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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 59 Enero-Junio 1998 | |
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FONAIAP DIVULGA No. 59 Enero-Junio 1998 |
La sigatoka negra y su avance en el
territorio venezolano: implicaciones socioeconómicas
Gustavo Martínez:
Investigador |
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La sigatoka negra, es mucho mas virulenta que la amarilla, siendo necesario su control para obtener una producción de valor comercial aceptable. La misma es capaz de producir una mayor cantidad de ascosporas y su esporulación ocurre por el envés de la hoja, con un patrón de infección a lo largo de la nervadura central, la cual dificulta su control y lo hace muy costoso. Aún cuando la sigatoka amarilla y la negra pertenecen al mismo género las medidas de control pueden ser parecidas, pero en ningún momento transferibles de una a la otra. Los mismos productos usados para la primera pueden ser usados para la segunda, pero en dosis mayores y en ciclos de aplicaciones más cortos, además de ir acompañados de otras medidas alternativas. En los actuales momentos el SASA apoyado por el FONAIAP, está evaluando el comportamiento de un híbrido tetraploide ("FHIA-21") ante la sigatoka negra, el cual fue introducido al país a través del convenio SASA-FAO. Introducción Los cultivos de plátanos y bananos tienen gran importancia en la economía y dieta básica de muchos países del mundo, en especial en América Latina y el Caribe, donde gran parte de su producción está destinada al autoconsumo. Para el año 1991, la FAO estimó una producción de 74,5 millones de toneladas a nivel mundial, de las cuales 20,5 millones corresponden a Latinoamérica y 7 % de la misma es aportada por Venezuela (Figura 1). La franja del trópico húmedo bajo de Africa, Centroamérica, el Caribe y Suramérica, representan la fiel expresión de esta afirmación, porque allí se originan las mayores producciones, así como los más altos índices de consumo percápita. Existen algunas variaciones entre los valores de consumo, debido a las costumbres de cada región en particular que definen estas preferencias. Este marco de referencia refleja el significado que tienen estos cultivos, los que son afectados por factores bióticos y abióticos. Las enfermedades de origen fungoso, con una marcada importancia económica, son originadas por el llamado complejo sigatoka, constituido por patógenos del mismo género Micosphaerella musicola, causante de la sigatoka amarilla y Mycosphaerella fijiensis, causante de la sigatoka negra. Es evidente el impacto que causan en las zonas productoras de dichos cultivos, así como sus consecuencias directas en la producción por la violenta reducción del área foliar y por consiguiente, de la capacidad fotosintética de las plantas. La sigatoka negra, catalogada como una de las más serias enfermedades que ataca a las musáceas, es mucho más virulenta que la amarilla, siendo necesario su control para obtener una producción de valor comercial aceptable. La misma es capaz de producir una mayor cantidad de ascosporas y su esporulación por el envés de la hoja, con un patrón de infección a lo largo de la nervadura central, lo cual dificulta su control y lo hace muy costoso. Se reporta por primera vez en el año 1963, en la isla Viti Levu, archipiélago de Fiji, Pacífico Sur, reemplazando a la sigatoka amarilla y constituyéndose en la más seria enfermedad del follaje en las regiones del Pacífico, sureste de Asia y Filipinas. Para 1969 se señala la presencia de manchas de color negro en las hojas de banano y plátano en Honduras, y en 1972 se realiza el reporte oficial de esta enfermedad. A partir de allí, comienza su diseminación. En 1977 aparece en Belice y Guatemala, en 1979 en Nicaragua, en 1980 en Costa Rica y México, en 1982 en Panamá, entre 1985 y 1986 en Colombia, en 1987 en Ecuador y en 1991 en Venezuela. Desde su aparición en Honduras, donde se observó un severo ataque en el plátano cuerno, que normalmente no requería de aplicaciones de fungicidas para el control de la sigatoka amarilla, ha originado un clima de incertidumbre en los productores e investigadores del área (Figura 2). La preferencia por el cultivo de plátano, el consumo del mismo y la dispersión de la sigatoka negra en las áreas de producción de Suramérica y el Caribe, se puede constituir en un desastre de consecuencias impredecibles, ya que el alto costo de los sistemas de combate, rebasa la capacidad de los pequeños y medianos productores. Por lo tanto, la dificultad que existe para su control se ve más acentuada en éstos, sumado al desconocimiento que puede existir en relación con la vulnerabilidad del patógeno ante algunos fungicidas. La aplicación continua de estos productos, favorece la selección de cepas que son menos sensibles a estos fungicidas. De tal manera que llegan a predominar en la población. Es un factor muy importante al considerar la pérdida de la eficacia de los productos químicos usados para su control. En este momento se estará hablando de grados de resistencia o tolerancia del patógeno, lo cual ya ha sido comprobado ante varios fungicidas. Aun cuando la sigatoka amarilla y la negra pertenecen al mismo género, las medidas de control pueden ser parecidas, pero en ningún momento transferibles de una a otra. Los mismos productos usados para la primera pueden ser usados para la segunda, pero en dosis mayores y en ciclos de aplicaciones más cortos, además de ir acompañados de otras medidas alternativas. En Venezuela, la siembra de plátano se basa exclusivamente en 'Hartón' y en el banano tipo 