FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 68 octubre-diciembre 2000 |
FONAIAP DIVULGA No. 68:22-24 octubre-noviembre 2000 |
Mirna Martínez de Carrillo Investigadora. FONAIAP |
El valle de Quíbor se encuentra ubicado en el Municipio Jiménez del Estado Lara, entre 600 y 800 msnm, con precipitaciones entre 450 y 500 mm anuales, por lo que se considera como una zona semiárida; 70% de su producción agrícola está basada en la siembra de cebolla, cultivo introducido en 1950, generando gran demanda de mano de obra y garantizando empleo a la población, durante casi todo el año. Por ser un sistema de producción que se ha mantenido año tras año y ciclo tras ciclo, las siembras han enfrentado una diversidad de limitantes, principalmente de índole sanitario (insectos-plaga y enfermedades). Desde 1991 se introdujo pasivamente una nueva enfermedad, denominada por los productores "efecto de lupa", ya que al incidir los rayos solares sobre las gotas de agua condensadas sobre las hojas, se producían pequeñas lesiones acuosas que al secarse adquirían un aspecto de quemado (lesiones blanquecinas) (Figura 1). Con el transcurso de los años estos síntomas avanzaron y se extendieron a todos los lotes de producción y actualmente representa la enfermedad más importante del cultivo en la zona. Figura 1. La bacteriosis en cebolla. Síntomas en siembras comerciales. El valle de Quíbor presenta una serie de factores que han favorecido la expansión y el establecimiento de la enfermedad, como son: el monocultivo, el manejo agronómico (niveles nutricionales bajos, la no eliminación de restos de cosecha, el sistema de distribución del agua de riego), la presencia de otras enfermedades y de insectos-plaga, los cultivares susceptibles y las condiciones climáticas favorables para la enfermedad. En las investigaciones realizadas por el FONAIAP, UCLA y UCV para determinar el agente causal de la enfermedad, se identificó una diversidad de patógenos asociados con la enfermedad, Xanthomonas campestris, Pseudomonas viridiflava, Pantoea ananas y otras especies de Erwinia y Pseudomonas, afectando hojas y bulbos; situación bastante alarmante por la complejidad etiológica de la enfermedad. Consistentemente, el FONAIAP ha detectado un mayor grado de presencia y patogenicidad con X. Campestris. Con la finalidad de establecer estrategias de manejo de control, se evaluaron en condiciones de laboratorio productos químicos sintéticos, los cúpricos (oxicloruro o hidróxido con contenido alto de Cu+), el Mancozeb, la combinación de ambos y de n-aquil inhibieron totalmente el crecimiento de Pseudomonas sp. (tipo fluorescente). Los cúpricos, el Mancozeb, la kasugamicina, la estreptomicina + oxitetraciclina inhibieron el crecimiento de X. campestris (Figura 2). Figura 2. Prueba de Patagenicidad con X. campestris En el campo se evaluaron los mismos productos bajo tres modalidades: solos, mezclados y alternados, detectándose que alternando los funguicidas se obtuvieron rendimientos mayores (15 a 17 t/ha). Los valores de severidad de la enfermedad fueron similares en los tratamientos evaluados. En condiciones de laboratorio, debido a la baja eficacia de los productos químicos en el control de la enfermedad, se evaluaron extractos vegetales de plantas con propiedades bactericida, antiséptica, antiflamatoria y desinfectante, sobre X. campestris y Erwinia sp. El ajo, Allium sativum; el dividive, Caesalpinia coriciria y el sangregado, Pterocarpus officinalis inhibieron el crecimiento de X. campestris. El onoto, Bixa orellana; el nim, Azadirachta indica y el dividive, inhibieron el crecimiento de Erwinia sp. Los lotes de cebolla con cinco años de descanso, presentaron menor grado de severidad de la enfermedad y de plantas secas (63 y 43% respectivamente), en comparación con lotes de un año de descanso, demostrando