FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 61 Enero-Marzo 1999 | ||
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FONAIAP DIVULGA No. 61 Enero-Marzo 1999 |
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Cooperativa La Montaña: un ejemplo de organización rural para Venezuela Mauricio Moreno*; Jesús Manuel Gonzalez*; Asmara Godoy*; Angela Bolivar**. * Miembro de la Cooperativa La Montaña. Montero, Jajó. Estado Trujillo.** Investigador. FONAIAP. Estación Experimental Trujillo. Trujillo, estado Trujillo. |
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En el caso de los productores de hortalizas frescas, la mayoría no están organizados para la venta de sus productos, y es el comprador quien generalmente pesa y fija la calidad, cantidad y el precio de los productos, trayendo entre otras consecuencias, que los niveles de vida e ingreso de los productores, no mejoren. En este artículo pretendemos dar a conocer lo que para nosotros es un ejemplo de organización de productores: la Cooperativa La Montaña. En 1991 un grupo de productores de la comunidad agrícola de Montero preocupados por la venta de sus cosechas comenzaron a organizarse. Esta experiencia es relatada por uno de sus protagonistas y ojalá sirva de inspiración y ejemplo para los productores que hoy se encuentran amarrados a las roscas especuladoras de productos frescos (hortalizas). Montero es el punto de referencia para situar la Cooperativa La Montaña. Este caserío está ubicado en la parroquia Jajó, municipio Urdaneta del estado Trujillo. En el sector de Quebrada Chica se encuentra el galpón de la Cooperativa La Montaña a una altura de 1.700 msnm, con temperaturas entre 12 a 18 oC. Según registros del Centro Ambulatorio Rural, existe en esta zona una población total de 2.052 habitantes, de los cuales 435 son niños y 1.617 adultos entre hombres y mujeres (Coronado, 1996). La actividad agrícola es la principal fuente de trabajo. Años atrás los rubros que predominaban en la zona eran, café, tabaco, caña de azúcar, maíz y caraota. Estos sistemas de producción han sido desplazados por el sistema hortícola el cual se considera como uno de los más importantes de la zona. La experiencia de
Montero: "Siempre, cuando nos reuníamos a hablar Eucario Peña, Jesús Manuel González y yo, comenzábamos a preguntarnos de qué forma podríamos mejorar la venta de nuestras matas porque uno siempre sale perdiendo con esos precios que se fijan en el mercado. Un día la Corporación de Los Andes tenía una reunión en Jajó para hablar sobre los problemas de los productores, pero nosotros no pudimos ir. Al día siguiente se hizo una reunión aquí en Montero para discutir los problemas del sistema de riego y en esa reunión se formó un Comité promotor que quedó integrado por Manuel González, el ingeniero Armando Salazar y la señora Delia, allí comenzó todo. Nos seguimos reuniendo porque en realidad todavía no sabíamos qué era lo que queríamos formar; si era una Asociación o una Cooperativa. Entonces salimos a visitar la Cooperativa La Andinita, el Centro Campesino Mucuchies y la gente de Las Lajitas, los cuales nos han enseñado mucho; al principio fue muy duro, porque no teníamos nada, no existían cobres para hacer nada, los productores raspaban y se iban, la gente estaba muy reacia a colaborar con plata de su bolsillo, porque se oían cosas malas que habían hecho otras organizaciones con la plata de los productores. La iglesia también ayudó, el párroco de Jajó nos daba consejos de como evitar las trácalas con el manejo del dinero; CESAP ayudó con unos talleres, SUNACOP con la asesoría legal, el profesor Osuna dictó dos cursos de Cooperativas. Pasaron alrededor de seis meses antes de formarnos como Cooperativa legalmente y nos dieron el permiso para operar. Recuerdo que al principio, cuando se firmó el 9 de marzo de 1991 el Acta Constitutiva, estuvimos presentes un total de 80 personas, entre productores y consumidores; el acceso era libre, el derecho de aspirar a ser socio no se le puede negar a nadie, pero como éramos tantos y no todos teníamos los mismos objetivos, no era fácil. Esa fue la experiencia más difícil que yo viví, porque yo fui el primer presidente. Entonces no sabía mucho, todo el mundo quería entrar, pero cuando se comenzaron a hacer las normativas que tenían que cumplir los socios fuimos quedando menos. Al principio fue todo muy sacrificado, pero