'Cavendish'. Esta enfermedad se reporta por primera vez a través del Servicio Autónomo de Sanidad Agropecuaria (SASA), en el municipio Catatumbo (sur del Lago de Maracaibo), estado Zulia. Las observaciones de los síntomas de la enfermedad y el muestreo del material enfermo para su posterior estudio en el laboratorio para su posterior estudio en laboratorio (morfometría del agente causal), permitieron constatar la prsenciea de la enfermedad y así establcer las áreas afectadas. Entre 1992 y 1993 esta enfermedad se había diseminado rápidamente en las zonas cercanas al piedemonte andino, zonas bajas de los estados Táchira, Trujillo, Mérida y parte de Barinas (Figura 3). La persistencia de la sigatoka negra en el occidente del país ha obligado a realizar cambios en las prácticas de manejo del cultivo. Su control basado sólo en las aplicacones de fungicidas es posible, pero a un costo muy elevado (con el riesgo de generar resistencia en el hongo), siendo necesario el establecimiento paralelo de medidas culturales, como un adecuado programa de fertilización, control de malezas, eliminación de las hojas secas o bajeras para disminuir la presión del inóculo, buen drenaje y una regulación de la densidad de siembra. Todo ello acompañado del uso alterno de fungicidas de diferentes grupos químicos, lo cual se está llevando a cabo a través de pruebas regionales establecidas por el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP) para lograr convivir con este patógeno, reduciendo los costos de producción y el riesgo de crear grados de resistencia en dicho patógeno. SIn embargo, a pesar de las medidas de restricción y movilización de material vegetal desde las zonas afectadas, para el año 1994 se reportó la enfermedad en el estado Yaracuy, llegando el foco de infección hasta la zona de Urama (límite entre Yaracuy y Carabobo) a finales del mismo año, lo cual significa una gran amenaza para las plantaciones de bananos ubicadas en el estado Aragua, el cual tiene aproximadamente 50 % de la producción nacional. Existe un efecto de predisposicíon del clima sobre la incidencia del patógeno y el desarrollo de la enfermedad. Las zonas donde se encuentra la sigatoka negra se caracterizan por presentar una humedad relativa cercana a 80 %, temperaturas promedios entre 26 y 28 ° C, y una precipitación igual o mayor a 1.400 mm/año en forma continua, a través del año, condiciones similares a las presentes en los estados Monagas, Miranda y Delta Amacuro. Lo antes señalado indica que estas regiones corren un alto riesgo de infección a futuro, quizás más definida o con mayor posibilidad que el estado Aragua, por no existir un patrón de precipitación constante y por no llegar a un máximo de 1.400 mm/año, existiendo seis meses de sequí y seis meses de lluvia, con un promedio de humedad relativa de 74 %, aun cuando las demás condiciones climáticas coincidan. Sumado a esto se debe considerar la eficacia de los programas de fumigación usados para el control de la sigatoka amarilla, que es común en la zona, pudiendo limitar el desarrollo de la enfermedad. No significa que Aragua esté excepto de la llegada de este patógeno, pero las pérdidas no serán comparables con los estados antes señalados. En octubre de 1996 se detecta el primer foco de infección en el estado Aragua, en una finca ubicada en la ribera del Lago de Valencia, cercana a la población de Guigue, estado Carabobo, existiendo condiciones predisponentes como es la humedad relativa cercana a 80 % (por efecto del lago), las continuas lluvias registradas durante el año consideradas atípicas y fallas en las aplicaciones de fungicidas para el control de la sigatoka amarilla en la finca. Esta situación originó que se realizaran rastreos en diferentes zonas del estado, resultando positiva la presencia de la enfermedad en El Jobo y El Jambral, sectores cercanos a la población de Santa Cruz, en el Ingenio Bolívar, cercano a San Mateo (Aragua), en Tiara, punto cercano a los límites del estado Miranda y en Ocumare de la Costa, en los sectores de Las Monjas, La Esmeralda y Santa Cruz de la Vega. En los actuales momentos, el SASA apoyado en el FONAIAP, están llevando a cabo ensayos a nivel de campo para evaluar el comportamiento de un híbrido tetraploide ('FHIA-21') ante la sigatoka negra, el cual fue introducido al país a través del convenio SASA-FAO. De igual manera, se están evaluando varios híbridos tetraploides provenientes del convenio FONAIAP-INIBAP. Es evidente la diseminación de la sigatoka negra en el territorio nacional, ayudada por la acción del hombre, lo que se traduce en una baja sensible en la producción de bananos y plátanos, por los altos costos que tienen los fungicidas aplicados en el programa de control, ya que no pueden ser adquiridos por los pequeños y medianos productores, que en corto y mediano plazo se ven obligados a cambiar de rubro. Esto trae como consecuencia una reducción en la superficie sembrada, el aumento en la tasa de desempleo y el aumento en el costo del producto final. De igual manera, no se puede obviar el grave problema colateral que está presente con el uso indiscriminado de los productos químicos para el control de la enfermedad, lo cual está generando altos índices de contaminación ambiental. Es necesario crear conciencia de la magnitud del problema que representa la sigatoka negra en el país, así como las alternativas para su control o manejo integrado, lo cual ya se ha iniciado a través de una campaña desplegada por el FONAIAP a nivel nacional, que involucra días de campo, charlas, ensayos regionales y otras actividades.
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