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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 65 Enero-Marzo 2000 | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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FONAIAP DIVULGA No. 65 Enero-Marzo 2000 |
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Luis Avilán*, Margot Rodríguez**, José Ruiz**
* Investigador; |
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Las condiciones climáticas imperantes en el trópico inducen al mango a un rápido y excesivo crecimiento, el cual sólo se detiene por la carencia de un adecuado régimen de humedad en el suelo, contribuyendo a que los árboles alcancen grandes dimensiones en corto tiempo. Si a esto le añadimos la tendencia general en la propagación de emplear como patrones materiales o cultivares que le inducen un gran vigor vegetativo a las copas, las cuales a su vez se caracterizan por este atributo al haber sido seleccionadas en condiciones subtropicales, como son Haden y Tommy Atkin, la situación se agudiza mucho más. Generalmente, se piensa que a mayor tamaño de los árboles éstos serán más productivos, lo que no se ajusta a la verdad. Cuando se analiza la productividad de una vegetación, es conveniente diferenciar entre la productividad biológica o primaria y la productividad económica o agrícola. La primera se refiere a la cantidad total de materia orgánica que la vegetación o campo produce, incluyendo raíces, tallos, hojas, flores, fruto, etc. La segunda, es una parte de la primera y se refiere a la producción del órgano de importancia económica para el hombre, como son los granos de los cereales o los frutos de los árboles frutales. Los árboles de mango en el trópico, por las dimensiones que alcanzan se caracterizan por una gran productividad biológica, pero su productividad económica deja mucho que desear. Una alternativa para solventar esta problemática, es el uso de la poda, la cual es una de las técnicas de mayor trascendencia en la fruticultura moderna, especialmente en el trópico; aunque en nuestro medio ha tenido muy poca aceptación, estando su aplicación sólo restringida a las primeras etapas de la planta y los aspectos sanitarios. La poda, definida como un conjunto de operaciones (cortes y despuntes) que se realizan en los árboles para modificarlos, en el sentido de conseguir una mejor adaptación a los fines del cultivo, permite regular el desarrollo de la planta en función de la producción y conseguir el equilibrio fisiológico que propenda hacia el crecimiento controlado de la parte vegetativa, así como de una producción uniforme y abundante de frutos. ¿Por qué podar el maguero? El índice de área foliar (IAF) es la capacidad de ocupación del terreno por las partes aéreas de la planta; es decir, la relación entre el área foliar y el área del suelo cubierta por la planta.
Convencionalmente, se considera como área foliar, el área plana (una fase) y no la superficie (ambas fases) de la hoja. Se ha demostrado que a medida que el IAF se incrementa, aumenta la intercepción de luz y la fotosíntesis neta, hasta alcanzar un valor crítico del IAF, más allá del cual no hay incremento de la fotosíntesis del cultivo. El IAF óptimo no es estático para un determinado cultivo, sino que cambia de acuerdo con las variaciones de la intensidad de la luz, etc. La fotosíntesis neta es la resultante de la diferencia entre la fotosíntesis total y la respiración, ya que este último proceso consume parte de la primera para que la planta pueda realizar las funciones vitales. En la Figura 1 se muestran valores teóricos de IAF de un campo, densamente sembrado con un cultivo perenne cualquiera, por ejemplo pasto elefante (Pennisetum purpureun). En la misma figura se presenta la curva de productividad, medida en valores relativos de materia seca por unidad de tiempo y de superficie de terreno, a través de las diferentes fases de crecimiento del cultivo.
La producción de materia seca por unidad de superficie es muy pequeña durante la fase inicial del crecimiento de la planta, debido al escaso desarrollo del área foliar. A medida que aumenta el área foliar, la productividad también aumenta hasta alcanzar un valor máximo, el cual correspondería a un IAF aproximado de 5. Con aumentos del IAF, la productividad decaería, pudiendo reducirse a cero, si el desarrollo foliar fuera excesivo. La disminución de la productividad a medida que el IAF pasa de cierto valor óptimo, es consecuencia del autosombreamiento de las hojas. En árboles de naranjo, Turell (1961), estudiando el crecimiento del área fotosintética en la zona subtropical en relación con la producción, indica que pasados los primeros diez años de vida de la planta, el aumento del área foliar del árbol se incrementa notablemente en relación con la eficiencia productiva de la misma. Este decrecimiento de la eficiencia productiva, de acuerdo con Wheaton et al. (1978), es aproximadamente de media caja de frutos (20 kg) por cada 20 m3 del incremento del volumen de la copa. Es importante destacar que en Venezuela (zona tropical) la pérdida de la eficiencia productiva se inicia a partir del sexto año de la plantación (Avilán,1986). Las especies arbóreas como el mango, son de longevidad variable y analizando la vida del árbol desde el punto de vista comparativo entre la producción de frutos y el desarrollo vegetativo, se puede determinar el índice de fructificación (Avilán,1980 y 1988) que refleja la eficiencia productiva y establecer períodos, si bien no totalmente diferenciados, lo suficiente para considerarlos por separado (Gilabert, 1979). Estos períodos conforman el ciclo de vida productivo de la planta y su conocimiento es fundamental para el establecimiento del manejo agronómico del cultivo. En la región centro-norte de Venezuela (entre 10 y 11º LN), caracterizada como bosque seco tropical (Ewel y Madriz, 1968), cuyos límites climáticos generales son una precipitación anual promedio entre 650 y 1000 mm anuales, temperatura media anual de 25 ºC, y una elevación entre 450 y 500 msnm, Avilán (1980,1988) estableció los diferentes períodos que conforman el ciclo de vida productivo del mango, basado en observaciones de campo realizadas en huertos comerciales del cultivar Haden injertado sobre Criollo. Las muestras estaban conformadas por un número de 60 a 80 árboles, representativos de cada una de las diferentes edades, comprendidas entre dos y 28 años de edad, cuyas determinaciones se muestran en el Cuadro 1.
