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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 48 Abril-Junio 1995 | ||
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en algunos frutales de ciclo corto Amado Rondón, Eustaquio
Arnal, Enio Soto. Investigador FONAIAP |
Uno de los problemas que limitan la producción de los frutales de ciclo corto (melón, patilla y parchita, entre otros) es la ocurrencia de enfermedades. En este trabajo se pretende proporcionar el conocimiento de la problemática de las enfermedades fungosas, bacterianas y vírales que afectan las raíces, el cuello, el follaje y los frutos, ofreciendo alternativas de control enmarcadas dentro del enfoque de Manejo Integrado de Enfermedades . |
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El desarrollo de algunos rubros de ciclo corto: melón (Cucumis melo L.), patilla (Citruilus lanatus Thunb.) Matsum & Nakai, parchita (Passittora edulis var. flavicarpa Deg.), entre otros, sugiere que por la ubicación de Venezuela, en plena zona tórrida entre 0 - 3,° de latitud norte y 58- 73° de latitud oeste, los mismos se establezcan con base en una fruticultura tropical (17). Dentro de las áreas agroecológicas del país, la parte sur del Estado Anzoátegui presenta condiciones climáticas excelentes para la explotación de estos rubros, ya que posee una precipitación promedio anual cercana a 1.000 mm, temperatura media mensual de 26,5 °C y una humedad relativa de 75%. Los frutales de ciclo corto, especialmente las cucurbitáceas, también se cultivan en los estados Falcón, Lara, Portuguesa, Mérida, Zulia, Trujillo (8), Cojedes y Táchira. Es importante destacar que en los últimos años, la demanda de frutas tropicales se ha incrementado considerablemente, a nivel mundial y esto se refleja por el hecho que las frutas producidas para satisfacer el consumo interno, están siendo solicitadas en volúmenes importantes para los mercados de las Antillas Neerlandesas, Estados Unidos, Canadá y algunos de Europa (7). No obstante lo señalado, los planes de producción y exportación de estos frutales confrontra dificultades fitosanitarias que son verdaderos "cuellos de botella", representados principalmente por problemas de insectos-plagas y enfermedades que deben ser resueltos para garantizar la oferta de frutas sanas en los mercados nacionales e internacionales y que simultáneamente alcancen niveles de competitividad (16). El presente trabajo tiene como objetivo, sentar las bases para el manejo integrado de las enfermedades que afectan esos frutales con miras a obtener un producto de óptima calidad. ENFERMEDADES DEL CUELLO Y LAS RAÍCES Las zonas productoras antes señaladas, poseen condiciones agroecológicas para un buen crecimiento y fructificación de la patilla, el melón y la parchita. La textura de suelos arenosos le confiere características favorables al desarrollo radical y hace más propicio el suministro y aprovechamiento de los nutrientes, el agua y el aire que necesitan. Sin embargo, existen microorganismos del suelo representados por hongos y nematodos que son perjudiciales a los cultivos. Entre estos podemos citar: - Pythium spp., Rhizoctonia solani, Kühn, Fusarium spp., Phytophthora spp., Sclerotium rolfsii Sacc. (Figura 1), Macrophomina phaseolina (Tassi) Goid. y nematodos de los géneros Meloidogyne y Rotytenchulus (5, 11, 14, 15, 17, 18).
Los hongos generalmente viven y permanecen por años en el suelo, aun sin sembrar estos cultivos, porque tienen estructuras de resistencia como esclerocios y clamidosporas. Los nematodos se perpetúan en restos de cosechas y en las malezas existentes. El síntoma ocasionado por hongos se inicia generalmente con una lesión color marrón clara en las raíces o base del tallo, luego ocurre un amarilleo del follaje y posteriormente marchitez de la planta. En plantaciones establecidas, cuando las condiciones del suelo son favorables al patógeno (elevada humedad), se producen ataques de Fusarium y Phytophthora, organismos que en corto período pueden destruir las plantas, causando elevadas pérdidas económicas. Se ha constatado una estrecha relación entre esos hongos y la incidencia de. nematodos fitoparásitos (10, 12, 18). El manejo integrado de estos organismos incluye las recomendaciones siguientes: - Buena preparación del suelo, lo que supone. impedir la compactación de los mismos y por ende sitios con mal drenaje; igualmente es aconsejable evitar los períodos muy largos de riego. - Se deben usar semillas certificadas y en lo posible cultivares tolerantes a dichas enfermedades. - En suelos altamente infestados por hongos y nematodos, es necesario conocer los agentes causases para poderlos tratar con productos químicos específicos y además deben rotarse los cultivos