FONAIAP DIVULGA > Colecci�n > N�mero 67 junio-septiembre 2000

  FONAIAP   DIVULGA  No.  67:44-45                                                                                                   junio-septiembre    2000


Injertaci�n simple y doble en pl�ntula o en "hueso" de mango 

Luis Avil�n*; Margot Rodr�guez**; Jos� Ruiz** 

*Investigador **T�cnicos Asociados a la Investigaci�n. 
Instituto Nacional de Investigaciones Agr�colas. 
Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias. 
Instituto de Investigaciones Agron�micas. Maracay, estado Aragua


Uno de los problemas que presenta el cultivo del mango en el tr�pico, es el r�pido y excesivo desarrollo vegetativo que lo caracteriza, que adem�s de afectar su capacidad 0 eficiencia para producir frutos, luego de alcanzar determinadas dimensiones, obliga al uso de bajas densidades de poblaci�n y, en consecuencia, sus niveles de rendimiento (15 t/ha) son inferiores a los obtenidos en otros pa�ses (30 t/ha). Entre las alternativas para inducir el bajo porte o tama�o de los �rboles y llegar a establecer altas densidades de poblaci�n, est� el empleo de la doble injertaci�n, la cual ha dado buenos resultados (P�rez et al., 1988; �vila y Mosqueda, 1981; Zarrameda, 1998). 

En la propagaci�n del mango, usualmente, los patrones deben tener una edad de seis meses a un a�o y un grosor (per�metro) del tallo de 3 cm m�s o menos (Serpa, 1964). Esto trae como consecuencia que el tiempo necesario para la formaci�n de la planta con doble injertaci�n, utilizando los procedimientos tradicionales de propagaci�n sea de 26 meses o m�s, lo que conlleva a un costo muy elevado para el viverista y poco atractivo para el productor. Estos aspectos de costo y tiempo, repercuten negativamente para la adopci�n de la t�cnica de la doble injertaci�n propuesta como alternativa para reducir el tama�o de la planta. 

Con el objetivo de solventar esta situaci�n se realiz� una evaluaci�n del m�todo de propagaci�n de "injerto en pl�ntula" o "en hueso", tanto del simple como del doble, desarrollado por Bhan et al. (1969). Algunos investigadores como Thomas ( 1981) se�alan que mediante el empleo de este m�todo, el material con injerto simple estar� listo seis meses despu�s de la injertaci�n para su traslado a los huertos. Por su parte, Udayan y Sadhu (1984) destacan que el �xito en el prendimiento del injerto declina con el incremento de la edad, tanto del patr�n como del esqueje. El mayor prendimiento se alcanz� con esquejes de un mes y patrones de un mes y patrones de cinco d�as de edad, respectivamente. 

Como patrones se emplearon los cultivares: 'Per�' y 'Pico 'e loro', que son poliembri�nicos, con alto poder de germinaci�n y caracterizados por inducir un menor tama�o a los �rboles (Avil�n et al., 1995; 1997). Como tallo intermedio o interpatr�n se emplearon los cultivares: 'Julie' y 'Tetenene manzana', y como copa en el injerto doble, el cultivar comercial 'Haden' .A los frutos maduros y completamente desarrollados de los materiales usados como patrones, se les extrajeron las semillas (endocarpo + almendra) y retiraron todos los residuos de pulpa. Despu�s de lavadas fueron tratadas con una soluci�n de Vitarax (1g/litro), luego de secadas a la sombra durante un d�a se procedi� a la siembra en bolsas de polietileno negro, contentivas de una mezcla de suelo, previamente desinfectado con bromuro de metilo. 

Fueron sembradas 400 semillas, seleccionadas en funci�n de su uniformidad, peso y tama�o por cada cultivar a ser empleado como patr�n, utilizando una por bolsa y luego colocadas en bloques sobre un piso de piedra finamente picada y expuesta al aire libre. La siembra se realiz� en el vivero del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias, y 30 d�as despu�s de la germinaci�n se dio inicio al proceso de injertaci�n semanal de 25 pl�ntulas con injerto simple y 25 con injerto doble. El proceso se repiti� durante 12 semanas consecutivas y antes de cada injertaci�n se le determin� a la pl�ntula la altura y el grosor del tallo. 

El m�todo de injertaci�n empleado fue el descrito por Thomas et al. (1969), tomando en consideraci�n algunas de las modificaciones introducidas por Udayan y Sadhu (1984), cuyo procedimiento a continuaci�n se describe: 
Al poco tiempo de germinada la semilla, al tallo joven o epic�tilo se le realizaron cortes laterales inclinados para darle forma de cu�a, a una altura de 4 o 5 cm del cuello. De igual manera, pero en sentido inverso o hacia dentro, se procedi� al corte del esqueje. Se calz� el segundo sobre el primero, realiz�ndose la uni�n y luego se procedi� al amarre con una cinta pl�stica. El esqueje provino de una yema terminal de 10 cm de largo, cuyas hojas hab�an pasado recientemente la fase de cambio de coloraci�n (bronceada a verde), se encontraba semiduro y con un di�metro similar al del epic�tilo. 

Para ejecutar el injerto doble se procedi� de manera similar al injerto simple antes descrito, pero con la siguiente operaci�n adicional: a los esquejes, tanto del cultivar de copa como del intermedio, provenientes de una yema terminal y de 10 cm de largo, se le realizaron cortes similares al descrito anteriormente. A la p�a del cultivar intermedio, adem�s del corte en su parte inferior se le realizaron cortes laterales inclinados para darle forma de cu�a en la parte superior. Luego se procedi� a las uniones y amarres de los materiales, tal como se muestra en la Figura 1. 

