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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 64 Octubre-Diciembre 1999 | |
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FONAIAP DIVULGA No. 64 Octubre-Noviembre 1999 |
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Francisca Borges Cursante de
Postgrado en Gerencia
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El estado Falcón fue el pionero en la producción de panela en Venezuela, comenzando con la introducción de la caña de azúcar, desde Santo Domingo hasta Santa Ana de Coro y El Tocuyo de la Costa, estableciéndose en toda la serranía falconiana, donde se estableció como una agroindustria familiar de alto contenido social. La producción y consumo de la panela fue ascendente hasta la reactivación de la producción azucarera en la década deI 50 a partir de la cual comenzó un lento, pero sostenible retroceso, con escasos repuntes en los últimos años. Los factores que influenciaron esta disminución del consumo son múltiples, abarcando desde políticas de subsidio para el azúcar, deficientes métodos de transformación e inoperancia de los canales de comercialización de la panela, lo que restó rentabilidad al sistema, haciéndolo poco atractivo para el productor. Con el cambio de políticas, surge la agroindustria rural como un elemento de potencial aporte al producto interno bruto (PIB) nacional, basada en criterios de equidad y sustentabilidad del agroecosistema. Los diferentes mecanismos involucrados no están siendo atendidos adecuadamente, por lo que el resurgimiento de esta actividad como pilar fundamental del bienestar social de su entorno se vislumbra lento y con demasiadas oscilaciones. Uno de los factores con mayor incidencia en la productividad, lo constituye el proceso de transacción comercial, incrementando costos en cada uno de sus pasos, haciendo de la panela un alimento poco competitivo con relación al azúcar. Un sistema agroindustrial para ser competitivo en precios finales, debe minimizar los costos de producción en cada etapa del flujo de productos, desde los insumos hasta el consumidor final. Zonas paneleras y papeloneras En el estado Falcón existen cuatro municipios con tradición panelera y papelonera: Unión, Federación, Bolívar y Petit. En el primero de ellos, la región potencialmente cultivable abarca el valle de Santa Cruz de Bucaral, con una superficie aprovechable de 3.000 ha, de las cuales se cultivaba 5% en 1976 y que actualmente representa menos de 10%. La mayor parte de la superficie explotada está en manos de pequeños y medianos productores, algunos de ellos propietarios de los seis trapiches actualmente activos. En el municipio Federación la zona papelonera está comprendida entre Mapararí y Churuguara, con menos de 200 ha en producción del total de 1.532 aptas, cuyas mayores superficies la tienen los mismos dueños de los centrales paneleros, de los cuales solamente dos están actualmente en producción. En el municipio Bolívar, la actividad papelonera está relegada a una producción de complementación de subsistencia, conjuntamente con la producción conuquera de autoconsumo, aunque la existencia de tres trapiches indica su importancia, basada en la producción de este rubro. Igualmente, el papelón o panela constituye una actividad secundaria en el municipio Petit, con pequeñas áreas cultivadas entre las localidades de Cabure y San Luis, cuya anterior importancia se refleja en la existencia de ocho trapiches, de los cuales solamente uno está en funcionamiento (Gráfico 1). La situación actual de esta agroindustria es precaria, aún disponiendo de una gran fortaleza en tradición e infraestructura, pero los sistemas de producción, transformación y comercialización involucrados se transforman en grandes debilidades que actualmente impiden el resurgimiento de esta práctica, catalogada como una agricultura ecológicamente apropiada y de gran impacto social, la cual deberá ser rescatada. Transacciones comerciales Insumos-producción Maquinaria e implementos. Son pocos los productores que poseen estos equipos, los cuales generalmente deben ser alquilados en la época de preparación de tierra, cuyo costo promedio por pase está entre Bs. 20.000 y 30.000. La preparación habitual de 1 ha requiere un mínimo de seis pases para quedar apta para la siembra. Siembra y cosecha. Aunque esta práctica no debería involucrar ningún tipo de transacción comercial más allá de los jornales, es común en la zona que el productor realice un convenio (verbal o escrito) , generalmente con el dueño del central panelero, para que éste sufrague (total o parcial) los gastos, pagaderos con la producción. Este tipo de financiamiento incrementa los costos (ya que por lo general generan intereses), cuyo impacto va a depender de la modalidad empleada. Jornales. Representa casi 80% de todos los costos de fabricación de panela o papelón, de aquí el alto contenido social de esta agroindustria. Existe en la región abundante mano de obra especializada, aunque de baja productividad en razón de los tradicionales procesos que predominan en cada caso. El costo promedio del jornal es de Bs. 3.500, pero en virtud de la alta exigencia requerida al trabajador durante las labores de campo y en el trapiche, constituye un desestímulo de la producción papelonera en la zona. Debido a ello, prefieren realizar otras actividades de mayores ingresos en términos comparativos, por lo que su contratación requiere de transacciones extras (incentivos por área cosechada), lo cual redunda en un incremento de los costos. Fertilizantes y herbicidas. En general, son pocos los productores que realizan estas prácticas agrícolas. En primer término por su alto precio, el cual se encarece por la casi inexistencia en la región de comerciantes especializados en estos insumos, por lo que en su mayoría deben ser adquiridos en Churuguara o Coro, lo que ocasiona un incremento en los costos de producción. Proceso agroindustrial Transporte El