FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 47   Enero-Marzo  1995

  FONAIAP   DIVULGA  No.  47                                                                                                                         Enero-Marzo  1995



El Manguero en Venezuela. VIII. Manejo de las plantas de Mango  

Luis Avilán R.* Margot Rodríguez* José Rafael Ruiz* 
Carmelo Rengifo A.*
 

*Investigador. FONAIAP -Ceniap. Maracay.

 

RESUMEN

En esta octava entrega sobre el cultivo del manguero en Venezuela, se hace referencia a un tema de crucial importancia como es la poda, pues es una de las prácticas que menos se . utiliza a nivel de campo, pero que, junto con las altas densidades de siembra, es determinante en la obtención de una alta capacidad productiva de los árboles. La estructuración de copas bien formadas, con las ramas principales adecuadamente distribuidas en el tronco y las ramas secundarias en las primarias, para asegurar una capacidad de carga de frutos que no provoque desgarramientos, es el principal objetivo de las podas de formación y abertura que el agricultor debe aplicar concienzudamente.


En los huertos de frutales perennes de tipo arbóreo con fines comerciales, como los de mango, se debe realizar una serie de intervenciones a lo largo de la vida útil de las plantas, con el fin de modificar o alterar su comportamiento.  

El objetivo de esas modificaciones es establecer una distribución adecuada de los distintos elementos que conforman el espacio aéreo de la planta (tronco, ramas, hojas, flores y frutos), de modo que se encuentren en el lugar adecuado para que reciban la luz y el aire conveniente y puedan ser manejados con comodidad y economía por el productor .  

EL DESARROLLO DE LA PLANTA

 Toda la parte aérea se forma a partir del desarrollo de la plúmula durante el proceso de germinación de la semilla, o a partir del desarrollo de las yemas, en el caso de la reproducción vegetativa. Ambos procesos son muy similares, ya que tanto la plúmula de la plántula como el cono vegetativo de la yema son meristemos primarios análogos, los cuales contienen células en constante división que, al desarrollarse, originan nuevos tallos, hojas o flores, o varios órganos simultáneamente.  La evolución del primer brote, formado a partir del meristema de la semilla o de la yema existente, cuando se trata de la reproducción vegetativa, da origen en el transcurso del tiempo a una primera rama, normalmente vertical y columnar que constituye el tronco del árbol. Las ramas que se insertan en el tronco son las ramas primarias, en las cuales, a su vez, se insertarán las secundarias y así sucesivamente .

Los tallos y ramas crecen en longitud debido a la existencia del meristema apical que poseen en su extremidad; mientras su incremento en diámetro lo realiza por intermedio del meristema secundario que constituye el cambium, el cual está presente a lo largo de las ramas y brotes.  

Algunas yemas localizadas en las axilas de las hojas, denominadas axilares o estipularias, que no brotan durante el período normal de vegetación, pueden quedar enmascaradas en el crecimiento en grosor del tallo, especialmente de la corteza, y permanecer vivas durante varios años conservan- do su carácter meristemático en forma latente. Por diversas causas, como puede ser el estímulo de una poda muy severa, estas yemas, a las que se les suele llamar dormidas o latentes, brotan dando lugar a nuevas ramificaciones. Su presencia es muy valiosa y se utilizan con frecuencia en el rejuvenecimiento de árboles frutales y en la restauración de individuos o sus partes que se encuentren desnudos de vegetación.  

La estructura del árbol, conformada por el tallo y las ramas, independientemente de las funciones biológicas y fisiológicas que realizan sus componentes, debe ser atendida durante su formación como un elemento que no sólo ofrezca una gran resistencia mecánica, sino que permita el trabajo eficiente de las partes vivas y reproductivas que sustenta, como lo son las hojas, flores y frutos.  

En la búsqueda de este objetivo el hombre debe intervenir, tanto en los primeros estadios de la planta o fase juvenil, con el propósito de establecer una estructura adecuada, como en las restantes fases con el fin de mantener o adecuar su eficiencia en la producción de frutos.  

