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FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 65 Enero-Marzo 2000 | ||||||||||
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FONAIAP DIVULGA No. 65 Enero-Marzo 2000 |
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Dany J. Betancourt A.
Investigador. |
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El pijiguao (Bactris gasipaes H.B.K) es una especie perteneciente a la familia Palmae-Arecaceae, clasificada en dos grandes razas; las occidentales y las orientales o amazónicas, que se diferencia cada una por características bien particulares (Figura 1). Su origen todavía se encuentra en controversia, sin embargo Clement (1999) señala que en el suroeste de la amazonía, el pijiguao silvestre (B. dahlgreniana Glassman) es uno de los posibles progenitores del pijiguao. El uso de la especie se remonta a generaciones indígenas muy antiguas, donde aprendieron a seleccionarlo para domesticarlo según sus necesidades y así darle una utilidad apropiada. Uso actual y potencial En el estado Amazonas venezolano el pijiguao puede ser aprovechado bajo tres formas: fruto, tronco y estípite.
El fruto presenta un alto valor nutricional, representado en sus concentraciones de carotenos, carbohidratos (72 mg/100 g), proteínas cruda (12,8 mg/100 g) y aminoácidos (Mora-Urpi, 1983). Muchos de estos tratamientos factibles de dar a este cultivo se ven limitados por las creencias o cultura indígena predominante en la región. En muchas etnias como los yanomamos se considera criminal tumbar las plantas jóvenes. El que lo hiciere, podría causar la muerte de sus hijos (Cocco, 1987). Otros grupos étnicos la relacionan con la fertilidad del hombre y creen que si consumen la almendra les daría mala suerte. No obstante, dada las necesidades de la región, en cuanto a las demandas alimenticias, como consecuencia del constante incremento de la población, se hace cada vez más imperante la búsqueda de alternativas alimenticias para los habitantes de las comunidades. Por ello, el pijiguao es una opción agroalimentaria con ventajas comparativas y competitivas para el estado. En este sentido, la Estación Experimental Amazonas dispone de un banco de germoplasma constituido por 38 accesiones, procedentes de las diferentes localidades que integran el estado Amazonas (Autana, Sipapo, Atures, Manapiare) y que son el producto de las exploraciones de colecta ejecutadas durante cuatro años (Figura 2).
Las diferentes entradas están establecidas en el Campo Experimental Cataniapo ubicados en las coordenadas 66° 43’ 23" LO y 61° 60’ 66" LN, donde también se ubica un ensayo de palmito sembrado a alta densidad; procediendo el material vegetal fundador, de una muestra de seis entradas extraídas de las 40 ya señaladas. Manejo agronómico - Manejo tradicional Es tradicional sembrar la especie en los conucos bajo barbecho (después de utilizar la superficie por tres años) en distancias que producen bajas densidades y sin un patrón de establecimiento convencional típico. Generalmente se estila sembrarlo próxima (asociada) a una planta de cocura (Pouroma cecropiafolia Mart.) para que la misma sirva de apoyo en la cosecha; en otras oportunidades emplean instrumentos denominados maneas para subir el árbol. Otra forma de plantación es en el traspatio, donde el único tratamiento dado es el suministro de materia orgánica proveniente de los residuos o desechos cuando es procesado el fruto, la yuca y otros productos. La fruta es cosechada cuando alcanza su total estado de maduración, trepándose sobre el árbol vecino (cocura), desde el cual se extiende una vara para desgarrar el pedúnculo del racimo. - Manejo convencional Establecimiento en campo En la siembra de pijiguao, para la producción del fruto