Figura 1. M�todo de injertaci�n simple y doble en pl�ntula de mango.

Una vez que las semillas germinaron y las pl�ntulas crecieron durante un mes, alcanzando una altura de 10 cm y un di�metro de 4,5 mm, se dio inicio al proceso de injertaci�n. Para protegerlas de los rayos directos del sol, se coloc� un cobertor de sar�n (malla de pl�stico que permite controlar la luminosidad), as� como tambi�n se mantuvieron h�medas, con el sistema de riego microjet. 

El n�mero y porcentaje de prendimiento fue m�s exitoso en el injerto simple, los cuales se fueron incrementando paulatinamente a partir de la primera semana de realizado. En el injerto doble, en general fue muy err�tico, pero a partir de la tercera semana de iniciados los injertos, se comenz� a obtener un mayor porcentaje de prendimiento (32%) y cuando se realizaron a la sexta semana, 76% de prendimiento. 

Las pl�ntulas injertadas en la tercera semana, despu�s de 30 d�as de germinadas; a 51 d�as de haber emergido el epic�tilo, ten�an 22,42 cm de altura y 2, 70 m m de di�metro en su parte media, ya los 72 d�as despu�s de la germinaci�n; a la sexta semana, ten�an 23,56 cm de altura y 5,38 m m de di�metro. 

Los porcentajes de prendimiento en el injerto simple fueron inferiores a los se�alados por Thomas (1981), el cual obtuvo de 85 a 95%. Este hecho debe estar asociado a las condiciones en las cuales se condujo el ensayo y al no acatamiento de algunos procedimientos se�alados por el precitado. Las coberturas empleadas para disminuir la incidencia directa de los rayos solares, as� como el equipo de riego utilizado para mantener una elevada humedad, no fueron los m�s adecuados. En relaci�n con los esquejes, �stos no fueron previamente defoliados en diez a 14 d�as antes de realizar la injertaci�n, como se recomienda en el m�todo. Sin embargo, los porcentajes de prendimiento (76%) fueron satisfactorios. 

En relaci�n con el injerto doble, lo antes expuesto debe haber tenido una mayor incidencia; sin embargo, el hecho de que se obtuviera entre 32 y 76% de prendimiento indica que corrigiendo las fallas el porcentaje se incrementar�a notablemente. 

Las plantas obtenidas, empleando ambos tipos de injertos, estuvieron listas para su traslado al campo a partir de ocho a diez meses de edad, lo que implica un ahorro o ganancia de tiempo de casi 12 a 14 meses, cuando se le compara al requerido, al utilizar los procedimientos tradicionales de injertaci�n. 

Conclusiones y recomendaciones 

  • El m�todo de injertaci�n en pl�ntula o en "hueso" simple y doble, permite la obtenci�n de material a corto plazo para ser llevado al campo, en relaci�n con el tiempo requerido cuando se utilizan los m�todos de propagaci�n tradicionales. 

  • Los resultados obtenidos permiten prever que utilizando las instalaciones adecuadas y realizando los ajusten en relaci�n con la preparaci�n del material en el procedimiento descrito, se pueden lograr incrementos sustanciales en el porcentaje de rendimiento de los injertos. 

  • La reducci�n del tiempo para la obtenci�n del material doble injertado permitir�a facilitar la adopci�n de esta t�cnica. 

Bibliograf�a 

Avila R., C. y R. Mosqueda V. 1981. Avances en el uso de porta injertos y tallos intermedios para reducir el vigor y la altura del mango cv. Manila. Chapingo 15 (73-74): 106-111. 

Avil�n, L.; M. Rodr�guez y J. Ruiz. 1995. Germinaci�n de algunas variedades de mango con bajo y medio porte para ser usadas como patrones. Agronom�a Tropical 45 (3):445-456.

Avil�n, L.; M. Rodr�guez; J. Ruiz y C. Mar�n. 1997. Selecci�n de patrones de bajo porte en mango. Agronom�a Tropical 47 (3):259-270. 

Bhan, K.; H. Samaddar and P. Yadav. 1969. Chip budding and stone-grafting of mangoes in India. Tropical Agriculture (Trinidad). 46 (3):247-253. 

P�rez, A.; A. Cede�o-Maldonado; I. Reyes-Soto and J. L�pez. 1988. Dwarfing effect of intersystems on growth and yield components of mango. The Journal of Agricultural of the University of Puerto Rico. 72 (4):501-508. 

Serpa, D. 1964. Propagaci�n del mango. Maracay. Facultad de Agronom�a. Publicaci�n Divulgativa N� 2.24 p. 

Thomas, C. 1981. Mango propagation by saddle grafting. Journal of Horticultural Science 56 (2):173-175. 

Udayan CH., U. and M. Sadhu. 1984. Effect of age and length of rootstock and scion on the success of epicotyl grafting in mango. Indian Journal Agricultural Science 54(12):1066-1072. 

Zarrameda, L. 1998. Efecto de patrones e interpatrones de bajo porte sobre el vigor de tres cultivares comerciales de mango (Mangifera indica L.). Tesis Magister Scientiarum. Facultad de Agronom�a. Universidad Central de Venezuela. 102 p.