Para ello, es necesario recurrir al uso de la poda, la cual consiste en la supresión parcial o total de partes del árbol, así como a algunas técnicas que estimulen o induzcan el incremento del proceso reproductivo; es decir, la floración y fructificación

CONFORMACIÓN DE LA ESTRUCTURA

 Para que las plantas posean una estructura o armazón óptima, es necesario determinar cuál será el número de ramas principales y cómo ellas deben estar dispuestas en relación con el tronco. De esta manera se evita la proliferación de ramas que se presenta en forma natural, los desgarramientos posteriores que ocurren por efecto de la carga de los frutos, incidencias de vientos u otras causas y la mutilación de la planta, como consecuencia de los desgarramientos que se presentan en lados opuestos ya un mismo nivel del tronco.

 Sobre la base de lo antes expuesto, es conveniente prever el escalonamiento de los puntos de nacimiento de las ramas principales, con el fin de que las cargas soportadas por cada una no se acumulen en el mismo punto, lo cual también incide para que las ramificaciones tiendan a ser abiertas y las zonas de madera se constituyan bien.

 Un número elevado de ramificaciones individuales concentradas en un punto inducen a que las mismas lo hagan en ángulo agudo, lo cual conlleva a que su resistencia sea limitada ya la formación de tejidos muertos. En la (Figura 1)  se muestra como debería ser la distribución de las ramas y su incidencia en la fortaleza de las mismas.

 Se tienen que realizar intervenciones para modificar el hábito normal de crecimiento del árbol. En el mango, este proceso se caracteriza por una gran dominancia apical; es decir, que las nuevas brotaciones ocurren en los extremos superiores de los brotes, inhibiéndose el desarrollo de las yemas localizadas en las partes inferiores del ápice.

 La poda de formación :

 La poda de formación tiene por objeto al cortar el ápice de la planta joven, eliminar la dominancia apical y estimular el desarrollo de las yemas localizadas a lo largo del tallo.

 El corte se debe realizar cuando las plantas jóvenes alcanzan unos 60 cm de largo. De las brotaciones que se inicien se seleccionan tres o cuatro de alturas diferentes, las cuales van a constituir las ramas primarias de la futura estructura de la planta.

Después que estas nuevas brotaciones se han. desarrollado, alcanzando una longitud de 50 cm, se procede nuevamente a la eliminación de los ápices. Las brotaciones seleccionadas a lo largo de las mismas van a constituir las ramificaciones secundarias de la nueva estructura.  

Estas podas iniciales para conducir el proceso de crecimiento de las plantas jóvenes, son de gran importancia cuando se desean formar árboles compactos y de porte bajo. Su no ejecución conduce a que la ramificación se localice muy alto y la inserción de las ramas primarias ocurra en un mismo nivel, dando Iugar a los problemas ya antes comentados.

 Poda de abertura  

Una segunda intervención importante constituye la poda de abertura de la copa, la cual se realiza cuando la planta ha alcanzado un cierto nivel de desarrollo y generalmente ocurre a los tres o cuatro años de plantada.  

Esta práctica consiste en la eliminación de las ramas localizadas en el centro de la copa de los árboles. El objetivo de esta poda es aumentar la luminosidad, ventilación y aireación del interior de la copa.  

En esta operación debe darse preferencia a la remoción de las ramas de crecimiento vertical, debido a que raramente producen frutos. En la (Figura 2) se muestra el estado de los árboles después de realizar esta práctica.

 Cuando los árboles han alcanzado grandes dimensiones en sus copas, como resultado de no haberse controlado el desarrollo a lo largo de la vida útil y los niveles de producción de frutos son marcadamente inferiores a los de anteriores años, se recomienda la realización de la poda de rejuvenecimiento. Esta consiste en reducir el número de ramas presentes dejando sólo las primarias, o las primarias y parte de las secundarias.