El período de plena producción, corresponde a la etapa en la que existe una estrecha relación entre el incremento del volumen o follaje de la copa y el número de frutos producidos. Durante este período se alcanzan los mayores índices de fructificación, a través de todo el ciclo de vida productivo de la planta, el cual se inicia en el mango alrededor de los nueve años y se prolonga hasta los 14 años de edad. El período de producción se caracteriza por un discreto aumento del follaje y una tendencia a mantener los niveles de producción de frutos alcanzados durante el período anterior o a incrementarlos en forma discreta. Sin embargo, el índice de fructificación va disminuyendo paulatinamente con el pasar de los años; es decir, decrece progresivamente la eficiencia productiva de la planta, ya que los aumentos del área foliar no se corresponden con los incrementos en la producción de frutos. Este período ocurre a partir de los 15 hasta los 28 años de edad o más. La duración del mismo está muy asociado a las condiciones edafoclimáticas, donde esté localizado el huerto y el manejo dispensado en los períodos que le precedieron. El período de senescencia comienza con la etapa final, y está caracterizado por un escaso aumento del follaje y la disminución muy acentuada de los rendimientos. Los valores del índice de fructificación son bajos. Esta etapa se presenta después de los 30 años de edad de la planta. Se puede observar que a partir del período de plena producción, cuando las plantas tienen de diez a 12 años de edad, la eficiencia productiva comienza a decrecer, lo que implica que para restaurarla o evitar que la misma se acentúe, se debe hacer una remoción del follaje para restablecer nuevamente el equilibrio entre el desarrollo vegetativo y el productivo; es decir, podar. Las razones de la pérdida de eficiencia productiva ya fueron mencionadas. ¿Cómo y cuándo se poda? Para cada fase de la vida del árbol se corresponde un tipo especial de poda. Poda de formación: se efectúa en los primeros estadios de la planta, para proporcionarle una estructura adecuada de ramas; es decir, de inserción equidistante entre sí, para que los ramos y la cosecha se distribuyan mejor, evitando el desgarramiento de las ramas por el peso de los frutos. Poda de fructificación: tiene la finalidad de regularizar y mejorar la eficiencia productiva, a traves del mantenimiento del equilibrio fisiológico de la planta y se lleva a cabo cuando el árbol ha alcanzado su madurez o está en el período de plena producción. Esta poda comprende varias acciones que pueden ser ejecutadas en forma simultánea o única, dependiendo de cada árbol en particular y del sistema de plantación utilizado. Ellas son:
Es importante destacar que una de las causas de la baja productividad del mango en el trópico es la falta de inducción floral (Whiley et al. 1991) y la utilización de la poda en forma no adecuada puede agravar la situación. Por ello, en la puesta en práctica de esta técnica, además de la época e intensidad, se debe contemplar el empleo de un inductor de floración (nitrato de potasio, nitrato de amonio, otros) para asegurar que la floración ocurra. Los estudios realizados en relación con el comportamiento de los "flujos" de crecimiento o brotes, podados y sin podar, han determinado que los mismos están "maduros" o aptos para florecer en el trópico, cuando tienen de cinco y medio a seis meses de edad (Avilán et al. 1998). Este hecho es lo que permite emplear la poda, ya que los nuevos brotes pueden dar origen a flores en el mismo año o ciclo de producción; al contrario de lo que generalmente se aceptaba, que se requería de diez a 12 meses de edad para florecer. Cuando la poda se realiza en los meses de junio o julio, los brotes para los meses finales del año (noviembre o diciembre) han alcanzado la edad apropiada para ser inducidos, ya que la escasa humedad y las bajas temperaturas que suelen ocurrir durante estos meses, son indispensables para el estímulo floral. El estrés hídrico y la presencia de hojas maduras, así como la ocurrencia de temperaturas inferiores a 20ºC, son necesarios para el estímulo floral (Núñez-Elisea y Davenport,1992). Los resultados experimentales en huertos con alta densidad de población, donde es necesario controlar el tamaño de los árboles a través de la poda u otros procedimientos físicos y/o químicos, conducidos en diferentes países, incluyendo a Venezuela, así como en las plantaciones comerciales de Tailandia, son pruebas convincentes que la práctica de la poda constituye una técnica muy útil para incrementar la productividad del mango en el trópico. Otras podas no menos importantes son: la de renovación para revitalizar los árboles viejos o descuidados, y la de mantenimiento o de eliminación de ramas dañadas por enemigos naturales o efectos físicos.
Bibliografía
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