sistema utilizado para transportar la caña hasta el trapiche es variado, dependiendo de la ubicación, topografía del terreno y superficie cosechada. En general, se realiza en camiones alquilados, siendo necesarios 24 viajes por hectárea, con un promedio de Bs.7 .000 por viaje. Transformación. Involucra mano de obra adicional, limitada al apronte, extracción del jugo, manipulación de las calderas y vaciado. La optimización del proceso requiere de la adecuada calibración de las mazas del molino, la cual debe extraer por lo menos 60% del peso en jugo. Cualquier desequilibrio (por exceso o por defecto) causa pérdidas en el proceso (mayor extracción equivale a mayores impurezas), mientras que una menor extracción representa menor cantidad de jugo, disminuyendo en ambos casos los beneficios, ya que la primera requiere mayor mano de obra (jornales) para la limpieza y clarificación, mientras que la segunda ocasiona baja productividad (ingresos), influyendo ambas en la calidad de la panela. Comercialización o mercadeo Aunque algunos autores intentan establecer una diferencia conceptual entre estos dos términos, sin embargo considerarlo en estricta separación resulta poco práctico. Así, considerándolos como sinónimos, este concepto abarca el proceso de trasladar bienes y servicios desde la producción hasta el consumo final. En el estado Falcón, y en general en todo el país, no existe una clara política de mercadeo, ni de una campaña dirigida hacia los consumidores sobre las ventajas que ofrece la panela, por lo que todavía se sigue considerando su utilización como un bien marginal. Externa. La colocación de la panela o papelón se realiza, por lo general, en el mismo central o trapiche, donde el mayorista-camionero la puede adquirir bajo dos modalidades: al contado o mediante consignación. El precio es muy inestable, tanto por las variables intrínsecas (demanda) como por las extrínsecas (necesidad de efectivo), oscilando en general la caja de panela de 24 unidades de 0,75 kg c/u entre Bs. 4.000 y 4.500, mientras que el papelón, también de 24 unidades, con un peso aproximado de 1,5 kg c/u se vende entre Bs. 8.000 y 8.500 la caja. Su distribución recae mayormente en Barquisimeto y Maracaibo, donde se traslada casi el 85% de la producción . Interna. Transacción de menor cuantía. Es la que se realiza dentro de la zona productora, en la cual interviene el trapichero como vendedor y los comerciantes locales como compradores intermediarios. El costo de la panela puede alcanzar Bs. 300 a 400 por unidad, pudiendo incrementarse por la demanda y época de colocación. Asistencia financiera o crediticia A pesar de la presencia en el Estado de entes de financiamiento nacional o regional, este rubro fue prácticamente desconocido por estas entidades hasta 1997, cuando el Fondo Estatal de Crédito Agrícola (FONECRA), modificando ciertas cláusulas de sus Estatutos, otorgó créditos a tasas preferenciales a cuatro productores paneleros de la región de Santa Cruz de Bucaral. Actualmente se aprobó la solicitud de financiamiento para la siembra de 46 ha en el Sector La Guacoa I, parroquia El Charal del municipio Unión, por un precio de Bs. 1.267.475 por hectárea, beneficiando a 12 productores. Conclusiones Las actuales políticas existentes no favorecen el incremento de la producción de la caña panelera, aunque la acción individual de un ente financiador local promueva nuevas áreas del cultivo. Existen muchos espacios para la ganancia de eficiencia productiva y de transformación que deberían ser aprovechados, pero es necesaria la integración real y efectiva de todos los entes involucrados en la cadena. En primer término, es imprescindible la realización de una campaña concientizadora de la importancia del consumo de panela, tanto a nivel nutricional como de representatividad social. En la producción se pueden bajar los costos con el incremento de la productividad, para lo cual se requiere de nuevas variedades, adaptadas al ecosistema y resistentes a plagas ya enfermedades. El manejo agrícola también requiere de transferencia tecnológica, especialmente en lo referente a la siembra basada en mínima labranza o siembra directa, además de la práctica de cultivos intercalados, especialmente de leguminosas de ciclo corto, incrementando la diversidad de la unidad de producción, a la vez que puede significar ingresos extras. La transformación requiere de ciertas adaptaciones o mejoras a las infraestructuras presentes, para optimizar la extracción por parte de los molinos, y la eficiencia de hornillas, ductos y pailas, para lo cual se debe promover la realización de talleres de capacitación para los productores. Para salir favorecido el mercadeo debería estar en manos de la Asociación de Productores y Trapicheros, quienes deberán dictar las pautas sobre el precio real del producto, cuyo fortalecimiento puede estar basado en cooperativas o consorcios, y favorecido por las autoridades locales. Consideramos que este rubro puede representar exitosamente la agroindustria rural de la región, como factor impulsador del bienestar social y el crecimiento económico de sus habitantes, por lo que se deben buscar los mecanismos adecuados para un desarrollo sustentable que propicien elevar las condiciones de vida de la población rural y contribuir exitosamente con la producción agrícola nacional.
Bibliografía recomendada FUDECO. 1988. Estudio de factibilidad técnico-económica para las instalaciones de trapiches papeloneros "tipo" en la Región Centro Occidental. Barquisimeto, Ven. FONECRA. 1997. Factibilidad de financiamiento en zonas productoras papeloneras. lnforme NE 1. Coro, Ven. FUSAGRI. 1997. Diagnóstico rural participativo. Núcleo Municipio Unión del estado Falcón. Coro, Ven. MENDOZA, G.1995. Compendio de mercadeo de productos agropecuarios. IICA, Costa Rica. Universidad de Los Andes. 1997. El estudio de mercado en proyectos agropecuarios. Mérida, Ven.
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