se usa el sistema en cuadros (4 x 4 m; 5 x 5 m; 6 x 6 m), en rectángulos (4 x 3 m, 6 x 4 m; 6 x 3 m; 5 x 6 m) y en tresbolillo. Independientemente del sistema utilizado es conveniente considerar la orientación de las calles, la cual debe ser de este a oeste para garantizar una mejor eficiencia en el uso de la energía radiante. Debemos resaltar que el pijiguao se puede asociar con otras especies útiles, y en este caso el productor puede utilizar densidades menores, dependiendo de las características o hábitos de crecimiento del cultivo a intercalar (Mora-Urpi, 1983). Entre tanto para el palmito derivado del pijiguao se requiere, para establecer en campo, de un período de adaptación al nuevo medio que está estrechamente relacionado con la edad de las plantas, cuanto mayor sea el tiempo de adaptación las posibilidades de sobrevivencia serán más amplias, es recomendable llevar oportunamente las plantas con menos de ocho meses de edad antes de la apertura de la primera hoja verdadera (Chumbimune,1997). Las distancias de siembra sugeridas giran en torno de 2 m entre plantas y 1 m entre hilera, así pues también 1,5 x 1,5 m con un control de hijuelos de cuatro a seis por cepa (Chumbimune, 1997). Riego En los meses secos debe ser una práctica de rutina el riego complementario, se estima que con el suministro de 125 a 150 mm/mes durante ese lapso se garantizan los rendimientos deseados. Arrime del material vegetal a la base de la planta Esta es una práctica opcional, ya que se aplica en lugares con elevada evapotranspiración, en períodos de sequía y simultáneamente se requiere aplicar algo de materia orgánica para compensar las deficiencias nutricionales en las plantas, dada la dificultad de conseguir abonos sintéticos en la zona de siembra. Desmalezado Las malezas son organismos que compiten con los cultivos por los componentes agua, luz, nutrientes y espacio, aunado a las dificultades que acarrean a la hora de la cosecha. En este sentido, el pijiguao, puede ser afectado por este desorden, requiriendo por lo general, del control de malas hierbas a nivel de calles y platones; recordando que el cultivo está compuesto por un sistema radical ubicado en los primeros horizontes del suelo. Es por ello que se recomienda utilizar rotativa o rolo liso, precaviendo el uso de implementos agrícolas como la rastra y otros. En caso de utilizar métodos manuales como escardillas y machetes se sugiere dar instrucción al personal y orientar la forma de ejecución. En el caso de la modalidad para la producción de palmito, existen distancias de siembra (alta densidad) que no ameritan tales prácticas, no obstante su ejecución se efectúa en forma manual durante los primeros tres años. En cuanto al control químico, es factible siempre y cuando el desmalezado no afecte el cultivo y los costos de producción. Fertilización Cuando se cultiva el pijiguao para cosechar su fruto se tienen experiencias con aplicaciones de 200 g/año de fertilizante completo en forma fraccionada, aplicando las mayores proporciones en las épocas de invierno (entradas o salidas de lluvias) de manera subsuperficial. Existen autores que recomiendan hasta 1kg de fertilizante al año, en forma fraccionada (4 aplicaciones de 250 g/cepa) de abono completo (Cocco,1987). Cabe señalar que uno de los problemas que se presentan en el cultivo en cuestión, es la carencia de microelementos (Mo, Zn, Cu, Mn, otros); en suelos pobres como la región de Amazonas se han evidenciado síntomas denominados hoja de bayoneta (Figura 3 ), que consiste en un doblamiento de la parte apical de la pigna, simulando una bayoneta. Los microelementos son nutrientes demandados en bajas cantidades, sin embargo representan importancia para los procesos de fructificación y desarrollo de la plantación.
