FONAIAP DIVULGA > Colección > Número 68 octubre-diciembre 2000 |
FONAIAP DIVULGA No. 68:27-29 octubre-noviembre 2000 |
Renny Barrios*, Diógenes Molina*, Federico Barreto** y Jorge Bastardo*** *Investigadores; **Técnico
Asociado a la Investigación |
Los ciclos están relacionados directamente con las condiciones climáticas de cada región y el tipo de material genético cultivado, los cuales se manifiestan a través de una respuesta fisiológica de la planta en relación con el desarrollo vegetativo y con la producción de racimos. Estos efectos fisiológicos repercuten sobre la distribución de la producción en el tiempo. Hay que tomar en cuenta que el rendimiento de este cultivo como el de cualquier otro, depende del potencial gen ético de la planta, de las condiciones climáticas, de las propiedades químicas, físicas y biológicas del suelo y del grado de afectación por plagas y enfermedades, entre otros. Sin embargo, no todos tienen la misma importancia si actúan simultáneamente, ya que la prevalencia de uno de estos factores potencia la manifestación de los otros. Factores predisponentes al déficit hídrico Clima Los ciclos climáticos anuales de lluvia, temperatura, humedad relativa y radiación solar influyen sobre la producción. El efecto se observa a partir de los tres a cuatro meses después de haber ocurrido el evento, debido a su efecto sobre el llenado de frutos entre 12 y 15 meses por su influencia sobre el aborto de inflorescencias o entre 24 y 28 meses como consecuencia de su efecto sobre la diferenciación sexual. Para las condiciones locales, la distribución de la precipitación es el factor climático más importante, ya que la palma requiere alrededor de 1.800 mm anuales para expresar su máximo potencial de producción. Es imprescindible que la distribución sea uniforme (equivalente a 150 mm mensuales). Sin embargo, en las regiones palmeras de Monagas se presenta un déficit hídrico anual de 450 mm, con un período marcadamente seco (enero-abril) con precipitaciones menores de 50 mm. Suelos La capacidad de retención de humedad de los suelos y su capacidad para conducirla y suministrarla a las raíces de las plantas, representa un aspecto fundamental en la manifestación del déficit hídrico. Estas propiedades se ven afectadas por la distribución del tamaño de partículas, por el contenido de materia orgánica y por la presencia de horizontes compactados, entre otros factores. Por otro lado, niveles adecuados de fertilidad de los suelos favorecen el desarrollo de un sistema radical extenso y profundo que beneficia la nutrición hídrica, mientras que un programa balanceado de fertilización, con niveles óptimos de potasio y cloro, estimula la tolerancia a la sequía. La mayoría de las plantaciones comerciales de palma aceitera del Estado Monagas están ubicadas sobre suelos pobres en fertilidad, de texturas medias a gruesas (francos a franco-arenosos), con bajos niveles de materia orgánica (menor de 2%). Esta situación se refleja en la baja retención de humedad, donde el porcentaje de agua útil se ubica alrededor de 11% (agua retenida = 15,5% a -10 kPa y 4,5% a -1500 kPa). La mayor proporción (cerca de 70%) está retenida entre -10 kPa y -300 kPa, lo cual implica un rápido agotamiento de las reservas de agua disponible en el suelo y baja capacidad para el suministro durante períodos de sequía relativamente largos. De igual manera, los bajos contenidos de arcilla y de materia orgánica aportan una baja cantidad de cargas negativas, capaces de formar enlaces que garanticen la estabilidad estructural de los suelos, situación que les confiere alta susceptibilidad a la degradación. Los estudios de suelo han revelado la presencia de horizontes compactados a partir de 25 cm de profundidad, los cuales limitan el desarrollo de las raíces, así como también el movimiento y distribución del agua en el suelo, situación que afecta la nutrición hídrica de las palmas. Síntomas visuales asociados al déficit hídrico Esta guía descriptiva está dirigida al reconocimiento de varios síntomas visuales asociados al estrés hídrico, en plantaciones comerciales en producción en el Estado Monagas y fueron constatados durante los años 1995 y 1998, en los cuales se observaron períodos de sequía hasta de cinco meses, cuando en la región lo que ocurre normalmente es un intervalo de tres a cuatro meses. Síntomas iniciales Acumulación de hojas sin abrir Las plantas muestran acumulación excesiva de hojas sin abrir (hojas flecha), pasando de una o dos en el período lluvioso a cuatro o más bajo condiciones de estrés hídrico. Esta sintomatología se encuentra generalizada en toda la plantación y da el aspecto de una planta demasiado erecta, en comparación con el aspecto de las palmas durante la época lluviosa que le antecede (Figura 1a). Como consecuencia, ocurre una reducción de la producción anual de hojas y reducción significativa del área foliar de la palma. Amarillamiento y secado ascendente Las palmas presentan un amarilleo y/o bronceado en las hojas bajeras ya medida que avanza, los foliolos se doblan hacia abajo y comienza a necrosarse la región internerval a partir del extremo distal de los mismos. Este amarilleo asciende hasta las hojas intermedias, mientras se produce un secado generalizado de las hojas inferiores (Figura 1b). Cabe destacar que esta