con aquellos no susceptibles a esos patógenos, como maíz y sorgo. - Es necesario realizar prácticas de saneamiento y eliminación de plantas afectadas, para evitar focos de la enfermedad, así como mantener limpios los equipos (arados, rastras, cultivadoras) para impedir la infestación de áreas nuevas. ENFERMEDADES DEL FOLLAJE Y FRUTOS Fungosas Ceniza o mildíú polvoriento El agente causal es Sphaerotheca fuliginea (Schiecht. ex Fr.) Poli. Se presenta en época seca, principalmente en melón y en menor grado sobre patilla, precisamente la estación más propicia para estos cultivos. Las condiciones óptimas para su desarrollo son temperaturas alrededor de 26 C y humedad relativa cercana a 70% (14). El síntoma inicial es un ligero punto amarillo sobre las ramas, pecíolos y en la lámina superior de la hoja; la mancha se extiende tornándose cenicienta, las hojas atacadas se amarillean, detienen su crecimiento y caen, lo que favorece la quemadura de los frutos por el sol, afecta la calidad y acelera su maduración. La ceniza en melón se controla usando cultivares tolerantes como Edisto 47 y Hale Best MR 45, pero cuando éstos son afectados hay que recurrir a tratamientos químicos con fungicidas, a saber: Milgo, Bavistin, F3enlate o Morestán, mezclado con un adherente: Citowett, Surfactante HR o Superstiker (1 0). Mildiú lanoso Es la enfermedad más importante y destructivo de las cuburbitáceas en el país. El agente causal es Pseudoperonospora cubensis (Berk. y Curt.) Roslov, el cual se desarrolla en ambiente de alta humedad y temperatura o rocío abundante. El hongo infecta inicialmente las hojas formando manchas angulares amarillentas que luego se vuelven púrpuras, observándose en la cara inferior una especie de lanilla de color blanquecino que son las estructuras reproductivas del patógeno. Durante períodos húmedos la mancha crece, tornándose grisácea o púrpura, matando el follaje y causando una severa defoliación. Todo lo cual se traduce en un restringido crecimiento de los frutos (Figura 2).
El mildiú lanoso se controla mediante el uso de cultivares tolerantes. En melón "Georgia 47" y 'Edisto 47' (14), o mediante la aplicación de fungicidas, adecuados (Dithane Z-78, Aliette o Ridomil) mezclados con adherente. Alternariosis Esta enfermedad, común en melón y menos importante en patilla, tiene su agente causal en Alternaria cucumerina (Ell. y Ev. Elliot). Los síntomas aparecen en la parte superior de la hoja como manchas circulares de color marrón, con el centro blanquecino y formando una ligera depresión; éstas se unen hasta cubrir la hoja, la cual presenta un aspecto de quemazón y termina por secarse. Este síntoma, aunado a la eventual defoliación, ocasiona el quemado de los frutos y un decrecimiento de, los sólidos solubles. El hongo es favorecido por elevada humedad ambiental y lluvias o por el rocío; es diseminado por el viento, el agua, los trabajadores e implementos agrícolas. La enfermedad se controla usando variedades tolerantes como Edisto 47 en melón y Sugar Baby en patilla, o con aspersiones de fungicidas como Dithane M-45, Lonacol o Saprol mezclado con adherente. En la parchita, el agente causal es Alternaria passiflorae Simmonds. El hongo afecta hojas y frutos, en las hojas las manchas son de color pardo rojizo, en forma de anillos concéntricos y en condiciones de elevada humedad presentan márgenes acuosas, los frutos exhiben áreas necróticas de color pardo rojizo (Figura 3).
El control se realiza proporcionando menor densidad de población y por ende, mayor aireación en la plantación, así domo usando fungicidas cúpricos, además de los anteriormente señalados. Antraenosis La enfermedad es hallada tanto en melón como patilla, causada por Colletotrichum orbiculare (Berk. & Mont.) Von Arx., con síntomas similares al de C. lagenarium (Pass.) Ell. & Haist. También se ha señalado a C. magna S. F. Jenk. and Winst. y su telemorfo: Glomerella magna S. F. Jenk. and Winst. (9), los cuales se caracterizan por presentar manchas de color marrón rojizo con halo de color amarillo claro, sobre todo en las hojas viejas y en los tallos; en pecíolos se producen lesiones alargadas, ligeramente hundidas de apariencia húmeda, lo que provoca su torcedura. En parchita, el agente causal es Glomerella cinculata (Ston.) Spa. & Sch. y su anamorfo Colletotrichum gloesporioides (Penz.) Penz & Sacc. (4). Los frutos afectados presentan manchas de coloración castaño claro, hundidas, tornándose negras y si las condiciones ambientales son favorables se cubren de una masa rosada de esporos (Figura 4); la corteza lesionada se muestra blanda y quebradiza al tacto. El patógeno puede contaminar las semillas y los conidios son diseminados por el viento, la lluvia, personas e implementos agrícolas.