con los técnicos de CORPOANDES hicimos el primer contacto con la feria de consumo para ver como le vendíamos la cosecha. La gente de la feria vino y hubo una convivencia de productores y una feria de consumo en la Mesa de Esnujaque, la gente de la feria venia y nos probaban, la lucha fue dura. Cuando comenzamos a despachar éramos 13 productores, no teníamos camión ni nada en que llevar la cosecha, entonces alquilamos un camión modelo 600 en 200.000 bolívares, los demás productores fueron viendo y poco a poco se incorporaron. Hemos tenido problemas, como no, pero buscamos siempre la manera de solucionarlos, porque uno va al ejército y ve que un soldado se porta mal uno no dice que es el soldado, sino que es el ejército. Entonces uno busca que las cosas no pasen para no perjudicar la Cooperativa y el que lo ha hecho se ha tenido que ir. Otra cosa es que nosotros queríamos estar en el movimiento cooperativo y cumplir con la ley, pero sin el amarre de la presidencia, entonces uno va aprendiendo lo que ve. Nosotros cuando vimos al señor Gustavo Salas, presidente de las ferias y lo vimos barriendo y recogiendo papas, entonces dijimos que era así que queríamos que fuera todo, que trabajáramos por igual. Nosotros estamos muy agradecidos de toda la gente que nos ha brindado ayuda, siempre los recordamos, pero sabemos que somos nosotros mismos las principales personas que debemos ayudarnos, porque son nuestros problemas, porque son nuestras necesidades, no de otros. Gracias a Dios hemos crecido y ayudado a los que más arriesgan: productores y consumidores y damos alimentos a los que menos pueden comprar. Las ferias de consumo es lo mejor que nos ha podido pasar, porque nos garantizan la venta de nuestras matas y los precios son más estables, porque en este país lo que pasa es que no se planifica lo que se siembra y entonces el mercado se abarrota de un producto y el precio baja mucho, entonces los productores perdemos. En cambio nosotros planificamos nuestra cosecha y tenemos un cupo fijo que tenemos que cumplir. Ahorita nosotros estamos sacando más de 37.000 kilos semanales de matas, le decimos así porque la mayoría son puras hortalizas de hojas: lechuga, repollo, céleri, espinaca, acelga, brócoli, coliflor, cilantro, perejil, etc. Nuestro trabajo y amor a la Cooperativa nos ha permitido tener lo que hoy tenemos, ahorita contamos con varios carros, un terreno, este galpón y estamos construyendo una casa en un terreno que compramos en Montero, donde queremos que funcione la escuela técnica campesina, porque esa es otra cosa que nosotros queremos: que la Cooperativa le sirva a la comunidad. Gracias a Dios, hemos recibido la ayuda del Gobierno Francés a través de CECOSESOLA y ya construimos la casa donde no sólo funcionará la escuela, sino que también queremos desarrollar una pequeña estación experimental, donde el técnico que tenemos haga las pruebas para nosotros aprender. Bueno, así es como estamos y queremos seguir pa´lante, nos faltan muchas cosas, pero estamos seguros que mientras estemos juntos, mientras nos querramos como familia y cumplamos con la Cooperativa nada nos pasará". El relato de Mauricio, es sin duda una clara demostración de lo que pueden lograr los productores si están organizados, si se mantienen unidos y definen objetivos comunes a las necesidades de la mayoría de los miembros. Ellos, a través de su organización se están abriendo un espacio, para participar y ser protagonistas de su propio desarrollo. Los productores de Montero
nos llenan de orgullo, entusiasmo y esperanzas a quienes conocemos las adversidades
sociales, económicas y agroecológicas por las que tienen que pasar los productores de la
zona alta del estado Trujillo para poder vender sus productos. Estamos convencidos, que
Montero es un ejemplo de organización para Venezuela y el mundo, falta mucho por caminar,
pero ya ellos comenzaron, falta que el Estado comience a hacerlo, garantizando las
infraestructuras físicas necesarias para lograr no sólo la visión reduccionista del
desarrollo agrícola, sino la del desarrollo rural, basado en rescatar el maravilloso
potencial de conocimientos, destrezas, habilidades y ricas costumbres que estos poseen,
priorizando la participación de los productores en los programas de desarrollo y en la
toma de decisiones a nivel regional y local.
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