En el sistema de siembra para palmito se recomiendan proporciones entre 200 a 250 kg/ha de N ; 20 kg/ha de P2O5 ; 160 a 200 kg de K2O ; 50 – 120 kg de MgO y 400 – 500 kg de CaO (Herrera, 1989). Sin embargo, Mora – Urpi y Col. (1984) recomiendan para palmito en Costa Rica 200 kg N /ha/año ; 220 kg P2O5 /ha/año ; 120 kg de K2O /ha/año y 60 kg de MgO /ha/año. En función de estos valores hay que considerar la proporción de nutrientes provenientes de la misma planta, en el caso que se aplique la reincorporación de parte del material cosechado, ya que no hay que olvidar que de 1 ha de palmito cosechado se obtiene 19,5 t/ha/ año de materia seca, de las cuales sólo 1,76 t/ha/año es utilizada como materia prima en el procesamiento del palmito industrial (Herrera, 1989). Deshije Es una práctica indispensable para la renovación de la plantación, en ambos sistemas de producción (fruto y/o palmito). En el primer caso, para asegurar la presencia de hijuelos en la cepa que remplazará el tallo, es conveniente dejar crecer uno de ellos, hasta aproximadamente 1,5 m de altura, antes de cortarlo; esto garantiza la existencia de yemas vegetativas en los rizomas en formación, donde emergerá el nuevo hijo que remplazará al estípite principal. Para el segundo caso, existen dos tendencia con relación al manejo de las cepas: la primera consiste en dejar crecer todos los hijos hasta el momento de la cosecha y proceder entonces a eliminar los pequeños, dejando de tres a cuatro de los más vigorosos; la otra alternativa, estriba en cortar hijuelos desde el inicio de la siembra, manteniendo siempre de tres a cuatro cepas. Este último es más ventajoso, ya que ocasiona menos pérdidas de reserva de la planta al no permitir el desarrollo de hijuelos que se van a eliminar; sin embargo, tiene como desventaja el hecho de que aumenta los costos de producción (Mora-Urpi, 1983). La práctica arriba señalada se cumple según las características edafoclimáticas y biológicas predominantes en la zona, ya que factores como la textura del suelo, velocidad del viento, carácter cespitoso de la planta y el nivel de profundidad de enraizamiento, influyen sobre el mantenimiento y condiciones de la plantación. Se ha evidenciado que la eliminación total o parcial de las cepas en suelos livianos, con velocidades de los vientos de 40 km/h, induce al acame o inclinación de las plantas jóvenes, repercutiendo esto en el desarrollo de la planta y en el uso posterior de la producción de la materia prima. Plagas y enfermedades Las plagas y enfermedades inciden sobre las raíces hojas, estípite, inflorescencia y frutos del pijiguao, Las manifestaciones son provocadas por diversos patógenos, donde la experiencia ha logrado percibir las siguientes especies:
Su ataque se manifiesta a nivel de las pignas, el cual consume el limbo hasta dejarla en la raquilla. Su avance es voraz llevando las manifestaciones hasta etapas severas (Figura 4 ). Es una larva que llega a medir hasta 7 cm de longitud por 1 cm de diámetro; con una cabeza que alcanza 1 cm de longitud; presenta colores rojos con bandas de tonalidades beige; pilocidad apenas perceptible en su cuerpo. El comportamiento es gregario, encontrándose masas de larvas constituidas hasta por 27 individuos (Figura 5). Las recomendaciones para su control es la aplicación de productos biológicos como Dipel o thuricide. Otras plagas que inciden en el Pijiguao, pero que no se han evidenciado su ataque, son:
Enfermedades Aún no se ha presenciado o identificado ningún tipo, pero las más frecuentes y las de mayor importancia, según algunos autores, son: Las manifestadas en la fase de germinación causadas por Thielaviopsis paradoxa, Schyzophyllus commune, Botryodiplodia theobromae, Fusarium sp. y Penicillium sp. Para minimizar la aparición de enfermedades en esta fase del cultivo es conveniente remojar la semilla durante 48 horas, para que puedan removerse fácilmente los restos de mesocarpio, que generalmente quedan adheridos a la semilla (Mora-Urpi, 1983). Por otra parte, en las fases vegetativas de juvenil a adulto se presentan daños como: - Pudrición del cogollo o pudrición de la flecha, causada por los hongos Fusarium sp. y Phythopthora palmivora o por la bacteria Erwinia chrysanthemi. En los frutos incide la pudrición blanca, causada por el hongo Monilia sp.
Cosecha La cosecha se ejecuta después de 30 a 48 meses de haber sido trasplantadas las plantas al campo. El índice de cosecha que generalmente se emplea es el cambio de coloración del fruto o exocarpio, que se expresa en verde-amarillo, anaranjado o rojo. Renovación de la plantación Según Salas (1997), la vida útil de cada estípite es de aproximadamente diez años, determinada principalmente por la dificultad de cosechar estípites muy altos y por la disminución de la producción por la planta. De 12 a 18 meses antes de la renovación se permite al hijuelo continuar su desarrollo, para que la cosecha se realice aproximadamente dos años después. La renovación de las plantaciones se debe hacer en forma escalonada para mantener una producción constante (Mora-Urpi, 1992). Bibliografía
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