la importancia de romper con la condición de monocultivo que presenta la cebolla en el valle de Quíbor. Siete cultivares utilizados por los productores presentaron valores de severidad de la enfermedad muy similares (entre 27 y 29,5%), detectándose diferencias en plantas secas (%), donde el daño causado por la raíz roja (Phoma terrestris) fue determinante. En estudios realizados para determinar la relación entre el contenido nutricional de la planta, sobre la base de los niveles óptimos del cultivo y el comportamiento de la enfermedad, se detectó en cuatro siembras que los contenidos de nitrógeno y potasio descendieron progresivamente durante el ciclo del cultivo. Con valores bajos; en cambio, la severidad de la enfermedad se incrementó hasta la cosecha. Por lo tanto, se podría presumir una relación entre ambos factores. Con la finalidad de obtener plántulas en condiciones óptimas de trasplante, se evaluó el efecto de diferentes abonos: químico foliar (15-15-15), orgánico (estiércol de chivo), ferti pollo, humus sólido y líquido (lombricom puesto). Con el humus sólido se formaron plántulas con mayor desarrollo radical y foliar, condición necesaria para asegurar un mayor número de plantas/ha y tolerar la incidencia de plagas y enfermedades. La semilla sexual representa una de las principales fuentes de diseminación de enfermedades bacterianas. Para evaluar este factor se estudiaron semillas suministradas por productores para determinar la presencia de bacterias patogénicas, de las cuales se obtuvieron aislamientos bacterianos que causaron lesiones a plantas de cebolla en condiciones semicontroladas. En aislamientos pertenecientes a los géneros Pseudomonas (tipo fluorescente) y Erwinia se reportó a X. campestris en semillas de cebolla. Para controlar esta enfermedad se requiere establecer un programa de manejo integrado, que permita la aplicación de varios métodos en forma simultánea (Figura 3), entre los cuales se pueden indicar: a) producir plántulas de óptimas condiciones a través de un buen manejo de los semilleros (desinfección, fertilización y densidad adecuada); b) programas de siembras para evitar épocas críticas del cultivo; c) seleccionar cultivares resistentes o tolerantes a enfermedades presentes en la zona; d) mantener poblaciones bajas de los insectos plagas, con un manejo integrado de los mismos; e) eliminar los restos de cosecha; f) establecer un adecuado programa de fertilización sobre la base del análisis de suelo; g) realizar siembras de otros cultivos para romper los ciclos de vida de la bacteria y de otras plagas; h) en forma preventiva, aplicar funguicidas cúpricos, Mancozeb o la combinación de ambos, kasugamicina y n-alquil, en forma alterna para evitar resistencia a los productos. Figura 3. Programa de manejo integrado. Bibliografía Agrios, G. 1988. Fitopatologfa. Editorial Limusa. México. Díaz, T. A.; Salas, A. J.; González, H.; Martínez de C. M. 1995. Producción de hortalizas. Serie B. 2da. ed. ampliada. Maracay, Ven. Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias. p. 97-101. (Serie B) FUNDACEBOLLA, APROSELA. 1999. Entrevista con el doctor Ronald Gitaitis de la Universidad de Georgia, EE.UU. Especialista en enfermedades bacterianas. Quíbor, Ven. Gitaitis, A. 1996. Diseases caused by bacteria and a yeast. Leaf streak and bulb rot. In: Compendium of onion and garlic diseases. Edited by H. F. schwartz and S. K. Mohan. St. Paul, Minnesota, EE.UU. American Phytopathological society. p. 31, 32. Martínez, M.; Alcalá, O.; González, O. 1994. Identificación y patogenicidad de aislamiento asociado a daños foliares en la cebolla. En: Congreso Nacional de Hortalizas. 6, 1994. Maracay. (Memorias). Maracay, Ven., Sociedad Venezolana de Hortalizas. p. 4. Martínez, M.; García, L.1997. 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