sintomatología no es exclusiva del déficit hídrico, ya que también se manifiesta en algunas enfermedades sistémicas o puede estar asociada al ataque de plagas, por ejemplo escamas. Fractura del pecíolo y del raquis Bajo condiciones de estrés hídrico avanzado, la planta responde fisiológicamente con una reducción del área foliar, bien sea a través del incremento en el número de hojas flechas descrito anteriormente o por el doblamiento prematuro de hojas verdes. Inicialmente ocurre el doblamiento de las hojas bajeras, que se manifiesta con el incremento del ángulo de inserción de la misma. Posteriormente se produce la fractura del pecíolo entre 40 y 80 cm de la base de la hoja, aproximadamente, provocando la exposición total del racimo, de manera que el tronco aparece arropado por el conjunto de hojas verdes dobladas (Figura 1c). El número de hojas dobladas es proporcional a la magnitud del estrés, y en casos extremos puede llegar hasta hojas tan jóvenes como la número nueve, aunque en la mayoría de los casos no asciende más allá de la hoja 17. En palmas más jóvenes (menores de seis años) puede ocurrir, además del doblamiento del pecíolo, la fractura del raquis a un tercio de la longitud de la hoja, aproximadamente, como consecuencia de las extremas condiciones del estrés. Síntomas avanzados Fractura de corona En algunos casos, las palmas muestran acumulación de hojas flechas y hojas fracturadas arropando al tronco y como consecuencia del debilitamiento nutricional al que están sometidas, ocurre el doblamiento de la corona, la cual está conformada por el conjunto de hojas flechas más una o dos hojas totalmente abiertas (Figura 2a), las cuales se secan totalmente al cabo de dos o tres semanas. Generalmente, cuando la planta alcanza este nivel de daño, ya no existe posibilidad de recuperación y debe procederse a su erradicación de la parcela. Secado total y muerte de la planta Bajo condiciones extremas de sequía, el secamiento ascendente y la fractura de los pecíolos alcanza las hojas cercanas a la corona de las palmas, permaneciendo verdes y erectas solamente las hojas flechas durante un período relativamente largo, hasta que finalmente ocurre la muerte de la planta (Figura 2b).
Diferenciación sexual Bajo condiciones de campo se ha observado que luego de un período de sequía, al término de seis a ocho meses después del estrés hídrico se observa la presencia de mayor proporción de flores masculinas con relación a la de flores femeninas. Tal situación sugiere que el déficit hídrico induce la diferenciación sexual hacia la producción de flores masculinas, con su consecuente efecto sobre la producción, la cual es constatada entre 24 y 28 meses después de haber ocurrido el período seco. Retardo y aborto de inflorescencias En la base del pecíolo de cada hoja debería presentarse una inflorescencia, bien sea masculina o femenina, la cual se hace visible a partir de la hoja número diez. La acumulación de hojas flechas implica igual retardo en la aparición de las inflorescencias asociadas a ella, lo cual afecta la magnitud y distribución de la producción. El aborto de inflorescencias se evidencia cuando ésta no se presenta en la base de la hoja a la cual está asociada. Este tipo de disturbio ocurre cuando la inflorescencia está comenzando a desarrollarse en forma acelerada y la hoja asociada está de octava o novena. El resultado es la ausencia de inflorescencias en la palma y la disminución de la producción alrededor de 12 a 15 meses del período seco, debido a la falta de racimos en la planta. Aborto y anormalidades de racimos Cuando la planta tiene cuatro o más racimos y uno de ellos está entre los cuatro y cinco meses de edad, se produce una pérdida de brillo en la coloración del mismo y cesa la acumulación de aceite en él, por lo que el racimo no alcanza la madurez, descartándose para la cosecha (Figura 2c). En algunos casos ocurre el desprendimiento de frutas verdes sin que el racimo presente aún el punto de cosecha o también puede ocurrir la maduración desuniforme del racimo, provocando en ambos casos la disminución en el porcentaje de extracción y en la calidad del aceite extraído. Dentro de las anormalidades también se ha observado el desprendimiento del extremo apical cuando el racimo se acerca a la madurez, quedando heridas abiertas para la entrada de patógenos. Similarmente, el impacto de la caída al momento del corte del racimo provoca la separación del mismo en dos o tres pedazos, lo cual dificulta su recolección en el campo y evidencia la baja calidad de los frutos (Figura 2d) Bibliografía Barrios, A. 1998. Evaluación de las propiedades hidráulicas de dos suelos irrigados cultivados con pal~a aceitera en el Estado Monagas. Tesis de Maestría, Postgrado en Ciencia del Suelo. FAGAO-UCV, Maracay, Ven. 113 p. Conaire, B.; C. Daniel; Y. Zuily-Fodil y E. Lamade. 1994. Comportamiento de la palma de aceite bajo estrés hídrico. Antecedentes del problema, resultados iniciales y criterios de investigación. Palmas 15 (3): 61-70. Maillard, G., C. Daniel y A. Ochs. 1974. Analyse des effets de la sécheresse sur le palmier á huile. Oleagineux 29 (8-9): 397-404. Umaña, C. H. y C. Chinchilla. 1991. Symptomatology associated with water deficit in oil palm. Technical Bulletin (ASD)3:1-4. |
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