Esta operación, como en el caso anterior, trae como consecuencia que se estimule e inicie el desarrollo de las yemas localizadas a lo largo de las ramas. Por lo tanto, la selección y determinación del número de nuevos brotes permitirá que la planta reinicie su proceso productivo.

 ACCIONES PARA ESTIMULAR LA PRODUCCIÓN DE FRUTOS

 En el trópico, las condiciones climáticas son propicias para que los procesos biológicos se su- cedan con un ritmo acelerado, lo cual trae como consecuencia que los árboles maduren fisiológicamente a corta edad. De ahí que en nuestro medio, el mango injertado llegue a su madurez fisiológica a los dos años después del trasplante al campo; mientras que en condiciones sub tropicales, esto ocurre a los tres o cuatro años.  

Por otra parte, las altas temperaturas existentes a lo largo de todo el año, en presencia de la humedad, hacen que los árboles tiendan hacia un excesivo desarrollo vegetativo.  

Para lograr altos niveles de producción es indispensable establecer un equilibrio entre el proceso vegetativo y el reproductivo y para ello, además de una acertada selección del patrón, conducción de la planta y uso racional de las prácticas de fertilización y riego, se deben emplear algunas técnicas que propendan al incremento de los procesos de floración y fructificación.

Inducción de la floración  

Una práctica común en los países productores de mango es el empleo de la inducción floral, la cual, además de promover una floración uniforme, ofrece una alternativa para anticipar la época normal de su ocurrencia y como consecuencia de ello, se logra igualmente definir la época de cosecha, con la finalidad de obtener mejores precios en los mercados.  

El uso de sustancias sintéticas, como el nitrato de potasio o el nitrato de amonio, ha demostrado su efectividad para promover la floración en muchas variedades de mango. En su empleo se debe considerar la edad de los brotes y la dosis aplicada.  

En el país, las experiencias realizadas con nitrato de potasio (KNO3) indican que la dosis más efectiva para adelantar la floración es la de 10 g/l, cuando se aplica en brotes con más de seis meses de edad.

 Control del flujo vascular  

Interferir en la circulación de las sustancias que se desplazan a través de las ramas, efectuando un corte o aplicando una fuerte presión sobre los vasos conductores, son prácticas que se utilizan para forzar el florecimiento de la planta y por consiguiente, estimular la generación de frutos.  

Es ampliamente conocido el procedimiento empleado de efectuar varios cortes con un instrumento filoso, en el tallo de la planta. Esta acción, popularmente denominada pelar el árbol, también favorece la floración, debido a la interrupción de la circulación de los vasos del floema como producto de las incisiones hechas.

 Esta práctica acarrea problemas cuando se ejecuta en forma anárquica o desordenada, ya que si las heridas ocasionadas son muy profundas se pueden provocar daños severos permanentes, a la vez que sirven de entrada a las enfermedades.

 La ejecución de esta práctica en forma racional se denomina anillado. La misma consiste en realizar un corte entre 5 y 25 mm de ancho alrededor de las ramas, de acuerdo con el diámetro que posean. El anillado se debe realizar antes de la época de floración y durante el período del reposo vegetativo; luego, en la zona afectada es necesario aplicar una pasta cúprica para su protección (Figura 3).

 Un método muy antiguo consiste en emplear un alambre, el cual se ata fuertemente alrededor de las ramas y que, por efecto del crecimiento de las mismas, estrangula los vasos de circulación del floema localizados en la periferia de las ramas.  

Los vasos del floema son los encargados de transportar las sustancias elaboradas por las hojas hacia las raíces, de ahí que un incremento de su concentración en la parte aérea favorece la floración. Este método se denomina constricción, debido al mecanismo que utiliza (Figura 4).

 Pasado algún tiempo, el tejido se regenera en la zona donde se ha realizado la herida y para el próximo periodo de producción del árbol, habrá que repetir el procedimiento, pero ejecutándolo en un punto localizado arriba del anterior.