FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 19  Septiembre-Diciembre 1985

  FONAIAP   DIVULGA  No.  19                                                                                 Septiembre-Diciembre    1985


Programación  del Riego de Maní en la Mesa de  Guanipa

Luisa Caraballo de Silva 
Ing. Agr. M.S. FONAIAP Región Nor-Oriental



La profundidad y distribución de las raíces son características del cultivo que están directamente relacionadas con la programación del riego: frecuencia de aplicación y lámina o cantidad de agua requerida. Esto se debe a que la zona radicular efectiva, es decir, la zona donde se concentra alrededor de 60 % de sus raíces determina la profundidad del suelo que deberá ser humedecida y por lo tanto las láminas de agua que se requiere aplicar. 

El maní posee una raíz central que se introduce perpendicularmente en el suelo, con raíces secundarias delgadas distribuidas a todo lo largo de la raíz principal pero más abundante en la parte superior. Se han observado raíces principales que llegan a profundizar hasta 200 cm, aunque en general la profundidad alcanzada es de 100 cm, siendo mayor en maní sometido a períodos de sequía que en el caso de maní bajo riego. También se ha observado que 77% del peso total de las raíces está concentrado en los primeros 15 cm. 

En un estudio de programación del riego en maní que se está realizando en la Estación Experimental Guanipa, (El Tigre, Estado Anzoátegui) se ha venido observando el desarrollo radicular bajo riego de este cultivo a fin de poder determinar su zona radicular efectiva. Durante el primer año de este estudio período diciembre 1983 a marzo 1984 se obtuvieron los siguientes resultados: 

A los siete días después de la siembra (un día después de la emergencia) las raíces alcanzaban 12 cm de profundidad y había abundancia de raíces secundarías a todo lo largo de la raíz principal. 

A los 13 días, la profundidad radicular era aproximadamente de 20 cm y las raíces secundarias alcanzaban lateralmente 9 cm. 

A los 26 días, la profundidad radicular era aproximadamente de 25 cm y las raíces secundarias tenían un alcance lateral de 16 cm, siendo más abundantes y desarrolladas en los primeros 12 cm de suelo.  

A los 76 días, el desarrollo lateral de las raíces secundarias era de 30 cm y se concentraban principalmente en los primeros 12 cm. 

La profundidad total alcanzada por la raíz principal al final del ciclo, fue de 70 cm. Basados en los resultados anteriores se podría considerar como zona radicular efectiva del maní hasta los 20 días después de sembrado los primeros 20 cm de profundidad del suelo. De acuerdo a ello, las láminas de riego requeridas para reponer las humedad durante ese período deben calcularse tomando en cuenta la profundidad antes mencionada. 

Durante el resto del ciclo se podría considerar como zona radicular efectiva para el maní un rango de 30 a 40 cm de profundidad del suelo. Utilizando estas cifras, las láminas de agua que tendrían que aplicarse serían mucho menores que si se considerasen cifras mayores como por ejemplo, 60 cm. La utilización de láminas mayores a las requeridas ocasionaría el desperdicio de agua y de la energía necesaria para aplicarla. Además, como el maní es sembrado en suelos arenosos y pobres en nutrientes, se favorecería la pérdida de fertilizantes por lavado hacia capas más profundas.

Por otra parte, considerar los primeros 30 cm de suelo como zona radicular efectiva del maní, ayudaría a mejorar la eficiencia del sistema de riego más generalizado en la zona: el pivote central. Un estudio realizado en la zona determinó eficiencias de riego alrededor del 54 % en los sistemas de pivote central que funcionan en la zona, cifra considerada demasiado baja. Asimismo, la mayoría de los equipos evaluados presentan problemas para satisfacer las láminas netas de riego estimadas para humedecer aún los primeros 40 cm de suelo, pues se necesita duplicar las láminas requeridas para poder así aplicar los valores deseados. Para ello,  habría que operar las máquinas de riego a velocidades sumamente bajas, lo que implica un incremento en el uso de energía y pérdidas de fertilizantes por lavado.