidad Apícola han brillado por su ausencia, al no dársele la importancia requerida, originando que muchos apicultores, por falta de una adecuada orientación, utilicen técnicas anesanaies (poco idóneas) para combatir la varroasis. Entre ellas, el uso de garrapaticida (Asuntol), naftalina (tóxica tanto para la cría como para las abejas adultas) y el producto más reciente, el fluvalinato de uso agrícola, con el cual se impregnan tablitas o láminas de PCV, que se colocan en la entrada de la colmena y matan a los ácaros y abejas cuando se usan dosis elevadas. La problemática se agrava con el uso de tratamientos artesanales con subdosificaciones que pueden generar una población de ácaros resistentes a los productos específicos para su control.

Diagnóstico

Para el diagnóstico precoz, hay que separar las varroas de las abejas, en lo cual el apicultor tendrá que realizar los pasos siguientes:   Esquema de diagnóstico precoz 

1. Se debe utilizar un frasco de vidrio (tipo mayonesa) de 500 g de capacidad, el cual debe contener agua con detergente o gasolina hasta la mitad.

2. Luego, se introduce un mínimo de 200 abejas al sacudir uno o dos cuadros de la cámara de cría, en un embudo de papel o cartón, cuidando de no incluir a la reina. Inmediatamente se cierra con una tapa agujereada, se llena con el líquido (agua con detergente o gasolina) y se cierra con una tapa hermética, dejando reposar durante media hora.

3. Se agita el frasco por un minuto, se vierte el contenido en una botella de plástico cortada en el fondo, colocándosele a ésta una malla que retenga a las abejas.

4. Seguidamente se filtra el líquido remanente con una tela blanca O papel filtro, sobre el cual quedarán los ácaros.

5. Posteriormente se cuenta el número de abejas y el de los ácaros vertidos sobre la malla o tela, respectivamente, y se llevan a términos porcentuales.

Igualmente, se puede verificar esta evaluación con muestras de cría operculada, preferiblemente de zánganos. Proceda de esta manera: corte una porción de panal (5 x 10 cm), extraiga la cría con una pinza y examine tanto la cría como la celda a plena luz para determinar el número de ácaros presentes por celda.

Control y tratamientos Contención biológica: son técnicas simples y de bajo costo, basadas principalmente en la captura de las varroas en los panales. Entre ellas se incluyen las siguientes:

Panal trampa o de arresto: consiste en el uso de excluidores de reina, a la que se le confina sobre panales estirados y vacíos durante cuatro semanas, en las cuales pone huevos que son criados por las nodrizas. Esto obliga el desplazamiento de las varroas hacia dichos panales, adonde se las sorprende en plena reproducción sobre las crías. El panal se transforma en una trampa llena de parásitos. A éstos se les elimina mediante quema. Se recomienda repetir este trampeo dos veces.

Panal trampa zanganero: durante el flujo de néctar se introduce un panal viejo cortado a ras del cabezal del marco, entre dos cuadros de crías jóvenes. Las abejas reconstruirán el panal con celdas de zánganos, la reina pondrá huevos de zánganos y en dos semanas las celdas estarán operculadas invadidas de varroas en proceso reproductivo. Luego se retiran y se queman dichos cuadros. Se sugiere repetir una o dos veces.

Asimismo, se recomienda reemplazar los panales viejos, porque tienen mayor número de celdas de zánganos, los cuales son más susceptibles a ser atacados por varroas. 

-Por último, se sugiere reemplazar anualmente a las reinas viejas, debido a que las colonias con reinas jóvenes son más resistentes a la varroasis.

Tratamientos químicos: aun cuando el empleo de productos químicos implica riesgos de residuos en los productos apícolas, se recomiendan aquellos ya aprobados en otros países, como:

-El Fumidil (R) y Folvex (R) (bromopropilato), cuya presentación es en tiras fumígenas de color anaranjado. Se aplica por vía aerógena, mediante el ahumador en colmenas rústicas y quemando las tiras adentro (en colmenas modernas), cerrando luego la piquera durante 30 minutos. Este método es muy utilizado en Europa Central.

-El Perizín(R) (Coumaphos) y Apitol(R) (cimazol), son productos sistemicos que se suministran aplicando en el alimento y al ser ingeridos por las abejas, éste pasa al intestino y de allí a la hemolinfa, eliminando a los ácaros que parasitan a las abejas al succionar la hemolinfa.

-El Apistán (R) es un producto de contacto que se presenta en tiras de PVG, impregnadas de fluvalinato al 10%. Se utiliza colocando dos tiras entre los cuadros tres y cuatro, siete y ocho de la cámara de cría una vez al año, en el período de escasez de néctar.

Se recomienda no realizar los tratamientos durante el flujo de néctar o cosecha, dado que pudieran dejar residuos en la miel. La efectividad de los tratamientos, si son bien aplicados, es bastante elevada. Sin embargo, la desventaja principal de estos productos radica en su difícil obtención, ya que son importados. Es importante recalcar que ningún método es eficaz por sí solo en un 100%, por lo que se aconseja no descuidarse en el control de este parásito, aplicando de manera integrada los métodos de control señalados anteriormente.

Aunque no se conoce a ciencia cierta la incidencia de este parásito en la producción de miel y otros productos de la colmena, la mayoría de los apicultores coincide en que la disminución es significativa, pudiendo llegar hasta 40%. Por ello, lo más recomendable es que el apicultor prevenga los efectos negativos de la varroasis y revise periódicamente sus colmenas, aplicando los métodos de su elección para su control.