El control en patilla se realiza sembrando variedades tolerantes como Charleston Grey, Crimson Sweet y otras; en melón no existen cultivares tolerantes. También es necesario el uso de semillas certificadas o desinfectar las semillas de los frutos cosechados con Vitavax 200, a razón de 1 a 1,5 g del producto por kg de semilla. En parchita, la medida de control más aconsejable es evitar la siembra en zonas con elevada humedad relativa y alta precipitación. En condiciones de campo se deben realizar aspersiones con fungicidas como Benlate, Bavistín, Dithane M-45 o Difolatán-50, usando adherente y asperjadoras de bajo volumen. Costra o roña Es una enfermedad fungosa que ataca el fruto de la parchita, el agente causal es Ciadosporium herbarum Lk.; el organismo ocasiona sobre la superficie, en los diferentes estados del desarrollo, lesiones ulcerosas de tamaño variable y de color pardo (Figura 5), lo cual afecta su valor comercial.
El control se realiza regulando en la plantación la densidad de siembra y aplicando periódicamente productos a base de cobre como Antracol, Dithane M-45 o Difolatán-50, mezclados con un adherente (5). Bacterianas La bacteriariosis en patilla reviste gran importancia económica sobre todo en la región oriental del país (Anzoátegui). La enfermedad se caracteriza por la aparición de manchas húmedas, de color verde oscuro en la superficie del follaje y de los frutos, las cuales se extiende en corto periodo de tiempo.(Figura 6)
El agente causal se ha identificado como Erwinia sp., el cual se desarrolla en condiciones de elevada humedad y temperatura comprendida entre 24 y 32 C (2). La bacteria, al parecer, es diseminada por las semillas infectadas, ya que en repetidos análisis practicados a muestras de semillas procedentes de Estados Unidos, se han observado colonias bacterianas de los géneros Erwinia y Pseudomonas. Las pruebas de patogenicidad en frutos sanos revelan que ambos géneros ocasionan la pudrición de los frutos. Sin embargo, su efecto se multiplica cuando son inoculadas en conjunto (3). El control se hace usando semillas certificadas y revisando constantemente la plantación, con el fin de observar los síntomas iniciales y destruir los focos de infestación en el campo. Virales Las cucurbitáceas son afectadas por virus ampliamente difundidos en las zonas productoras del país. Estos atacan otros cultivos y plantas ornamentales, entre ellos el mosaico del pepino (CMV) y el mosaico de la patilla (WMV). El primero afecta preferentemente el melón y el pepino, en cambio, el segundo, la patilla y el melón. Ambos causan pérdidas económicas en estos cultivos. Tienen muchas plantas hospederas y son transmitidos o diseminados por áfidos. En Venezuela han sido citados sobre cucurbitáceas, Aphis gosypii Glover y Myzus persicae Suizer (6), también pueden ser diseminados mecánicamente durante las labores de cultivo. Estas virosis no se transmiten por la semilla (10). La enfermedad se caracteriza por un moteado o mosaico en las hojas, de coloración verde claro a oscuro y, generalmente, se forman ampollas entre las las nervaduras. El crecimiento de las plantas se reduce, las flores se deforman y pueden no dar frutos. Para disminuir la incidencia de la enfermedad se recomienda control de áfidos con un efectivo insecticida o mediante trampas amarillas pegantes y con agua. Igualmente, evitando la siembra continua de cultivares susceptibles y manteniendo los cultivos libres de malezas, porque muchas son hospederas (10). Enfermedades no parasitarias Pudrición apical del fruto o tapa Es una enfermedad que se presenta principalmente en los frutos de patilla y se caracteriza por un ennegrecimiento o necrosis del extremo apical del fruto, de aspecto seco y consistencia firme, cuando las plantas crecen en condiciones predisponentes como falta de agua, suelos arenosos, altas temperaturas, riegos inadecuados y deficiencia de calcio en el suelo (Figura 7).
Para controlar la enfermedad es necesario evitar la excesiva fertilización nitrogenada y regar con la frecuencia indicada. Cuando se detecte deficiencia aplicar fertilización con calcio, utilizar variedades resistentes como la Florida Gigante y Picnic (8). Manchas foliares por herbicidas Las cucurbitáceas y pasifloráceas son muy sensibles a la competencia que ejercen las malezas por agua, luz y nutrientes; afectándolas sobre todo en la fase inicial de crecimiento, lo que incide en la disminución de los rendimientos. Además, las malezas son hospederas de insectos-plagas claves (1) y enfermedades, las cuales afectan estos cultivos. Para mantener las siembras libres de malezas se usan prácticas de control mecánico o químico. En relación con el último, en cucurbitáceas, se recomiendan herbicidas sistémicos selectivos, como diciofop metil (lloxan), fluazifop butil (H1 -Super) o halaxyfop (Galant). Sin embargo, en Venezuela es común el uso de Paraquat (Gramoxone), que debe aplicarse con sumo cuidado porque causa manchas sobre las hojas y esto afecta el área fotosintética de la planta (Figura 8), siendo necesario acoplar a la asperjadora una campana protectora que evita el arrastre del herbicida por el viento.
Bibliografía
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